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domingo, 23 de marzo de 2025

PARAFARMACIA

Es un tema ya un poco recurrente a lo largo de los años en este blog, pero no puedo evitar que me enerve cada vez que me encuentro frente a un caso que a mi modo de ver es flagrante. Vamos, que a mí por lo menos me flagra. Es el asunto de los precios de las cosas. ¿Quién los fija? ¿Cómo se fijan? ¿Hay algún control para evitar abusos?

Hace ya años, con motivo de una revisión dental, la muy amable dentista me recomendó utilizar una pasta dentífrica que contuviera Clorhexidina. Se trataba de usarla de vez en cuando, alternando con otras normales, para prevenir, en mi caso, el sangrado de las encías al cepillarme. Hacía tiempo que no la utilizaba y, ante la aparición de los síntomas, acudí a una farmacia a comprar «alguna pasta dentífrica» que tuviera ese componente.

Hace un par de años, lo recuerdo bien, compraba la pasta en cuestión en Mercadona a un coste que rondaba, muy poco por encima, los dos euros. Uno siempre entra en la farmacia, que también es a la vez, aunque no lo diga, parafarmacia, con los brazos bien levantados, dispuesto a que le atraquen, pero cuando me dijo el precio de la única pasta dentífrica que tenían con ese componente y que se puede ver en la imagen, casi me caigo de c… Omito la palabra por si los algoritmos de Google me bloquean esta entrada como ya hicieron en otra ocasión.

¡Ocho con cincuenta euros! Maremía que diría mi amigo Eduardo, ni que tuviera música sinfónica y en estéreo. Me informaron que no tenían otra, incluso insinuando que no la había en el mercado. La verdad es que me pillaron un poco descolocado, pagué y me marché rumiando mis pensamientos… ¡una vez más!

Y es que (algunos) precios en las farmacias son ya de escándalo. Y evidentemente para aquellos medicamentos o similares que no están cubiertos por la Seguridad Social. Tengo los tiques, pero no es cuestión de llenar esto de imágenes, porque cualquiera que se acerque a un establecimiento de estos lo podrá comprobar. Por ejemplo, por un paquete de diez sobres de FRENADOL te soplan la friolera de 13,95 euros: a 1,395 euros el sobre. Si te tienes que tomar tres al día, calculando que es gerundio. Otro ejemplo, vayan a comprar GELOCATIL de 1 gr. y me cuentan. Si el FRENADOL está a precio de diamante, el GELOCATIL por lo menos a precio de plata…

Mas… un momento. Hemos hablado de que la pasta dentífrica la hemos comprado en una parafarmacia, que el diccionario define como «establecimiento o sección de un establecimiento en que se venden productos que, aunque no son medicamentos, suelen comercializarse en las farmacias». Si bien los medicamentos tienen los precios tasados, como se puede comprobar en esa maravillosa página web del vademécum farmacéutico no estamos hablando de un medicamento y por lo tanto su precio queda al albur del comerciante.

Con estas premisas, se trataba de buscar el producto en otras parafarmacias o supermercados. Curioseando en un par de ellos que tengo cerca de casa no encontré nada, pero siempre nos quedará la red, donde aparecen otras marcas, no muchas la verdad, con otros precios. Para establecer un punto de comparación contrastado hoy en día, vea la siguiente imagen


En esta imagen no figura, adrede, el nombre del establecimiento que lo vende, pero la gran mayoría sabrá de cual se trata por el formato. Asequible, directo, con garantías… y a un precio que llama la atención por el enorme contraste con el abonado: 5,93 euros. Como no caduca en mucho tiempo, te lanzas a comprar dos o tres y te ahorras una pasta, amén de tener pasta para un año o más. Y es que de 5,93 euros a 8,50 euros la diferencia es de 2,57 euros, que no es moco de pavo, un 43,33% más.

Con todo esto a uno le entra la duda de cuánto en realidad cuesta o vale el producto cuando sale de la fábrica. El fabricante lo pone todo hasta colocar el producto en el mercado e incluso es posible que lo lleve hasta el destino, me imagino que alguna gran distribuidora a farmacias, parafarmacias, supermercados y tiendas. Lo que pague el consumidor por ello es harina de otro costal. No es que estemos hablando de un producto necesario y vital, pero tampoco se trata de un capricho del que podamos prescindir alegremente, al menos yo.