Acabamos de pasar unos días de vacaciones en tierras gerundenses, bien y en familia como diría mi buen amigo Miguel Angel, donde por cierto y aunque no viene a cuento nos han tratado de forma maravillosa y sin ningún problema. Debíamos de ser casi los únicos españoles turistas que andábamos por allí, pues estaba plagado de franceses, alemanes e incluso rusos. Aunque el viaje sea de vacaciones y placer, procuramos incluir aspectos culturales en nuestros desplazamientos que no todo es sol y playa y estar vagueando todo el día.
Pero la cosa no se la están poniendo fácil a los amantes de la cultura. Cada vez más se necesita más presupuesto para acceder a museos o sitios culturales, cuando no a simples iglesias o catedrales por las que el turismo manifiesta interés.
Empezamos el primer día yendo a visitar el museo Dalí en Figueras. Yo lo había visto hace una veintena de años pero mi mujer y mi hija no lo conocían y es un sitio que hay que ver para admirar el genio de Dalí, o sus extravagancias, que en ningún caso te dejan indiferente. Tras más de una hora de cola en plena calle, llegas a la taquilla y ¡zas!, sablazo que te crió. El precio de la entrada es de 12 euros. Como ya somos tres por la edad de mi hija, multiplicando salen 36 euros. ¿Es caro? ¿Es mucho dinero? Pues cada uno lo valorará a la medida de sus parámetros, pero 36 euros son 36 euros y hoy en día es un pequeño capital para muchas personas. El poner precios altos también es una forma de disuadir al visitante, porque si fuera más asequible ni siquiera se podría entrar por las aglomeraciones.
Así, día tras día, unos cuantos eurillos iban detrayéndose de nuestros bolsillos por asuntos culturales. En el monasterio de Sant Pere de Roda, más asequible, el montante subió a doce euros en total porque la visita guiada, que era en catalán, solo la hice yo mientras mi mujer y mi hija iban por libre. En la iglesia casi catedral de Castelló de Empuries otros 12 euros aunque ahí podías visitar un museo de harina y una cárcel medieval incluido en el precio. Pero ¿qué ocurre si solo quieres visitar una cosa? Pues que no hay entrada individual, así que ajo, agua y resina.
La imagen que acompaña a esta entrada es de la catedral de Gerona. La verdad es que los que accedan a la misma tienen la indulgencia ganada con solo subir la tanda de escaleras. Es mejor dar un rodeo y subir las cuestas, que también hay unas cuantas en Gerona. Como foco de interés, tenía intención de visitar el claustro de la catedral. Al llegar a la taquilla ya se me dispararon las alarmas y tras varios días de estar soltando euro tras euro para las visitas, me negué en rotundo. Había visto en internet que el precio de la entrada eran 5 euros, quince la familia, pero se ve que con la crisis lo que hay que hacer es subir las entradas, como han hecho prestigiosos museos nacionales como el Prado o el Reina Sofía en Madrid, para “mejorar su gestión” y seguir ofreciendo al público en general un “servicio de calidad”. Pues resulta que el precio era de siete euros porque… habían incluido de forma conjunta la visita a otra iglesia. Sopesé la posibilidad de entrar yo solo pero el cabreo fue tan grande que me di media vuelta y me marché. Quizá pagó el pato el menos indicado, pero es que después quería visitar los baños árabes, dos euros la entrada, y otro museo que estaba cerrado. Hay que tener en cuenta, además, que hay que comer, pagar el combustible y la no pequeña parte del aparcamiento del coche, que ya no es fácil por no decir imposible el aparcar gratis en las ciudades e incluso pueblos, que tienen todas las calles pintadas con rayas azules que ya sabemos lo que significa: pasar por taquilla. En Gerona nos empeñamos y dando unas cuantas vueltas conseguimos aparcar gratis aunque tuvimos que andar un rato hasta llegar al centro histórico.
Como colofón a las vacaciones y en el camino de regreso a casa habíamos pensado detenernos en Barcelona para visitar la Sagrada Familia, el famoso templo de Gaudí todavía en construcción. Cuando empecé a mirar por internet como estaba la cosa se me pusieron los pocos pelos que aún conservo como escarpias. Las entradas, que conviene obtener con anticipación pues las colas son de aquí te espero, rondan los 18 euros llegando a 19,20 en el caso de la visita guiada. Si multiplicamos por tres y añadimos el combustible y el aparcamiento la cosa se ponía en un pico, con lo que la visita a la Sagrada Familia ha quedado pospuesta para otra ocasión, si se produce.
Uno tiene la sensación de paga dos y tres veces por las cosas. No sé si la Sagrada Familia es un monumento estatal o privado, pero en el caso de museos estatales la técnica es muy aviesa: los costeaba el estado, pero ahora el estado no tiene dinero porque se lo gasta en mantener sus políticos y otras cosas que no sabemos, con lo cual se bajan los presupuestos y se vuelve a cobrar al contribuyente por lo que es suyo y por lo que ya ha pagado. Habría mucho que hablar del asunto y no es momento pero me quedo con la copla de que culturizarse un poco cada vez va ser más imposible.