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domingo, 15 de octubre de 2023

«CEBOLLETA»

Normalmente dejo para el final una pequeña explicación del título de las entradas de este blog. Esta vez lo voy a hacer al principio para que el lector decida si seguir leyendo o no. El gran dibujante de cómics Vázquez creó en 1951 las historias de la familia Cebolleta. Uno de los personajes entrañables de esta familia era el abuelo. Aunque no ha entrado en el diccionario, la fraseología popular utiliza este simpático personaje como el arquetipo de aquel al que le gusta contar anécdotas personales de tiempos pasados, vamos, que tiende a ponerse pesado refiriendo sus  nostalgias al primero que se ponga a tiro. No era, o sí, un pelmazo en sentido estricto: de sus muchas vivencias tiene mucho que contar, pero carece de auditorio que le entienda y disfrute con sus historias

Esta entrada va un poco de eso, de correr el riesgo de que el lector me considere un «abuelo Cebolleta».

Primero, un rápido repaso a mis avatares laborales. Desde 1968 a 1972 realicé labores administrativas en un empresa de construcción. En 1972 me incorporé por oposición pública a la entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid realizando labores también administrativas en una oficina. Un año después, en 1973 y también por oposición, pasé al entonces Servicio Electrónico. Desde entonces, siempre laborando en el entorno de grandes ordenadores corporativos, los conocidos como mainframes. En 1991 pasé al Banco Hipotecario de España, integrado en 1992 en Argentaria y posteriormente, en 2000, en BBVA. En 2007, BBVA consideró que ya era «amortizable» y me jubiló prematuramente. Me quedaba cuerda para rato y me dediqué como especialista a trabajos «freelance» para diferentes empresas hasta 2019, en que, como se dice en el argot, colgué las botas.

El período de 2007 a 2019, trabajando como profesional independiente, ha sido sumamente enriquecedor pues conocí muchas empresas, mucha gente y otras formas de hacer las cosas. El director de una de las empresas que me contrató en varias ocasiones  para desarrollar proyectos en empresas —INE, BANKINTER, BBVA, BSECURE…— me llamó por teléfono el pasado mes de septiembre de este año 2023. Estaba desesperado con un problema y «no encontraba a nadie que se lo pudiera resolver». Tras agradecerle su detalle, le dije que estaba completamente retirado de la circulación desde hacía cuatro años y que me veía incapaz de retomar el asunto. Insistió, insistió, y al final me convenció, aunque le dije que sin compromiso por mi parte. Lo intentaría y ya veríamos.

Algo más de un mes después, recuperando sensaciones y conocimientos que se antojaban muy olvidados he conseguido resolver el problema. No solo resolverlo sino aportar una mejora estratosférica a las prestaciones y rendimientos de la aplicación que le traía por la calle de la amargura. Y todo ello ha tenido como eje un protagonista que tiene un nombre extraño: «MDPOACC», aunque ya ha aparecido anteriormente en dos ocasiones en las entradas de este blog: «CUARENTA» en noviembre de 2013 y «MERECIMIENTO» en enero de 2018.

En mi ingreso en 1973 como informático me asignaron tareas de programación de aplicaciones de los departamentos de préstamos, personal, valores y cartera. Pero yo no quería perder el contacto con la esencia de la máquina y en 1978 conseguí trasladarme a la parte más técnica: Técnica de Sistemas, el contacto estrecho con el hardware y el software de los ordenadores. Nunca olvidaré mi estreno en este «nuevo» departamento donde me recibió con los brazos abiertos un gran amigo, tristemente ya fallecido: Antonio González Navas. El me instó como «bautizo» en mis nuevos cometidos, a programar el «MDPOACC», un programa (muy) complejo pero que sería mi bautismo de fuego y me aportaría grandes conocimientos, como así fue. Tutorizado por él y por otros dos grandes, Rafael Marugán Fernández (q.e.p.d.) y Víctor Boisán Benito, empecé mi andadura en un puesto muy especializado de la informática en el que he transitado toda mi vida laboral y que he recuperado del olvido hace unos días.

Lo curioso del caso es que una de las funcionalidades que tenía el diseño original del «MDPOACC», y que presumo no se ha utilizado nunca en estos 45 años ininterrumpidos de uso, ha sido vital en el desarrollo de la solución aportada en estos últimos días ¡Quién me lo iba a decir! Cuarenta y cinco años después, sin ninguna modificación desde su creación, «MDPOACC» ha resurgido de sus cenizas cuál Ave Fénix. ¡Larga vida al MDPOACC!