Continúo con la segunda parte de esta entrada, en la que reflejo cinco momentos impactantes de mi vida en el terreno personal. Los dos primeros pueden consultarse
aquí.
TRES. Durante toda mi vida he sido gran aficionado a practicar todo tipo de especialidades deportivas. Como suelo decir, “juego a todo, pero mal”. Llevaba tiempo rondando por la cabeza el correr una maratón, ya se sabe, algo más de cuarenta y dos kilómetros seguidos, uno detrás de otro. Aunque mantenía un buen tono físico, mi peso por encima de los noventa kilos para una estatura “cortita” no eran buenos augurios para esta prueba de tremenda exigencia. A mediados de los noventa, un compañero de oficina nos embaucó a varios para empezar los entrenamientos con vistas a culminar una carrera de este tipo con éxito. En la foto puede verse la llegada de la primera que corrí, en Madrid, entrando en la meta abrazado a mi gran amigo Miguel Angel, que culminaba su segunda maratón. Para mí era finalizar la primera y lo que se siente al cruzar la meta tras más de cinco horas de esfuerzo continuado, es indescriptible. Luego vendrían otras, en variados lugares, entre ellos Nueva York, pero como la primera, ninguna. La historia de estos devenires puede ampliarse descargando un documento en este
enlace.
CUATRO En el primero de los momentos comentaba como vi truncadas mis expectativas de cursar estudios universitarios debido a mi incorporación al mundo laboral. La idea de retomarlos rondaba insistentemente en la cabeza hasta que en 1993 y a pesar de las obligaciones laborales y familiares, decidí iniciar los estudios de Psicología en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Me hubiera gustado meterme en alguna otra carrera de tipo más técnico, pero dadas mis posibilidades y limitaciones de tiempo, escogí esta carrera con asignaturas variadas y que procura una formación humanista muy interesante. Yo no estaba acostumbrado a los suspensos en junio, pero las tres asignaturas en las que me iba matriculando años tras año eran demasiado y a pesar de leer y estudiar sacando tiempo de donde podía, el contar con los exámenes de septiembre era necesario. Pasaron once largos años de esfuerzo, veranos incluidos hasta que, un día de septiembre de 2004, cuando salía de realizar el último examen, tuve el pálpito de que todo se sabía acabado. Cuando digo “todo” me refiero a la parte académica porque uno nunca acaba de estudiar y formarse si se quiere estar al día. Los cambios y los progresos son continuos y permanentes en cualquier materia y hay que mantener un esfuerzo continuado y constante. Pero la obtención del título fue un hito y aquella tarde de septiembre, cuando abandonaba las aulas del politécnico de La Paloma, en Madrid, sentí que un largo camino de once años había quedado atrás.
CINCO Uno de los lugares talismán en mi vida es el claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos. Tuve la oportunidad hace muchos años de acceder a él con muletas por una operación de menisco, lo que me permitió quedarme a solas en el claustro mientras el resto visitaba una dependencia, y sobrecogerme y embargarme de un inmenso sentimiento de paz y tranquilidad. Quise repetir la experiencia y para ello hace un par de años me fui a pasar tres días de recogimiento, dentro de un programa que muchos de ellos tienen para acoger huéspedes en los monasterios. Los rezos de los monjes, en los que participaba como uno más comienzan a las seis de la mañana con “Vigilias”, que dura cuarenta y cinco minutos aproximadamente. Tras él es posible regresar a la habitación, pero yo no lo hacía, quedándome a oscuras sentado en el claustro de la abadía, a noche plena. En la época en que yo estaba allí, comenzaba a amanecer lentamente pasadas las siete, pudiendo participar del tañido de las campanas, la llegada de la luz, la algarabía de los miles de pájaros que pernoctan en el centenario ciprés en el momento de abandonarlo, coleccionando sensaciones indescriptibles de paz y tranquilidad. Por haber sido este último suceso elegido más reciente, ha sido narrado con más detalle en dos entradas de este blog,
esta y
esta, por lo que a ellas me remito para el lector que esté interesado en ampliar detalles.