Tras
muchos años oyendo hablar de la «tercera
edad» para referirse a esa etapa de la vida en que nos acercamos al final,
se acuñó un nuevo término, «cuarta edad»,
para referirse a las muchas posibilidades que surgían en la sociedad moderna
para las personas mayores, que ni mucho menos estaban acabadas y podían renacer
y ocuparse en muchas cosas no solo en los planos intelectuales sino también en
los físicos, siempre de acuerdo a los contextos y a los niveles de salud de
cada cual. De estar «acabados» como se decía en el argot popular, los ancianos
pueden pasar a llevar una vida activa y plena durante los últimos años de su
vida al recuperar su tiempo libre y siempre que sus condiciones pecuniarias se
lo permitan, si bien hay multitud de actividades gratuitas o a costes reducidos
que pueden hacer, como es mi caso y el de algunos amigos que conozco, que se
llegue al punto de estrés por tantas ocupaciones y a escuchar con demasiada frecuencia
ese «no tengo tiempo ni para rascarme».
LA
O.M.S., Organización Mundial de la Salud, un organismo que se ocupa a nivel
mundial de tratar temas de salud, ha publicado en 2015 una guía titulada «Informe Mundial sobre el envejecimiento y
la salud» en la que trata sobre temas interesantes en esta etapa de la vida
y que puede descargarse libremente en varios idiomas y varios formatos, tanto
en papel como en electrónico, en este enlace.
En
alguna ocasión he comentado mi extrañeza cuando observo a las personas mayores,
y más concretamente en una residencia de ancianos en la que se encuentra mi
madre. Lógicamente en las residencias están las personas más necesitadas de
cuidados y atenciones y que han perdido su capacidad de cuidarse por sí solos.
Yo tengo claro que mi destino final será una residencia pero haré todo lo
posible y lo imposible por retrasar mi ingreso. Una cuestión curiosa es que hace
unos años se podía ver a los hombres mayores caminando con su garrota por un
cierto deterioro físico pero las mujeres se mantenían «en marcha» hasta el
final, quizá por sus ocupaciones en la casa que no admitían jubilación. Los
tiempos han cambiado y ahora en las sillas de ruedas se ven tanto hombres como
mujeres, quizá más mujeres porque los hombres nos morimos antes.
Es
necesario que además de los esfuerzos de la OMS o los organismos oficiales,
cada cual se conciencie de que para mantener un buen nivel que nos garantice la
independencia y el podernos valer para las actividades de la vida diaria, no
hay otra manera que cuidarse todos los días sin excepción, hora a hora,
ejercitando todo lo posible tanto lo físico como lo intelectual. Un envejecimiento
saludable depende de nosotros mismos: para caminar todos los días un rato, leer
un libro o hacer un curso MOOC no hace falta mucho dinero sino tan solo
voluntad y constancia.
La guía
a la que he aludido es un documento muy extenso de doscientas sesenta y seis páginas
en papel, del que existe un resumen en treinta y dos páginas que es el que yo
he leído. Contiene numerosas indicaciones de los problemas que afectan a los
mayores y aporta muchos consejos para que esos últimos años de nuestra
existencia sean más placenteros y dichosos. Para abrir un poco boca, a
continuación he entresacado algunas frases de la misma que nos pueden hacer pensar
un poco.
Por
primera vez en la historia, la mayoría de las personas pueden aspirar a vivir
hasta entrados los 60 años y más. Esto tiene profundas consecuencias para la
salud y para los sistemas de salud, su personal y su presupuesto.
Muchas
percepciones y suposiciones comunes acerca de las personas mayores se basan en
estereotipos obsoletos. No existe una persona mayor típica.
Datos
empíricos demuestran que la pérdida de capacidad generalmente asociada con el
envejecimiento solo se relaciona vagamente con la edad cronológica de una
persona.
Aunque
a la larga la mayoría de las personas mayores experimentarán múltiples
problemas de salud, la edad avanzada no implica dependencia.
El
envejecimiento saludable es algo más que la ausencia de enfermedad. Para la
mayoría de las personas mayores, lo más importante es mantener la capacidad
funcional.
Dado
que las personas más jóvenes comienzan a contar con vivir más tiempo, también
pueden planificar las cosas de manera diferente; por ejemplo, pueden dedicar
más tiempo a formar una familia primero e iniciar sus carreras después.
La
mala salud no tiene que ser una característica predominante de la edad
avanzada.
Las
personas con las mayores necesidades de salud en algún momento de sus vidas
también pueden ser las que tengan menos recursos para afrontarlas.
La
edad avanzada no implica necesariamente dependencia.
Las
suposiciones acerca de la dependencia debido a la edad ignoran las numerosas
contribuciones que las personas mayores hacen a la economía.
En
efecto, sin importar la edad que se tenga, el período de la vida relacionado
con los mayores gastos en salud corresponde al último año o los dos últimos
años de vida.
El
envejecimiento parece haber contribuido solo a alrededor del 2 % del aumento de
los gastos en salud, mientras que los cambios relacionados con la tecnología
fueron responsables de entre el 38 % y el 65 %.
Los
cambios tecnológicos también están acompañando el envejecimiento de la
población y crean oportunidades nunca antes disponibles. Por ejemplo, Internet
puede permitir una conexión permanente con la familia a pesar de la distancia,
o acceder a información para orientar la auto asistencia de una persona mayor o
proporcionar apoyo a los cuidadores.
Después
de los 60 años, la discapacidad y la muerte sobrevienen en gran parte debido a
las pérdidas de audición, visión y movilidad relacionadas con la edad y a las
enfermedades no transmisibles, que incluyen las cardiopatías, los accidentes
cerebrovasculares, las enfermedades respiratorias crónicas, el cáncer y la
demencia.
El
entorno ofrece una serie de recursos o plantea una serie de obstáculos que, en
última instancia, determinarán si una persona con un determinado nivel de
capacidad puede hacer las cosas que siente que son importantes. Así, aunque una
persona mayor pueda tener capacidad limitada, aún podrá hacer las compras si
tiene acceso a medicamentos antiinflamatorios o a un dispositivo de apoyo (como
un bastón, una silla de ruedas o un scooter eléctrico), o si vive cerca de un
medio de transporte asequible y accesible.
Se
define el Envejecimiento Saludable
como el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional que permite el
bienestar en la vejez y es un proceso es un proceso que depende de cada persona
mayor.
Resulta
imprescindible crear servicios que proporcionen atención integrada y centrada
en las personas mayores, garantizar su acceso; orientar los sistemas en torno a
la capacidad intrínseca y garantizar que se cuente con personal sanitario
sostenible y debidamente capacitado.
Crear
entornos adaptados a las personas mayores, que les permitan satisfacer las
necesidades básicas propias; aprender, crecer y tomar decisiones; tener
movilidad; crear y mantener relaciones; y contribuir.
Enfoques
prioritarios en las políticas sociales tendentes a combatir la discriminación
por motivos de edad; permitir la autonomía y apoyar el Envejecimiento Saludable
en todas las políticas y a todos los niveles.