Dice un conocido refrán popular que «al perro flaco, todo son pulgas». Y más cuando el perro no tiene un dueño que se preocupe por él, aunque debiera, porque está ocupado en otras cosas más interesantes. El perro, en este caso se llama «Sanidad Pública» y su dueño, la Comunidad Autónoma que corresponda, ha tirado la toalla y le ha dejado abandonado a su suerte, sin ningún pudor y sin que se le caiga la cara de vergüenza. Una manera de favorecer a otros «perros» de carácter más privado con dueños que se ocupan y preocupan.
Corro el peligro de aburrir: esta semana y las dos anteriores he dedicado las entradas en este blog a resaltar las «excelencias» de las Autonomías españolas. Pero es que así se las ponían a Felipe II y no me puedo resistir.
La Metformina es un medicamento que utilizamos muchas personas por problemas con los niveles de glucosa en sangre. No hace falta llegar a la diabetes, pero los que estamos gorditos y ya vamos teniendo una edad —¿Qué edad?— somos carne de cañón para que el médico nos recete una ración diaria —es solo un porsiaca— de Metformina que mantenga a raya nuestro azúcar en sangre. Vamos a apostillar, para que no haya dudas, que es un medicamento sujeto a receta médica, como se puede verificar en la parte superior derecha de la imagen donde encontramos el correspondiente circulito. Vamos, que sin receta en la farmacia no te lo dispensan.
Supongo que en las demás también, pero en la Comunidad Autonoma de Madrid, los ciudadanos tenemos en nuestra tarjeta sanitaria los medicamentos crónicos de forma que directamente en la farmacia te los van dispensando periódicamente sin necesidad de tener que acudir al médico, salvo una vez al año para su renovación.
Pero hete aquí que llegas a la farmacia y, con cara compungida te dicen que nones, que no te dan la Metformina. El resto de medicamentos sí, pero la Metformina no. ¿Qué ocurre? ¿no está en la tarjeta? Harto ya de estar harto, el mancebo te explica que los laboratorios han decidido no hacer paquetes de 50 comprimidos y que ahora, todos, son de 60. Y como en tu tarjeta pone que de 50, pues nada, que no te lo pueden despachar. Tienes que ir al médico y que te lo cambie.
Están las citas de los médicos de cabecera para unas prisas. Saco el teléfono inmediatamente y veo que la primera cita disponible del mío es para el 8 de octubre.¡Horror, dos semanas!, con lo me quedo unos días sin poder tomar la medicación. No me parece que acudir a Urgencias sea una solución pero tampoco lo puedo comprar sin receta. Menos mal que en la farmacia me conocen, se fían de mí y, bajo cuerda, me anticipan una caja hasta que el médico me regularice mi tarjeta. Espero que el 8 de octubre, fecha de la cita, no haya ningún problema.
Pensando un poco… ¿por qué 50? La mayoría de los medicamentos en forma de pastillas vienen ya en cajas de 28 comprimidos, es decir, cuatro semanas. Mucho más lógico que 50 que no cuadra con ningún período semanal o mensual, tanto si tomas una pastilla como si tomas dos, por ejemplo.
Me viene a la memoria una charla que dí hace años titulada «Calendarios a lo largo de la historia» y que todavía puede seguirse si se está interesado en Youtube en este enlace. Eso sí, recomiendo saltar los 4 minutos de introducción y es al final donde se aboga por un calendario más práctico y repetitivo en lugar del galimatías de los meses de 28,29,30 o 31 días, festivos móviles y otras cuestiones que llevan con nosotros desde antes de Cristo, bueno, ahora habría que decir desde antes de nuestra Era. Me gustaría saber cuantas horas y cuantas líneas de programación se han gastado en los controles, verificaciones y cálculos con las fechas. Y los cambios de horario en marzo y octubre en España que también tienen lugar en muchas partes del mundo y no siempre en las mismas fechas. Y los cuatro días festivos que decide cada Autonomía por su cuenta.
Cuestiones de calendarios aparte y volviendo al tema que nos ocupa, me imagino que debe ser un continuo chorreo en las farmacias y en las consultas de los médicos el cambio necesario motivado por este nuevo formato de 60 comprimidos. Y yo me pregunto ¿no debería efectuarse el cambio de forma masiva en las bases de datos correspondientes para evitar estas enormes pérdidas de tiempo? Las consultas están saturadas y encima ahora se saturarán más con este asunto. A ver si alguna mente pensante de ese dueño del perro «Sanidad Pública» tiene la ocurrencia, positiva, de iniciar las gestiones necesarias ante el departamento de informática para hacer este cambio de forma que no perdamos el tiempo pacientes y médicos por un asunto colateral.