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domingo, 3 de noviembre de 2024

MISTERIO

Misterio… en el cementerio.

El pasado viernes 1 de noviembre de 2024 ha sido el llamado desde hace mucho tiempo «Día de los Difuntos». Sin entrar en contradicciones de gobiernos y laicismos, es un día festivo nacional en el que muchos aprovechamos para hacer una visita a los cementerios y rendir un pequeño homenaje a los seres queridos que dejaron este mundo. Dicho sea de paso, cosa que haremos nosotros tarde o temprano. Si bien el modelo clásico de cementerios está decreciendo a marchas forzadas debido a las incineraciones, los túmulos de hace años, cuando no había costumbre de incinerar, siguen allí esperando nuestra visita.

¡Cómo somos los humanos! Antes de entrar en el luctuoso —e increíble— suceso que es objeto de esta entrada en el blog, un par de reflexiones con hechos que no tienen, aparentemente, nada que ver.

Hace años, en Japón, con motivo de un gran desastre que no puedo recordar ahora, se veía en las imágenes una cola de personas con garrafas para llenarlas de agua en una fuente pública. Mientras todas las personas llevaban una única garrafa, las cámaras enfocaron desde la distancia a un señor que llevaba dos. Cuando esta persona llegó a la fuente, llenó UNA de las garrafas y se puso de nuevo a la cola para llenar la segunda. ¿Civismo? ¿Educación? ¿Respeto a los demás? Ponga Vd. su comentario a este hecho.

Esta semana de finales de octubre de 2024. Tremendos sucesos principalmente en Valencia y otras provincias españolas por las tormentas, gota fría, dana o cómo quieran llamarse tratando de confundirnos. La violencia del agua destrozó pueblos, carreteras, barrancos, vías férreas… arrojando en estos momentos en que escribo estas líneas más de 200 muertos y gran cantidad de desaparecidos. En esta situaciones, muchas personas, héroes anónimos, han dado lo mejor de sí, ayudando a sus congéneres hasta extremos verdaderamente insólitos, pero… sin entrar en consideraciones ni comentarios, en la prensa se podían leer los siguientes titulares: «Al menos 50 detenidos por actos de pillaje en tiendas y centros comerciales de las zonas afectadas por una dana», «Asaltando el supermercado para "sobrevivir"…», «Un amanecer de saqueos y coches flotantes en el polígono de …», «Propietarios y familiares de una joyería haciendo guardia las 24 horas para evitar robos…», «Se pide a los compradores que no hagan acopio de alimentos en sus compras…»…

Todos los años, mi hermano Carlos, unos días antes del día de difuntos, compra un centro de flores y lo coloca en la tumba de mi padre, fallecido en 2010. Hace una fotografía y lo comunica al resto de la familia para nuestro conocimiento. Al día siguiente, otro de mis hermanos, Jesús, subió al cementerio y… ¡voilá!, el centro había desaparecido. Aquí no ha habido tormentas, vientos y otros efectos atmosféricos que pudieran haber «movido» el centro de donde estaba.

El cementerio es uno de los dos existentes en el pueblo. Antiguo, con años de historia y enterramientos de más de ciento cincuenta años. Pequeño, consta de cuatro patios. Mi hermano se dio una vuelta pesquisidora por los patios y pudo ver algunos ramos o centros de flores similares al que estaba en la tumba de mi padre.

Los centros de ese tipo, más o menos estándar, los confeccionan en una de las dos floristerías existentes en el pueblo. La confección es manual y por ello nunca habrá dos milimétricamente iguales. Pero sí que serán idénticos el que estaba en la tumba de mi padre y el que apareció, en el mismo patio, en otra tumba de otra familia: el que está recuadrado en amarillo en la fotografía que encabeza esta entrada. La fotografía que hizo mi hermano al depositar el centro en la tumba de mi padre sirvió para localizar, sin ningún género de duda, donde había ido a parar cuando misteriosamente desapareció. Se lo podían haber llevado a otro camposanto, pero no, quién quiera que fuera el «transportador» lo colocó unas tumbas más allá, en el mismo patio.

En el pueblo nos conocemos casi todos, con lo que sabemos a quién pertenece la tumba elegida para «disfrutar» de un centro en principio destinado a mi padre. El centro floral… ¿se movió solo?, ¿algún gracioso desconocido se dedica a mover flores de una tumba a otra?, ¿algún familiar de la tumba de destino se quiso ahorrar unos eurillos? Nunca lo sabremos.

No hay que ser muy Sherlock para comprobar que se trata de un único centro de flores. Vean la disposición de los claveres, sus colores, las ramas de relleno… Para más inri, el clavel blanco central tiene una muesca en su parte inferior que es la guinda que cierra la investigación: es el mismo, sin ningún género de duda.

Ahora se impone qué hacer. Lo suyo sería devolver el centro a la tumba de mi padre, pero… Hemos optado por comprar otro ramo y no entrar en disputas. Al año que viene habrá que recomendar a la floristería que utilice bases de centros con una argolla soldada que permita poner una cadena con candado para que no se lo lleven. También se puede introducir en el ramo un chip que permita tenerlo localizado en todo momento. Creemos, como otra alternativa, que lo mejor será pedir al cura párroco, director de este cementerio parroquial, que instale cámaras de vigilancia en los cuatro patios. Porque, han sido unas flores, pero ya puestos…