En muchas ocasiones no somos conscientes de nuestra relación con este preciado líquido que nos cae del cielo, cada vez de forma más irregular debido a los cambios climáticos. En las sociedades llamadas occidentales basta con dirigirse a alguna de las estancias de nuestra casa para abrir un grifo y disponer de un caudal de agua abundante que podemos utilizar en el momento según nuestras necesidades, desde las más elementales de aseo o preparación culinaria hasta otras muchas de ocio o divertimento.
El hecho de que muchos hayamos nacido con el agua disponible en nuestras casas, nos resta la perspectiva de considerar como serían nuestras vidas sin esta posibilidad de la que disponemos. Cuando yo era muy pequeño, solía ir los veranos durante algunas semanas con mi abuela a su pueblo, donde nos alojábamos en casa de unos tíos. El pueblo, hoy en día uno de los más pujantes e industriales de la provincia, era por aquel entonces un conjunto de casas bajas de una planta dedicado principalmente a la agricultura. Como ya se puede ir imaginando, las casas no disponían de agua corriente.
Varias veces al día era necesario coger los cubos y dirigirse a la fuente pública para hacer acopio de agua y tenerla disponible en la casa. Por suerte mencionaré que la fuente no estaba demasiado lejos, ya que el agua pesa lo suyo. El hecho de tener que realizar el esfuerzo de acarrear el agua te predisponía a condurar y controlar muy mucho su uso en la casa: no se desperdiciaba ni una gota, dado que un desperdicio suponía un nuevo viaje a la fuente. El aseo personal pasaba por el lavado “manual” previo vertido de un poco de agua en una jofaina o palangana en tu propia habitación. El cuarto de baño simplemente no existía y si se preguntan dónde estaba la parte del cuarto de baño que no sirve para bañarse les diré que en el gallinero, bajo las estrellas. Eran otros tiempos que felizmente han pasado para nosotros, pero no olvidemos que algunos pueblos de la Tierra siguen viviendo en esas condiciones.
Nuestros hijos no han conocido el no disponer de agua corriente y abundante. Las cocinas disponen de modernos aparatos, lavadoras o lavavajillas, que hacen uso intensivo de esta facilidad de disponer del líquido elemento. Nuestro aseo diario pasa por un baño o una placentera ducha en la que podemos estar recibiendo en nuestra piel agua, por cierto caliente, durante el tiempo que creamos conveniente. En aquellas casas con jardín y piscina, los niños pequeños y no tan pequeños pueden jugar con una manguera o bañarse y chapotear sin preocuparse de cómo llega el agua.
Si bien dicen que el consumo importante procede del uso industrial, el consumo particular se va incrementando progresivamente a medida que varían nuestros usos y costumbres. Las grandes ciudades y pueblos necesitan grandes instalaciones de recursos hídricos para proveer a sus habitantes del líquido preciado. Ya no es tan barata el agua, su coste representa cada vez más un pellizco importante en las economías.
Desde hace unos años, de vez en cuando nos animan a reducir de forma responsable el consumo de agua, a ser cautos en su utilización. Cada vez que veo un anuncio recuerdo mi época de niño en casa de mis tíos.
Las casas modernas no están construidas estrictamente para ahorrar agua. Tengo un amigo que vive en un chalet de considerable tamaño que se ha propuesto minimizar el consumo. Una de las operaciones que hacemos generalmente todos a diario es la de ducharnos. Dependiendo del tamaño de nuestra casa y de la distancia que haya desde la caldera o acumulador al grifo de nuestra ducha, abrimos el grifo al principio y desechamos todo esta agua fría contenida en la tubería hasta que empieza a llegar el agua caliente y podemos comenzar nuestro aseo. En el caso de este amigo, la distancia entre su caldera y su cuarto de baño es grande, lo que le da para llenar dos cubos que tiene convenientemente situados al lado de la ducha. Llena los dos cubos con el agua fría que generalmente casi todos desechamos, y a continuación comienza su aseo. El agua contenida en los cubos es luego utilizada para otros usos como regar las plantas o en lugar de la cisterna del wáter. Como contrapunto, conozco otra vivienda en la que su propietario ha instalado un sistema que le mantiene el agua caliente circulante y por tanto disponible de forma inmediata en cualquier grifo. Este otro amigo no desecha agua pero habrá que pedirle que nos enseñe lo que le cuesta mantener el agua caliente en todo momento.
Por no extenderme más, hacer una consideración o pregunta ¿se puede beber el agua que sale por su grifo? ¿seguimos acarreando agua desde el supermercado?