Una
frase que he escuchado muchas veces y que considero tremendamente acertada es
la siguiente: «el tiempo dará y quitará
razones». La historia que voy a contar en esta entrada empezó hace muchos
años, a mediados de los ochenta del siglo XX y es un poco técnica, pero espero
que se entienda.
Laboraba
yo por aquellos años en el grupo de sistemas del centro informático de la reconvertida
Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. Teníamos en aquella época dos
ordenadores «grandes», dos mainframes,
a los que por razón de su modelo, IBM 3084, se les había nominado como 308A y
308B. En aquellas fechas sufrimos un traslado de edificio y una ampliación del
parque de máquinas con la incorporación de dos nuevas, IBM 3090, que recibieron
los nombres de 309A y 309B. Pero los integrantes de aquel equipo, inquietos,
vimos que esto de la nomenclatura era importante y no nos gustaba dejarnos
llevar por ese sistema de nominar las máquinas.
RIGEL,
MIZAR, FOBOS, DIONE, ELARA, CARME, SIRIO, ARIEL,
FÉNIX, DENEB, ORIÓN, POLUX, TITÁN, TETIS, MIMAS, HERSE, METIS, EGEÓN,
VANTH, HADES, DANAE, ALCOR, POLAR, ACRUX, HAMAL, NUNKI…
En
aquellas estábamos cuando el equipo se deshizo: cuatro de los cinco que integrábamos
el departamento buscamos nuevos retos en otras empresas. Dos de ellos recalamos
en el también extinto Banco Hipotecario de España que en muy pocos meses
desapareció también para integrarse en Argentaria. El nombre de la máquina era
un asunto importante porque era muy conveniente saber en qué máquina se estaba
ejecutando un determinado proceso para realizar unas cosas u otras en función de características tales como su
memoria, su potencia u otros.
Lo
mejor cuando se nombran máquinas de este tipo es que los nombres no signifiquen
nada, con lo que no se verán afectados por los cambios. Ya en otro sitio dirá
si la máquina está en un centro o en otro y si se dedica a tal o cuál tarea,
pues hay que tener en cuenta que una vez bautizadas es muy difícil cambiarlas
de nombre, pues por lo general hay muchas cuestiones que dependen de él. Con
ello y dado que disponíamos de ocho posiciones para fijar el nombre, decidimos utilizar
cinco para el nombre, dos para indicar subdivisiones y una última para establecer
el tipo de funcionalidad. Para las cinco alfabéticas hicimos acopio de nombres
astronómicos de cinco letras como los que figuran un poco más arriba. Creo
recordar, la memoria ya me va fallando y la documentación la tengo muy archivada
en el fondo de un disco duro, que manejábamos cinco máquinas con los nombres de
Rigel, Dione, Sirio, Ariel y Fobos.
En
los albores de este siglo XXI, Argentaria fue fagocitada por uno de los grandes
bancos de España dando lugar al BBVA, que por el momento sigue. Personal y
equipos se integraron y un 19 de marzo de 2000 se trasladaron las máquinas de
antiguo centro de Argentaria en La Vaguada de Madrid al del BBV en Tres Cantos.
En el fragor de la batalla, el jefe de sistemas de BBV que se hizo con todo el
poder, —cuyo nombre recuerdo perfectamente, pero omitiré porque no hay mayor
desprecio que no hacer aprecio—, se fijó en uno de los nombres de las máquinas
que estaban llegando: ARIEL. Podía haber pensado que ese nombre era el de una
de las lunas del planeta Urano, un duende en «La tempestad» de William
Shakespeare u otras muchas cosas, pero no, le vino a la cabeza la película de
Disney «La sirenita» porque como ya es sabido Ariel es el nombre de la
protagonista. Entre gracias y jocosidades, que fueron puntualmente reídas por
el corifeo de adláteres, el asunto fue que si los de Argentaria nos tomábamos el
trabajo a broma y nos dedicábamos a jugar con estas cosas «tan serias».
Omito
ningún comentario sobre la nomenclatura de las máquinas de la empresa que nos
acogía, pero era un verdadero desastre pues entre otras cosas los nombres tenían
significados que no cuadraban con la realidad. Con el tiempo se impuso la
cordura y las máquinas del centro conjunto empezaron a ser bautizadas con esos
nombres astronómicos de cinco letras que se iban eligiendo de la lista. Por supuesto,
ARIEL desapareció (*) en cuanto hubo ocasión.
DRACO,
CETUS, LEPUS, INDUS, LIBRA, LUPUS, CANIS, HYDRA, ARIES, MENSA, MUSCA, NORMA,
ORION, PYXIS, VIRGO…
El
tiempo ha pasado, ese mundillo está ya muy lejano para mí, pero a finales de 2018, IBM ha anunciado sus nuevos modelos de máquina denominados
Z14. Aparte de los manuales técnicos, IBM publica lo que en el argot es
conocido como los «manuales rojos», los «IBM Redbooks», escritos por equipos de técnicos prestigiosos que comentan
casos prácticos y la forma de resolverlos y que son de gran ayuda para los técnicos
porque en ellos encuentran bien solución a sus problemas o bien ideas para
acometer proyectos en sus empresas. Uno de estos manuales, el SG248460
titulado «IBM Z14 Configuration setup» que puede obtenerse libremente en
internet, esta enfocado a la puesta en marcha de las máquinas y en él los nombres de las
mismas aparecen como DRACO, CETUS, LEPUS… Nombres astronómicos de
constelaciones de cinco letras. La siguiente imagen está tomada de las páginas
del manual aludido.
Sobran
los comentarios hablados o escritos, valgan los físicos. Agradecer a mi buen
amigo José María que me llamó para comentarme la existencia de este manual y de
su contenido. Ariel, «la sirenita» … pido disculpas por la irreverencia y
perder los papeles en las dos palabras siguientes, pero es lo que me pide el
cuerpo: «Jódete, X…».
(*) RECTIFICACIÓN realizada el miércoles seis de febrero de 2019. Un pajarito amigo, al que agradezco su trino confidencial, me dice que los nombres de las cuatro máquinas actuales son MIZAR, CASIO, SIRIO y... ARIEL. Así pues, ARIEL sigue existiendo... ¡Larga vida a ARIEL!
(*) RECTIFICACIÓN realizada el miércoles seis de febrero de 2019. Un pajarito amigo, al que agradezco su trino confidencial, me dice que los nombres de las cuatro máquinas actuales son MIZAR, CASIO, SIRIO y... ARIEL. Así pues, ARIEL sigue existiendo... ¡Larga vida a ARIEL!