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domingo, 15 de diciembre de 2024

Elena

—Hola, muy buenos días. Me llamo Elena y le hablo desde La Coruña. Dígame, ¿en qué puedo ayudarle?

Clara, concisa, a la velocidad justa, bien vocalizada, educada, tratándome de Vd.…. una respuesta y unos modales que deberían ser la norma cuando se llama a un Centro de Asistencia a Usuarios de cualquier compañía, tanto si eres cliente como si no. Desafortunadamente, no es lo normal. Quizá no se llamase Elena y estuviera en Tombuctú, eso nunca lo sabré, pero no es importante.

Cuando uno tiene que llamar a uno de estos centros de (des)atención al usuario se pone en lo peor, al menos yo. «Todos nuestros operadores están ocupados», «por favor, espere, le atenderemos lo antes posible» y alocuciones por el estilo suelen ser frecuentes hasta llegar al aburrimiento. Menos mal que muchos de ellos se han puesto las pilas y han desarrollado canales alternativos que la tecnología permite hoy en día. Por ejemplo, conseguir cita para pruebas de radiología en un hospital por wasap.

En la entrada «RENEGOCIAR» de diciembre de 2020 escribía:

«En una sociedad cambiante como esta, casi de un día para otro, el permanecer estático de manera prolongada no es una buena opción, porque podemos estar dejando pasar oportunidades de acceder a servicios mejores o cuando menos aligerar nuestras facturas».

Hoy en día tenemos un montón de contratos y suscripciones. Cuestiones de la casa como luz, agua, gas, telefonía, y otras como medios tipo prensa o audiovisuales, envíos por mensajería, etc. etc. Si uno revisa los recibos que van llegando al cobro a la cuenta bancaria toma conciencia del asunto. Lo mejor y más cómodo es dormirse en los laureles y dejarse llevar. Sin embargo, es muy conveniente estar ojo avizor y hacer una revisión de vez en cuando a lo que estamos pagando porque puede haber novedades que nos interesen bien en la misma empresa con la que tengamos los contratos o bien en otra.

El año pasado cambié mis servicios de telefonía e internet en casa. Lo que anticipaba como una hecatombe de proporciones bíblicas quedó en un paseo militar al marchar todo como la seda. Precisamente en la entrada de este blog de septiembre de 2023 titulada «SEDA» refería todo lo sucedido.

En un largo desplazamiento en transporte público, me dio esta semana por echar un vistazo a posibles novedades en mi compañía de telefonía e internet: 02. Hay que decir que esta empresa no tiene tarifas diferenciadas para nuevos clientes o antiguos: son las mismas para todos. Ví una nueva modalidad que llamó mi atención y que aparece en la imagen que encabeza esta entrada: la posibilidad de incorporar una suscripción —que mi familia me lleva pidiendo— a Movistar Plus. Hay que decir en honor a la verdad que a mí me vendría bien para ver partidos de tenis, aunque ahora que Rafael Nadal se ha retirado tengo muy mermada la afición a ellos: no tengo tiempo para pasarme horas viendo un partido como hacía antes.

Esta nueva posibilidad propició la llamada al centro de atención de usuarios de O2. Descolgaron al segundo timbrazo y obtuve la respuesta del primer párrafo. Pregunté por la nueva tarifa y Elena me brindó una montaña de posibilidades de migración de mi antigua tarifa a la nueva, que además quedó tramitada y activa en el acto. Resumiendo, mi servicio de internet y tres móviles por el que pagaba 53 euros al mes, pasó a costar 60 euros incluyendo el doble de velocidad en la fibra en internet, el triple de Gb. en los datos de los móviles y la suscripción a Movistar Plus.

Cuando ya nos despedíamos, Elena me preguntó si podía ayudarme en algo más. Ya tenía la tarifa más alta posible con una mejora sustancial de prestaciones. Al responderla que no, que muchas gracias, con exquisita educación me preguntó si tenía por casualidad una segunda vivienda para verano o vacaciones.

No la dije ni que sí ni que no, pero la pedí que me informara de las posibilidades en caso de que sí. Lo que me dijo me dejó atónito de increíble que parecía. Los clientes de O2 pueden solicitar la instalación de la fibra con rúter de forma gratuita en la segunda vivienda. La tarifa es de 27 euros al mes, lo cual no es muy recomendable si se pasan pocos días al año en esa segunda vivienda. Pero aquí viene lo mejor: el pago es prorrateable por día de uso efectivo, que puedes activar o desactivar a tu conveniencia sin ningún límite. Es decir que si vas un puente puedes activar el servicio por dos días y eso es lo que te cobran proporcionalmente.

Somos proclives, muy propensos, a expresar nuestras quejas cuando algo no funciona bien pero no tanto a mostrar nuestro agradecimiento cuando las cosas funcionan como debieran. Claro, el funcionamiento normal es lo esperado, pero hay «funcionamientos» como este caso de atención de Elena que sorprenden por lo desacostumbrados que estamos a que en esos centros de (des)atención al cliente se nos trate de forma correcta: alocuciones a toda velocidad, que casi no se entienden, en un español «no de España», mal vocalizados… Lo que debiera ser lo usual, no siempre tiene lugar. Muchas gracias, Elena, y por extensión… muchas gracias O2.