Hay un bonito pueblo en la costa Cantábrica con este nombre y al que me une una relación muy especial, pero no es de eso de lo que vamos a tratar. Esta semana, con motivo de revisar y efectuar unas correcciones en un texto escaneado de un libro antiguo, me he topado con un signo de puntuación que andaba por ahí bastante olvidado: las llamadas comillas latinas o españolas. Aunque es tangencial, el libro se titula «Un reinado en la sombra» y es parte de mi reciente y desmedido interés por la figura de su autor, don Pedro Sainz Rodríguez, al que le dediqué una entrada en este blog hace unos meses que puede consultarse aquí. En la época en que está escrito el libro, cuando todavía no se manejaban con tanta profusión los ordenadores personales y los procesadores de textos, me imagino que el autor le daría a la pluma o la máquina de escribir, ese elemento que ha desaparecido de la faz de la tierra.
Supongo también que el bueno de don Pedro o el cajista de la imprenta que compuso los textos no se encontró con el problema con el que me he encontrado yo. Una tontería, sí, pero que me llevó unas horas el hincarle el diente hasta encontrar una solución, no muy satisfactoria la verdad, pero con la que me puedo apañar. Para ir entrando en materia, una pregunta: en el procesador de textos «Word»… ¿se pueden escribir las comillas latinas o españolas? ¿En qué tecla están?
Parece una simpleza, pero no lo es. Si hacemos un poco de memoria en los textos que leemos, incluso en los que escribimos en los que debemos utilizar las comillas para indicar referencias, vemos que las comillas que se utilizan son las inglesas, bien rectas o bien itálicas o cursivas, que sí están en el teclado de los ordenadores encima del guarismo «2». Pueden ser así inclinadas [ “ ” ] o rectas [ " " ] según tengamos configurado nuestro procesador en el apartado de OPCIONES-REVISIÓN-OPCIONES DE AUTOCORRECCIÓN. Pero lo que es imposible, en un primer momento, es encontrar en el teclado una tecla que nos permita generar en nuestro documento las que vamos buscando [ « » ].
No nos hemos dado cuenta y estamos haciendo las cosas quizá mal, llevados por la tecnología global, de fuerte componente inglés o americano, donde ciertas peculiaridades van siendo asumidas y aceptadas en aras a no complicarnos la vida. Muy poca gente se acuerda de los inicios de la informática personal allá a comienzos de los ochenta del siglo pasado, e incluso de la profesional a comienzos de los sesenta. ¿Qué pasaba con nuestra querida letra «eñe»? ¿Y con los acentos? No quiero entrar en ello pero en otra entrada del blog de hace casi cuatro años titulada «Ñ» se comenta el asunto, que aún hoy en día no está resuelto del todo.
Si uno busca en internet por comillas angulares, españolas, latinas, e incluso francesas, obtendrá un aluvión de información que es imposible de digerir. Lo que sí parece es que las normas, o recomendaciones, de la Real Academia de la Lengua indican que debemos usar estas en nuestros escritos y no las rectas o inglesas. Mi muy querido Diccionario Panhispánico de Dudas también lo indica así. Pero las limitaciones se imponen y a nadie hoy en día, o a casi nadie, se le ocurre utilizarlas simplemente porque no están fácilmente disponibles en el teclado, con lo cual se ha aceptado internacionalmente el uso de las rectas o inglesas.
Hace unos días no tenía ni idea de este asunto. Debo agradecer póstumamente a don Pedro el haberme metido en él al intentar pasar el corrector ortográfico del procesador de textos a algún texto seleccionado de su libro y verme incapaz de arreglarlo. En un primer momento recurrí el clásico «corta y pega» pero la cosa tiene mucho más alcance si se quiere dedicar un tiempo a su investigación.
Textos se escriben en un ordenador en muchos lugares. De hecho es lo que se hace, escribir. En los correos electrónicos, en hojas de cálculo incluso en programas de procesadores de imágenes cuando queremos poner el título a nuestra fotografía preferida que vamos a mandar a los amigos. ¿Dónde están las dichosas comillas angulares?
Como norma general, cualquier carácter de la tabla de doscientos cincuenta y seis del código ASCII que gobierna nuestros ordenadores caseros se puede obtener a base de mantener pulsada la tecla ALT mientras tecleamos el número correspondiente. Así las comillas angulares de apertura [ « ] se obtienen manteniendo pulsada ALT mientras tecleamos 174, mientras que las de cierre [ » ] se obtienen con 175. Esto como norma general que teóricamente sirve para cualquier programa.
Este texto está escrito en el procesador más generalizado hoy en día cual es «Word». Lo de «ALT+174» o «ALT+175» funciona pero con una cierta peculiaridad, que me ha hecho emplear un buen tiempo hasta que la he podido descubrir «googleando» por la red: como hay dos teclas «ALT» en el teclado, hay que usar la que está a la izquierda de la barra espaciadora y los números, 174 o 175, hay que teclearlos, obligatoriamente, en el teclado numérico de la derecha, no sirviendo los que están en la parte superior, encima de las letras. Y además debemos tener cuidado de vigilar como tenemos configurado el teclado numérico, pues puede haber por ahí una lucecita encendida que no nos permita hacer esto.
Pero para cualquiera que esté escribiendo sus textos a toda velocidad el andar con «ALT» y números es cuando menos engorroso. En el caso de «Word» podemos utilizar una característica del sistema de autocorrección mientras vamos escribiendo, indicando al programa que cada vez que se encuentre dos signos de «menor» seguidos los sustituya por " « " y dos signos de «mayor» por " » ". Se trata de entrar en ARCHIVO – OPCIONES – REVISIÓN - OPCIONES DE AUTOCORRECCIÓN – AUTOCORRECCIÓN, activar «reemplazar texto mientras se escribe» y definir esta nueva conversión.
Pero lo mejor para no complicarse la vida, y que es lo seguirá haciendo el público en general, es dejarse llevar y seguir utilizando, como hasta ahora, las comillas inglesas. ¡Viva la globalización!