Hay que tener mucho cuidado con todo el mundillo de anuncios e informaciones que nos rodean. Empresas hay, especialistas en marketing y publicidad, que realizan preciosas e impactantes campañas sobre cualquier asunto. Los espectadores que asistan a estas campañas quedarán embobados con lo que se anuncia y retendrán una imagen de ello que solo podrán contrastar si lo utilizan. Puedo ver preciosos anuncios de trenes, pero si yo nunca me subo a un tren… Es un poco como los cordones de los zapatos que están guardados en un armario. Unos cordones funcionales, resistentes, bonitos, pero solo serán puestos a prueba cuando me ponga los zapatos y tire de ellos para anudarlos. Por aludir a un ejemplo reciente, en Madrid, la campaña de los populares, perfecta, medida, impactante, que ha llegado. Otra cosa es la realidad que hay detrás.
Desde hace muchos años ando con problemas en mis rodillas por actividades del pasado que las han hecho sufrir mucho. Ya desde esta magnífica aventura que relaté en esta entrada, «URDÓN», en agosto de 2012, la rodilla izquierda iba de mal en peor y la pandemia acabó por rematarla, bueno no la pandemia, sino mi mala cabeza al afrontar la misma, que es bueno buscar excusas en causas externas y no afrontar las propias. El caso es que en agosto del pasado año 2020 la cosa ya iba para no tener otro remedio que pasar por el quirófano. En septiembre de 2020 inicié las operaciones rutinarias que todos conocemos de la Seguridad Social: médico de cabecera que te da un volante para el especialista en el hospital, visitas, pruebas, conclusiones… El caso es que nos ponemos en un mes de febrero de 2021, más de seis meses después, que concluyen con un inquietante ¡ya le llamaremos para la operación!
Nos hemos llenado la boca estos años de atrás de decir que teníamos una de las mejores Sanidades PÚBLICAS del Mundo. Lo de los anuncios, el marketing y la publicidad: cuando la cosa se puso fea con la pandemia en marzo de 2020, ya vamos viendo como funciona. Ahora hay una buena excusa para retrasar cuestiones no esenciales ni urgentes, aunque lo de la esencialidad y urgencia habría que preguntárselo a cada paciente: ¿es urgente lo de mi rodilla que llevo sin poder andar desde agosto del 2020? Diez meses ya.
Hay otra cuestión, y eso son hechos: el auge de la medicina privada, que además ha subido bastante en este último año. Cuando una persona está satisfecha con la atención de la medicina pública no comete la tontería de gastarse unos euros en la privada. Sería como pensar que todos los que tienen una póliza con alguna de las muchas compañías privadas médicas son tontos. Yo debo ser uno de ellos porque desde principios de los años 80 invierto algunos de mis dineros en pagar una póliza privada. Mis condiciones y horarios laborales de antaño eran incompatibles con los horarios de lo público y de esa manera me apañaba.
La pregunta es: ¿Por qué has ido a la pública para la operación de tu rodilla? Eso me preguntaba una buena amiga, Maribel, hace algo menos de dos meses. La contestación fue que no lo sabía, un buen equipo en el hospital, cercanía… Mientras esperaba el «ya le llamaremos» inicié las operaciones por la privada. He tenido la suerte de dar con un doctor excepcional, en lo humano y en lo personal, Dr. Juan de la Cerda, con un equipo formidable y unas instalaciones magníficas en el HLA Moncloa y ya, mientras sigo esperando al «ya le llamaremos» de la Seguridad Social, tengo mi rodilla nueva desde hace una semana.
Pero el que uno tenga una sanidad privada no le quita de poder seguir usando la pública, que también sigue teniendo y a la que ha contribuido y contribuye durante toda su etapa laboral y de jubilación. En las imágenes lo tienen claro: el 11 de mayo de 2021 intento la solicitud de cita telefónica, ¡telefónica! Con mi médico de cabecera, y la primera fecha que me dan es… ¡sin despeinarse! El 26 de mayo de 2021, QUINCE días después. Cuando menos para llorar.
Esto son hechos. Sí, pandemia, vacunas, todo lo que queramos, pero que pidas una cita con tu médico de cabecera, y encima telefónica, y te la den para dentro de QUINCE días no es de recibo. Cuando uno va, o quiere ir, al médico, es por algo. La urgencia o no estará por discutir, pero estas demoras son inasumibles. Eso sí, nuestros políticos, responsables desde hace muchos años de esto por su desatención y desmontajes progresivos para favorecer lo privado, están en otras cosas, de gran interés para ellos y de ninguno para la ciudadanía. Pero no hay nada como una buena campaña de marketing y publicitaria para que los ciudadanos se olviden de estos problemas de su vida diaria a la hora de ir a votar.