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domingo, 8 de octubre de 2023

«clasiDELINCUENCIA»

En estos últimos tiempos andamos todos sumamente preocupados por la ciberseguridad. Los sobresaltos están a la orden del día en nuestro derredor: a un amigo la acaban de levantar todo el dinero que tenía en su cuenta bancaria con una llamada embaucadora que le hizo caer en la trampa y facilitar al llamante ─que él se creía que era del departamento de seguridad de su banco─ la clave para supuestamente bloquear su cuenta y que sirvió para dejarla con las telarañas. Hijos que se quedan sin batería y reclaman un bizum a un teléfono desconocido, príncipes africanos que quieren traer su dinero y te ofrecen una suculenta tajada, paquetes que no recoges, regalos que te han tocado, suplantaciones de organismos oficiales, correos trampa, phishing, vishing, smishing… los mecanismos son múltiples y variados y van siendo conocidos pero a pesar de ello la gente sigue, seguimos, picando.

Ya he recomendado en varias ocasiones en este blog dar una vuelta con frecuencia por el INCIBE, Instituto Nacional de Ciberseguridad, accesible en este enlace donde hay frecuente y abundante información de lo último que se cuece en temas de seguridad con recomendaciones para no picar en las múltiples añagazas que hay en el mundo digital. Desde allí podremos acceder también a la OSI, Oficina de Seguridad del Internauta, accesible en este enlace. Nos parece que a nosotros no nos va a ocurrir, pero cada vez conocemos, personalmente, a más gente que se la han dado con queso. Si no somos constantes en acceder regularmente, podemos suscribirnos a sus boletines que nos llegarán a nuestro correo electrónico y nos servirán como recordatorio.

Pero, tanto preocuparnos de la «ciberdelincuencia» y descuidamos ocuparnos de la «clasidelincuencia». A la mujer de un buen amigo y fiel seguidor de este blog le han sustraído hace unos días la cartera de su bolso en el 27, clásico autobús oruga de la EMT madrileña que recorre arriba y abajo el Paseo de la Castellana y otras calles desde Embajadores a la Plaza de Castilla. Hace más de 30 años que llevo oyendo este tipo de sustracciones en ese y otros trayectos, así como en el Metro y sus aglomeraciones.

Lo clásico continúa: descuideros, carteristas, tironeros, carpeteros, lanceros, chinaores, falsos turistas despistados, trileros, timadores, ronaldinhos, claveteros… robos y hurtos a pequeña escala, sin violencia por lo general, con lo que a pesar de que les detengan decenas de veces, nunca entrarán en prisión y volverán a las andadas una y otra vez. Las formas y maneras son múltiples y variadas. Un ejemplo recogido del diario «La Voz de Galicia» …

Cuatro mujeres se acercan a una joven con una maleta que sube unas escaleras. Una de ellas le ofrece ayuda y levanta el bulto. Por detrás, otra le roba la cartera y se la cede a una tercera. Al final de la escalera, la primera deja la maleta en el suelo, la víctima incluso le da las gracias y las cuatro mujeres se alejan con el botín. Es este, lo que se dice, un caso de libro. En grupo, una molesta, otra tapa, otra ayuda, otra puede discutir, otra sustrae, otra se lleva... Y si la víctima se da cuenta no sabrá quién ha sido ni quién tiene su cartera.

Y para ejemplos uno sufrido en vivo y en directo por el que suscribe. Ya me he auto flagelado varias veces por pardillo a raíz de lo que me ha sucedido en carnes propias en esta misma semana y que refiero a continuación para aviso de navegantes con algunas recomendaciones finales que yo no seguí y así me fue. Admito que se me siga llamando pardillo con reiteracion porque nunca será suficiente.

He pecado de colaborador, de tonto, de ingenuo, de pardillo, vamos. Me han levantado 100 euros sin enterarme —lo que llevaba en la cartera— y porque me he mosqueado y he cortado, que podía haber sido peor. Ahora, a toro pasado, es fácil reconsiderar la cantidad de errores cometidos, pero así ocurrieron los hechos. Al final aportaré una serie de consideraciones.

Salgo del hospital de una consulta con mi hijo y me aborda una persona [ERROR] con una hoja de firmas para pedir una causa «noble» para el hospital. Accedo a firmar teniendo claro que iba a hacer un burragato y no poner mi verdadero nombre ni dar ningún dato personal tipo DNI u otros. Solo pedía la firma [ERROR]. Cuando firmo, me dice que tiene que comprobar la firma con mi DNI, que si se lo puedo mostrar por favor. Saco la cartera [ERROR] y le enseño el DNI que está dentro de una funda, sin soltar la cartera en ningún momento. Me dice que tape el número del DNI, que solo quiere comprobar la firma, que le gire la cartera, que no lo ve, que por favor… Me mosqueo, cierro la cartera, me la guardo y me voy sin atender sus peticiones. Cuando llego al coche, aparcado a 100 mts., rememoro lo ocurrido, compruebo la cartera y solo me faltan 100 euros, dos billetes de 50 que estaban en el primer compartimento de la billetera. Podrían haberme levantado las tarjetas de crédito, carnets u otras cosas que solemos llevar en la cartera.

A riesgo de parecer o resultar insolidario… unas recomendaciones que me grabo a sangre y fuego:

NO SE FIRMA ninguna petición para nada de nada y menos en la calle o en sitios públicos a una persona que no conocemos de nada, por muchos carnets o documentos acreditativos que nos muestren.

NO SE ESCRIBE ni se firma ni se da ningún dato nuestro.

NO SE SACA la cartera (ni el teléfono móvil) del bolsillo o del bolso en presencia de nadie desconocido y lo haremos con mucho cuidado cuando vayamos a utilizar tarjetas en cajeros, comercios o transporte público (a lo mejor es bueno llevar dos carteras).

NO SE ENSEÑA NADA a desconocidos, ni el horario de cercanías, ni una estampita y ni mucho menos el DNI.

MANTENDREMOS LA GUARDIA ALTA en sitios públicos, muy transitados, con aglomeraciones, o lugares especiales donde podamos tener las defensas bajas como colegios, hospitales o centros de salud, mercadillos, colas, sitios turísticos, hoteles, espectáculos, manifestaciones, restaurantes…

Espero, querido lector, que mi experiencia me sirva y te sirva para el futuro en que puedas verte en situaciones parecidas. Asumo que soy un ingenuo, un perfecto pardillo, que me la han dado con queso y que al final no me ha costado mucho (según se mire) la bromita: podía haber sido mucho peor. Por cierto, segunda acepción del diccionario para pardillo: «dicho de una persona: Incauta, que se deja estafar fácilmente».