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domingo, 1 de marzo de 2009

LORTAD-2


Las modas van y vienen, sufren sus ciclos. Hace años se utilizaba el envío masivo de correspondencia con propaganda de forma directa al domicilio particular de las personas para convencerles de las bondades de unas ofertas acerca de artículos de consumo que probablemente no necesitaban o ni siquiera eran de su interés. Como ya he comentado en otra entrada anterior, existían empresas que se dedicaban a la caza de direcciones y datos particulares para ofrecérselos en forma de etiquetas autoadhesivas para las campañas de propaganda.

Aquello cesó casi por completo pues otros medios vinieron a sustituir una forma de publicidad que tenía poco eco, algún coste y problemas de dirigir a las personas diana adecuadas. Pero hay ciclos y la moda parece que vuelve, eso sí, con menor virulencia.

Recibo en el buzón de mi casa una carta extraña, de esas de sobre de ventanilla bajo la cual se puede leer mi dirección perfectamente escrita, por ordenador claro. Hoy todo se hace por y solo por ordenador. Un rápido vistazo al remite, donde figura “Grupo T.H. 2000 S.L. en un apartado postal me hace ver que es una carta “no deseada” ni “esperada”. Habría que ver si existe siquiera esa persona jurídica, pero no es ese el caso. Por la dirección que figura conozco de donde ha sido cedida mi dirección a esta empresa, aunque en letra muy pequeña, casi ilegible, se esfuerzan por comunicarme que “procede de fuentes accesibles al público” y me indica el nombre de otra empresa, con su dirección y teléfono donde puedo ejercer mi derecho a que sea retirada mi dirección.

Sin mucha confianza en la existencia de la empresa, adoptando mecanismos de ocultación de mi número de teléfono marcando “067” por delante, llamo y ejerzo mi derecho de que no se utilice más mi dirección. La señorita que me responde me asegura que me da de baja en ese mismo momento pero que es posible que haya otras campañas en marcha e incluso que otras empresas hayan tomado mi dirección. Pues si que estamos bien, solo me queda el recurso del pataleo.

La carta no tiene desperdicio. La empresa que figura en el logotipo de la carta no es la misma que rezaba en el remite: otro nombre raro con un aditamento que dice “Menaje & Diseño” . Empieza dirigiéndose a mí como “Estimado Cliente Amigo”. Que yo recuerde nunca he sido cliente de una empresa desconocida que me manda cartas bajo un remite desconocido y mucho menos voy a poder ser amigo suyo.

Continua con un “Usted ya conoce la calidad y prestigio de nuestra empresa”. Supongo que para la generalidad de la gente esto puede suponer un halago indirecto pero a mí se me pone una cara de haba que para qué: No les conozco de nada, ni por estos mecanismos que emplean me parece que vayan a poder tener calidad y prestigio. El siguiente párrafo no tiene desperdicio: “Hace unos meses que con el motivo de nuestro 48 aniversario estuvimos en Madrid, entregando unos premios a nuestros mejores clientes, entre los premiados se encontraba Vd. que por la razón que sea no acudió a recoger su premio”. Impresionante, una empresa de solvencia y prestigio conocido, con una antigüedad de cerca de cincuenta años que me regaló hace meses algo que yo no acudí a recoger. Empresa buena, prestigiosa y conocida, yo malo.

Me instan a pasar de nuevo a recoger mi regalo, un estupendo cepillo de vapor que, como no podía ser de otra manera, “es anunciado en TV” o un robot de cocina con cinco funciones “también anunciado en TV” y que hace de todo, incluida la función de “esprimir”, cito textualmente esta falta de ortografía que no es la única.

Ojo, este regalo que me ha correspondido por ser un cliente y amigo me lo entregaran al finalizar el acto al que me convocan donde tengo que acudir como requisito indispensable “en compañía de mi pareja y con mi documento nacional de identidad”. Supongo que “pareja” será un concepto global para designar que vaya con otra persona, sea mujer, novia o novio, amiga, etc. De paso me ofrecen hacer extensivo el regalo que me van a dar a mí si me hago acompañar por un “MATRIMONIO AMIGO de mi misma edad”. Aquí lo de pareja ya no vale, tiene que ser matrimonio y de mi misma edad.

Lo demás es lo de siempre, un hotel, unos horarios de pase de sesiones y a presionar a los asistentes para que compren algo que seguramente no les interesaba antes de entrar a la reunión, que cuesta una “pasta gansa” y que ellos ya se encargan de tramitar el préstamo en el banco o entidad financiera para que se haga todo en el momento, con la anuencia y firma de la “pareja” para que no haya después discusiones y también para que el asistente no argumente su negativa diciendo “lo tengo que consultar con mi pareja o “parejo”.

Me ponen triste estas cosas. Seguramente muchos incautos acompañados de sus parejas de hecho o de derecho acudirán a este tipo de eventos sin saber a lo que van, solo por un regalo que antiguamente si que es verdad que daban y era bueno pero que ahora en la mayoría de las ocasiones o es una castaña pilonga o para conseguirlo tienes que hacer muchas más cosas que asistir y tragarte la charla.

Recomiendo muy encarecidamente a todo el mundo asistir a tres o cuatro de estos eventos, pero con la mente y la determinación bien clara de que, oigamos lo que oigamos, no vamos a tomar ninguna decisión en el acto. Aunque nos regalen duros a pesetas. El truco está en la inmediatez, el acoso y la presión para tomar una decisión grave, sobre todo costosa, en un ambiente que no es el nuestro, bajo una presión de grupos de personas a las que no conocemos y que entran al trapo como los toros de lidia, sin pensar.

Yo he asistido a varios de estos eventos, para conocer como son. Como de antemano sabía a lo que iba hasta me he divertido al ver las formas y los trucos que se emplean. Otro día les contaré con pelos y señales uno de ellos y como al final el regalo no fue tal, era como un dardo envenenado que acabó en la papelera enfrente justo de la puerta de salida.