En el estupendo curso monográfico seguido
hace un tiempo en la Universidad Carlos III de Madrid sobre tendencias actuales
en el mundo de la educación y que nos impartió mi admirado profesor Antonio
Rodríguez de las Heras, nos hacíamos eco del comentario acerca de que los
arqueólogos del futuro, cuando vayan a investigar lo que está sucediendo en la
actualidad, uno de los sitios donde van a encontrar una muy variada información
es en los basureros. Esto no es nuevo en el mundo de la arqueología aunque los
tamaños y contenidos de los basureros en la actualidad si ha sufrido
modificaciones sustanciales en los últimos años.
Ya en mayo de 2010 dedicaba una entrada
al asunto de los «DESECHOS». Antes se producían con cuentagotas mientras que
ahora suponen una cantidad ingente dentro de la cual sorprende, y así se
trataba en el curso, la cantidad de cosas y aparatos en perfecto estado de
funcionamiento, que han llegado al final de su vida útil por aburrimiento de su
propietario y porque ha salido un modelo nuevo, mil veces mejor y que hace más cosas,
con lo que de un plumazo el que teníamos pasa a ser una antigualla y acaba por
un tiempo en el trastero y finalmente en la basura.
Los ejemplos son numerosos y además están
propiciados y fomentados por las propias técnicas de venta –véase la entrada acerca
de la obsolescencia de enero de 2011 que es cada vez más vigente– que nos
convencen por las buenas o por las malas de abandonar aparatos que funcionan
perfectamente. Muchos de los ya mayorcitos recordarán la irrupción del mundo
del vídeo en los hogares. Tres sistemas competían por hacerse con el mercado, a
saber, VÍDEO-2000, BETA y VHS. El primero era en mi opinión el mejor
técnicamente hablando pero fue el primero en sucumbir en los inicios; yo
mantuve un aparato y cintas durante años hasta que ya fue imposible y tuve que
arrojarlo a la basura funcionando perfectamente. Poco después le ocurrió al
sistema BETA, quedándose hasta hace unos años el VHS. ¿Quedan aparatos
reproductores de vídeo VHS en los hogares? Yo hace tiempo que tiré el mío a la
basura, tras haberlo tenido unos años en el trastero, junto con un montón de
cintas con películas y cursillos de inglés. El sistema económico mató al vídeo
y lo sustituyó por discos duros multimedia. Parecida suerte corrieron los
tocadiscos de piezas de vinilo con los reproductores de CD, las radios de
válvulas, los reproductores de casete o los amplificadores de sonido, por citar
algunos cachivaches caseros que todos hemos ido conociendo, al menos en lo que
llamamos el mundo occidental que es del que estamos hablando. Hoy la música
suena en muchos hogares por altavoces inalámbricos que reciben información
desde la «nube» controlados por la tableta, el ordenador o incluso el teléfono.
Las imágenes que acompañan a esta entrada
son el amplificador y los altavoces del primer equipo de sonido que tuve en mi
casa y que sigo teniendo. El amplificador, un AKAI 3900, fue adquirido de
segunda mano en 1977 a Paco, un compañero de trabajo que se había comprado uno
más moderno y actualizado. Cuarenta años lleva conmigo y me sigue pareciendo
una maravilla, el tacto de sus mandos y las sensaciones cuando le pongo en
marcha tienen un valor especial ahora que todo lo antiguo está desprestigiado y
no sirve para nada.
Los altavoces son de la misma fecha. Yo
debo tener el oído duro pero me parece que siguen sonando de maravilla, como el
primer día. A buen seguro que los hay más pequeños, más potentes, con mayor
tonalidad… pero recuerdo con cariño aquella tarde que me dirigí con mi buen
amigo Javier, fallecido en su juventud, a la madrileña calle de Barquillo, la
llamada por entonces calle del sonido, donde bajo sus indicaciones compramos
los componentes para luego en casa montarlos, conectarlos al amplificador y
escuchar simplemente emisoras de radio en FM con una calidad impresionante. La
misma que siguen teniendo en la actualidad, que para mí es más que suficiente.
No cabe duda de que lo suyo hubiera sido
sucumbir al marketing y los anuncios, llevar estos cachivaches antiguos al
punto limpio, y comprar el último amplificador digital con mando a distancia,
ecualizador incorporado, filtros, canales, patatín y patatán y hasta con
fabricador de cubitos de hielo si hace falta. Pero por el momento sigo
disfrutando con mis antiguallas aunque he de reconocer que la alimentación que
le llega por los cables ahora es digital y procede de un disco duro donde han
quedado subsumidos todos los CD que tenía y que duermen en una caja en el
trastero desde hace años. Tengo que ponerme las pilas y empezar a llevar estas
cosas al mercado de segunda mano, aunque sea a un precio regalado, para evitar
que con el paso de tiempo acaben en la basura y tenga que ser yo el que las
lleve.