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sábado, 14 de julio de 2012

CIUDADES



No soy lector de esa revista con título amable y sugerente, ¡HOLA! salvo en contadas ocasiones en que la hojeo en consultas de médicos y dentistas para echar un vistazo a la sociedad alta, la que aparece en ese tipo de revistas. Pero desde hace varios años por estas fechas, al comienzo del verano, la revista publica un especial de vacaciones en la que se pueden obtener pistas verdaderamente interesantes sobre muchos puntos de nuestra geografía nacional que merecen la pena ser visitados. En la edición de este año venía adjunta una revista adicional titulada “Escapadas por Europa” con indicaciones para visitas rápidas a veinte ciudades europeas, las de más renombre.

De una de las indicaciones españolas he tomado buena nota para darme una escapadita dentro de unos fines de semana por una comarca de la alargada y muy desconocida provincia de Burgos, aunque como era de esperar, los alojamientos recomendados en la revista estaban plenos de ocupación. No debo ser el único que la compre, la lea y trate de poner en práctica sus recomendaciones. Pero no es de nuestro turismo interior de lo que quiero tratar en esta entrada, sino del exterior.

Mi primera salida allende de nuestras fronteras ocurrió tras el verano de mil novecientos ochenta y tuvo como destino un hermoso y desconocido país como Bulgaria, con extensiones a las ciudades de Bucarest, Moscú y Estambul. Para bautizo no estaba nada mal pero fue un verdadero problema, ya que me picó el gusanillo de conocer mundo y desarrollar mi faceta de viajero. Cualquier momento era bueno para escaparse y conocer más lugares, en puentes, vacaciones e incluso ratos libres. En diciembre de ese mismo año conocí Londres y los años siguientes me lancé a la conquista de Europa. Tu propio coche, la tienda de camping, latas de sardinas debajo de los asientos y macarrones en la rueda de repuesto, fueron un buen sistema de hacer kilómetros y kilómetros por las carreteras europeas, conociendo ciudades maravillosas, lugares fantásticos y gente entrañable. A pesar de haber transcurrido tanto tiempo recuerdo con total nitidez multitud de lugares, nombres y anécdotas ocurridos en aquellos años de viajar intenso y disfrute insuperable.

En la revista y en la imagen que acompaña a esta entrada aparecen referencias a veinte ciudades europeas. Conozco todas ellas menos una, habiendo estado en algunas más de una vez. Todas tienen sus encantos y merecen la pena pero si me tengo que decantar por una de ellas, no tengo ninguna duda en la elección: San Petersburgo. Cuando yo la visité no se llamaba así, sino Leningrado. Era diciembre de mil novecientos ochenta y tres, en plenas navidades. La temperatura en la calle era de veinticuatro grados bajo cero, pero era una delicia pasear bien abrigado y ver como la gente hacía vida normal. La cena de fin de año en el hotel fue épica, añadiendo las ganas de fiesta tipo español a las de otras nacionalidades presentes y celebrándola dos veces, dada la diferencia horaria con España. Inolvidable el paseo posterior a las tres de la mañana por la playa cercana al hotel donde el mar si no estaba congelado al menos lo parecía en la oscuridad reinante, solo tamizada por los reflejos de las luces lejanas del propio hotel. Como digo una ciudad muy recomendable de visitar y disfrutar, sus paseos, sus canales, su museo del Hermitage, sus palacios, en fin, su todo.

Pero he comentado que hay una ciudad de la lista que no he visitado, todavía, aunque tengo muchas ganas de hacerlo desde hace varios años. He pasado cerca de ella en un par de ocasiones en viajes en coche, con lo que no hubiera costado mucho desviarse a conocerla, pero la tengo reservada para una última aventura que, lamentablemente, se va demorando con el tiempo: correr un maratón en ella. La ciudad no es otra que Berlín, que celebra a finales de septiembre uno de los maratones más afamados del mundo, donde se han conseguido los records de esa distancia en los últimos tiempos. Conocer lo que queda del famoso Muro de Berlín o pasar por debajo de la Puerta de Brandeburgo al finalizar la carrera tiene que ser una sensación para recordar. Esperemos que este blog siga vivo y que la carrera tenga lugar algún día para poderlo narrar.