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domingo, 27 de enero de 2019

PICO-DICHA




Aunque tengo otros, el reloj que normalmente llevo en la muñeca izquierda es el CASIO AQ-S800W que puede verse en la imagen. Es el de batalla, el de todos los días, que me resulta funcional y agradable y con el que no tengo que tener ningún cuidado en la ducha, mientras friego los cacharros o cuando hago bricolaje entre otras cosas. Para algunas ocasiones especiales tengo otro par de ellos que muchas veces ni me acuerdo de ponerme. Como ya hemos olvidado hace muchos años, no hay que darle cuerda a diario por su batería interna, que en el caso concreto de este reloj es novedosa: se carga por luz, solar o artificial. He llegado a dejarle más de un día en un cajón cerrado, cosa que no se recomienda, y ha seguido en marcha en su parte digital con las manecillas paradas, pero al exponerle a la luz y cargar la batería, las manecillas se colocan nuevamente en su sitio. Una maravilla.

Tuve primer reloj completamente digital a mediados de los años setenta del siglo pasado. Cumplía mi servicio militar —ese secuestro legal que sufríamos antaño los varones españoles— en Melilla y allí adquirí un pesado mamotreto metálico con una esfera roja en la que se podía ver la hora en números; acostumbrado a las manecillas clásicas, aquello supuso una innovación, amén de otras ventajas añadidas que fueron las que me hicieron decidirme por su compra: el despertador. En la compañía del cuartel en la que dormía junto a un centenar de colegas, el despertarme cinco minutos antes de la diana y empezarme a vestir tranquilamente era un placer del que pude disfrutar gracias a mi flamante reloj digital.

Siempre he preferido los relojes con manecillas, en los que de un vistazo rápido se puede consultar la hora. Hoy en día, cada vez más personas no llevan reloj, dado que utilizan en su lugar el teléfono móvil para saber la hora cuando tienen esa necesidad, pero a mí me sigue gustando el consultar la hora en el reloj. Lo bueno que tienen relojes de este tipo como el de la imagen es que además de su aspecto analógico, es que son digitales, con lo que permiten disponer de una serie de funciones de gran utilidad como las alarmas, despertador, cronómetro e incluso algunas cuestiones más sofisticadas como temperatura, altitud u otras, aunque no es el caso de este.

Sin ser extremadamente puntilloso, trato de que lo digital esté en «buena hora». Antes utilizaba los clásicos pitidos de radio nacional a las horas en punto, pero ahora escucho menos o nada la radio, con lo que para ponerlo en hora exacta utilizo las bondades de internet. Uno de los servidores horarios más reputados en España, que incluso utilizan grandes empresas para sincronizar sus ordenadores, es el facilitado por Real Instituto y Observatorio de la Armada Española, que se conoce comúnmente como «ROA». Buscando en Google por “hora roa” accederemos a esta página que nos servirá una hora exacta, aunque nos advierte que pudiera estar ligeramente distorsionada por «el desfase provocado por los medios telemáticos utilizados hasta su recepción». Con frecuencia, casi todas las mañanas cuando enciendo el ordenador, pongo en hora exacta mi reloj. Aunque se trata de un reloj moderno y digital, es sorprendente la poca fiabilidad que tiene, llegando a perder varios segundos por semana.

Sigo hablando de este mi reloj que está en la imagen. Las manecillas están supeditadas a su corazón digital, esto es, cuando se altera la hora digital, las manecillas se ajustan automáticamente. O al menos eso deberían hacer, pero llevaba un tiempo que la posición física de las manecillas estaba casi dos minutos desviada de la hora real, lo que significa un pequeño contratiempo en cada vistazo al reloj, teniendo que acordarse de esto para saber la hora exacta.

Cuando compro un archiperre, tengo especial cuidado con el folleto de instrucciones que lo acompaña, aunque últimamente esto no es siempre así, pues remiten a internet para su consulta o descarga. Yo tengo una carpeta en mi ordenador titulada «MANUALES y GARANTÍAS» donde voy colocando ambas cosas por cada aparato que compro. Además, si el folleto está en papel, tengo un cajón donde tengo todos los folletos y donde, por defecto, arrojo el del nuevo. En la imagen a continuación el correspondiente a este reloj, del que por cierto no he sabido encontrar en electrónico. Estaba en ese cajón. Al ir a buscarlo he aprovechado para hacer limpieza de aquellos folletos cuyos aparatos ya no tengo por sustitución o desecho.



Esto de la desviación de las manecillas con respecto a la hora exacta era una pico-insatisfacción que sufría varias veces al día: cada vez que consultaba la hora. Lo normal en estos tiempos que corren es asumir que, tras varios años de uso, el reloj se había estropeado y que dada la obsolescencia programada que nos rodea, lo conveniente era tirarlo a la basura y comprarse otro nuevo.

Guardar el folleto ha venido en mi ayuda. Aunque hay que leerlo con lupa debido no a su reducido tamaño, que lo es, sino al tamaño de letra, en la página 43 del mismo aparece un capítulo titulado «Ajuste de las posiciones iniciales». Siguiendo las instrucciones despacito y con buena letra, las manecillas vuelven a marcar con precisión la hora como puede verse en la imagen, cuando son las 19:21.44 y el minutero está posicionado exactamente en la segunda rayita entre las 19:21 y las 19:22 (el minutero avanza cada 20 segundos).

Como digo una ligera satisfacción o dicha, “una pico dicha” al tener mi reloj con sus manecillas perfectamente situadas de nuevo y poderlo seguir disfrutando unos años más (espero). Y cuando le ocurra algo, lo primero antes de tener otros pensamientos, consultar el folleto.