Quienes
me conocen pueden dar fe de mi avidez lectora. Siempre que he podido he
procurado tener un libro en las manos bien para simple disfrute bien por
obligación en asuntos laborales o en las diferentes épocas de estudio a lo
largo de mi vida. Si la memoria no me traiciona, el primer libro que recuerdo
haber leído, hacia los diez años, es Ben-Hur, de Lewis Wallace, en aquella
colección de Joyas Literarias Juveniles de Bruguera en la que el texto se
entremezclaba con páginas gráficas. Blanco y negro todo, como correspondía a la
época.
Tras
la fotografía y el cine, lo digital acabó llegando al mundo de los libros, lo
que permitió separar continentes de contenidos. Hace ya casi una decena de años
que por indicaciones de mi buen amigo Miguel Ángel compré mi primer lector
digital con lo que los continentes empezaron a quedar en el olvido a medida que
disponía de contenidos con los que cargar mi e-reader. Los sufrimientos en muchas horas de lectura en el
transporte público —trenes, autobuses o metros— camino del trabajo o regreso
del mismo se vieron muy aliviados al no tener que cargar con verdaderos tochos
—libro de muchas páginas en la acepción
cuarta del diccionario de la lengua española—que muchas veces no sabía cómo
sujetarlos o incluso se hacía difícil pasar la página, por ejemplo viajando de
pie en un vagón de metro atestado de gente. También, gracias a la liviandad de
los lectores digitales he vuelto a recuperar la lectura en la cama antes de
dormir por la comodidad que supone el ni siquiera tenerlos que sujetar como ya
contaba en la entrada «DEDO» de este blog.
Tras
esta pequeña divagación, vayamos al grano. Un libro como el Quijote, en
términos de papel y por tanto de su «continente», podremos encontrarlo en muy
variados formatos, desde ediciones de lujo a ediciones bolsillo. En buena
lógica y salvo aditamentos, el texto del Quijote debería ser el mismo tal y
como le dejara Cervantes hace ya algo más de 400 años. Es decir, el número de
vocablos o palabras contenidas en todas las ediciones debería ser la misma.
Hasta la aparición de lo digital, la única posibilidad de saber si un libro era
tocho o liviano era la vista y aún ni eso, porque era conveniente abrirlo y
revisarlo por dentro para inspeccionar la composición de las páginas en cuanto
a sus márgenes, tipo de letra y separación de líneas y párrafos. Es decir, solo
por el formato o el número de páginas no podemos hacernos una idea del tamaño
real de su contenido.
Lo
digital ha venido en nuestro auxilio en este asunto y de una manera fulminante.
Si conocemos el número de vocablos de un libro, de una determinada edición o
revisión, su tamaño es el que es: tantos vocablos. Ya sé que tan vocablo es la preposición
«a» como la palabra más larga registrada en el diccionario que al parecer
es «electroencefalografista» con sus veintitrés letras. Como curiosidad yo hasta
ahora creía que era «esternocleidomastoideo». No sería lo mismo, desde el punto
de vista de la totalidad de los vocablos, leer un libro lleno de «aes» que de «electroencefalografistas»,
pero si nos atenemos a la estadística nos convenceremos de que el número de
vocablos de un libro es un índice que tiene relación directa con su tamaño.
Con ello, la teoría que propongo es que el conocer el número
de vocablos de un libro nos dará idea del grado de tochicidad al que nos enfrentaremos cuando acometamos su lectura. Voy
a tratar de demostrarlo y para ello he seleccionado catorce libros que pueden
verse en el siguiente cuadro con algunos datos adicionales que ahora comentaremos. El estudio completo de estos catorce libros estará disponible por un tiempo en este enlace. (NOTA: No hace falta crear una cuenta para su descarga, en la parte de abajo está disponible la posibilidad de hacerlo sin ella).
LIBRO
|
VOCABLOS
|
GENERALES
|
%
|
ARTÍCULOS
|
%
|
Asimov, Isaac-Fundación
|
67.363
|
33.104
|
49
|
7.825
|
24
|
Cervantes Saavedra, Miguel de-El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
|
381.307
|
173.344
|
45
|
34.514
|
20
|
Follett, Ken-Los pilares de la Tierra
|
423.157
|
208.105
|
49
|
51.287
|
25
|
Gómez-Jurado, Juan-La leyenda del ladrón
|
178.912
|
84.970
|
48
|
24.120
|
28
|
Montero, Rosa-La carne
|
52.314
|
24.813
|
47
|
6.039
|
24
|
Navarro Soriano, Esteban-La gárgola de Otín
|
73.178
|
34.047
|
47
|
8.759
|
26
|
Rodríguez de las Heras, Antonio-Metáforas de la sociedad digital
|
34.824
|
16.330
|
47
|
5.106
|
31
|
Romero, Ana-El rey ante el espejo
|
86.220
|
42.104
|
49
|
11.921
|
28
|
Ruescas, Javier-Play
|
123.772
|
56.548
|
46
|
12.200
|
22
|
Silva, Lorenzo-Donde los escorpiones
|
102.791
|
44.900
|
44
|
10.691
|
24
|
Steinbeck, John-Las uvas de la ira
|
182.908
|
90.382
|
49
|
23.105
|
26
|
Stendhal-Rojo y Negro
|
172.719
|
84.416
|
49
|
20.373
|
24
|
Tolstoi, Leon-Guerra Y Paz
|
575.788
|
282.264
|
49
|
68.860
|
24
|
Verne, Julio-Veinte mil leguas de viaje submarino
|
141.129
|
69.968
|
50
|
19.098
|
27
|
En
la primera columna podemos ver el número de vocablos que tienen los libros
seleccionados, en la versión digital de la que dispongo. En la segunda columna
se muestra el contador de aquellos vocablos que he considerado «generales», es
decir todos con la exclusión de artículos, preposiciones, verbos auxiliares,
pronombres, adverbios, conjunciones, número y algunas palabras especiales. En
la tercera columna aparece el porcentaje que suponen estos vocablos generales
con respecto al total. Si nos fijamos con detenimiento, 11 de los 14 libros
oscilan entre el 46 y el 49%, es decir, todo muy similar, aproximadamente la
mitad de los vocablos tienen «sustancia».
Lo
mismo ocurre con el resto de conceptos. He añadido los mismos contadores para
los artículos, y nuevamente 11 de los 14 libros oscilan entre el 24 y 28% del
total, de nuevo bastante similar.
Hay
que tener en cuenta que los libros escogidos son antiguos o actuales, con
muchos o pocos vocablos, traducidos o no, y todos presentan el mismo patrón. Es
posible que haya otro tipo de libros técnicos, poesía, etc. que no cumplan
estos patrones pero en lo que se refiera a narrativa son muy parecidos.
Sería
interesante que las editoriales, además de consignar en su propaganda el número
de páginas, hicieran mención al número de vocablos tanto si se trata de una
edición en papel como si es digital. Entiendo que todas, hoy en día, disponen
de una versión digital del texto del libro pues no me imagino a los autores
enviando textos manuscritos o escritos a máquina de escribir para su publicación.