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domingo, 11 de junio de 2023

DURABILIDAD

Muchas personas hoy en día manejamos por razones laborales o personales un ordenador y un teléfono inteligente. Si hablamos de un entorno laboral profesional, lo lógico es que la empresa tenga sus mecanismos de control del estado de los aparatos y tenga implementados protocolos de sustitución o arreglo de los mismos en caso de fallos o para prevenirlos. Pero… ¿y en los entornos personales?

Compramos el ordenador o el teléfono, lo ponemos en marcha con más o menos dificultad o ayudas y a partir de ahí nos preocupamos únicamente de utilizarlo. Cada vez más tareas se van realizando en estos aparatos, bien por iniciativa propia bien por obligación dado que las alternativas o no existen o son más engorrosas. Un ejemplo, la solicitud de citas médicas, bien en la sanidad privada o bien en la pública: solo pensar en la llamada telefónica como medio para conseguir una cita es mentar a la bicha por lo que optamos por aplicaciones en el móvil o en el ordenador que nos facilitan mucho la vida.

Pero no solo se trata de utilizar los aparatos. Hay que tener ciertos cuidados con ellos si no queremos que un buen día nos digan eso de «hasta aquí hemos llegado, amigo» y nos empiecen a dar problemitas cuando no se nieguen a siquiera arrancar.

Todos sabemos que un buen sistema de copias, especialmente de nuestros propios datos —documentos, fotografías, contraseñas, etc. etc.— es fundamental para afrontar con una cierta esperanza de éxito un cambio, incluso cuando es voluntario por mejora de los propios aparatos antes de que llegue el fallo.

Pero muchas veces no es suficiente aun teniendo todo el cuidado del mundo. El disco duro que puede verse en la imagen de encabezamiento lleva una montonera de horas de funcionamiento, cerca de veinte mil. Se trata de un disco de los llamados mecánicos, con su sistema de rotación y cabezales de lectura. A base de uso durante mucho tiempo, el disco, por lógica, tiene que fallar. Hay una manera de anticiparse a estos fallos y no es otra que de vez en cuando utilizar un monitor que nos informe de su estado.

El programa que yo utilizo para Windows es gratuito y se llama CrystalDiskInfo. Aparte de un montón de características físicas del propio disco, la información de «estado de salud» y del «número de horas encendido» nos puede dar una idea. Cuando el estado cambia a color amarillo es indicativo de que vayamos pensando en cambiarlo antes de que «casque» del todo.

Pero copiar un disco interno de un ordenador no es una tarea sencilla y habrá que ser un usuario un poco avezado para sustituir el disco por uno nuevo en el que hayamos copiado los datos. Esto si estamos hablando de un ordenador de sobremesa, porque como sea un portátil, eso de desmontar el disco no es tarea fácil. Pero… tampoco es del todo fácil copiarlo.

Windows tiene sus resplandores internos, que supongo conocerán los expertos en este sistema operativo, del demonio me atrevo a apostillar. Pero también tiene muchos intríngulis que no se conocen y que nos pueden conducir al desastre

No es cuestión de entrar aquí en cuestiones técnicas profundas ni siquiera superficiales. Evidentemente, clonar un disco —el viejo sobre el nuevo— no se puede y no se debe hacer con el propio ordenador en marcha. Es necesario utilizar programas especiales ACRONIS es uno de ellos que se cargan en memoria sin utilizar el disco para que este no esté en funcionamiento cuando se hace la copia al nuevo.

Con todos los pasos realizados entiendo que, de forma académica, algo debo de haber hecho mal. El funcionamiento del ordenador con el nuevo disco, se supone que una fotocopia del viejo, es errático. El navegador funciona, pero ha perdido mis favoritos, el correo funciona, pero ha perdido las contraseñas, el Word funciona, pero ha perdido las opciones que yo había personalizado… No es un desastre, pero ahora hay que ir arreglando desaguisados a medida que vayan surgiendo, siempre y cuando uno se acuerde de cómo hacerlo.

Windows tendrá en alguno de esos ficheros ocultos todas estas características. Si yo lo he copiado todo… ¿qué ha pasado? Esto de los ordenadores y los teléfonos es un mundo. Los disfrutamos y nos ayudan, mucho, en nuestra vida diaria pero cuando se ponen a dar la lata, el estropicio que nos generan es considerable. Por mucho cuidado que tengamos.