No es de ahora. La distancia entre gobernantes y gobernados arranca con la historia de la humanidad y aunque sufrirá alargamientos y acortamientos, no se eliminará nunca. Es algo parecido a la distancia entre empleados y jefes. Ya lo dice el refrán “No sirvas a quien sirvió ni pidas a quien pidió” aunque yo había oído otro modificado, que viene más al caso que dice “No sirvas a quién sirvió ni mandes a quién mandó”.
Una de las figuras vigentes en nuestro ordenamiento es la denominada Iniciativa Legislativa Popular, que no es otra cosa que promover el estudio y en su caso aprobación de una ley a instancias de una petición de los ciudadanos, a base de reunir una montonera de firmas respaldando la iniciativa y presentarla en el Congreso de los Diputados. No es bastante con dos o tres firmas, sino que el mínimo es de medio millón. Hay que tener muy claro y destinar mucho esfuerzo para recoger de forma legal, una a una, esa enorme cantidad de firmas de forma organizada.
En estos días este tema ha cobrado actualidad. La PAH, Plataforma de afectados por la Hipoteca, ha presentado nada menos que 1.402.854 firmas para pedir un cambio en la Ley Hipotecaria vigente, que data de hace una montonera de años y que es más que probable que esté absolutamente desfasada. La crisis actual, que además incluye de propina un descenso acusado del precio de las viviendas, está poniendo a muchas familias en la calle, que se quedan sin una casa por la que ya han pagado muchos euros mes a mes y lo que es peor, con la deuda pendiente vigente. Algo no funciona y una cosa está clara: el que no pierde nada es el prestamista, todas las pulgas se van al prestatario, que se queda sin nada y encima sigue debiendo dinero.
En toda la historia reciente y si los datos no me fallan, se han presentado varias iniciativas pero solo una de ellas ha llegado a buen puerto: la relativa a temas de comunidades de propietarios presentada por abogados y administradores de comunidades. Aunque pudo haber otra acerca de la Televisión sin fronteras, pero no tengo ganas de investigar, han sido muy pocas. El resto, con mayor o menor fortuna, han ido a parar a la papelera del olvido.
Pero volviendo al tema, una de las primeras cuestiones a tener en cuenta es que la Mesa del Congreso puede, sin tener que dar ninguna explicación, rechazar o admitir a trámite una I.L.P. ¿Saben Vds. que en un primer momento esta iniciativa avalada por un millón cuatrocientos dos mil ochocientos cincuenta y cuatro ciudadanos iba a ser rechazada? Así sin más, de un plumazo, como un “váyanse Vds. y sus firmas al guano”, pero que se han creído, presionando a los representantes de los ciudadanos de esta forma. Que no, hombre, que tenemos otras cosas que hacer, que no estamos aquí para perder el tiempo con las tonterías que se les ocurren a “unos cuantos ciudadanos”. De hecho, nuestros sesudos dirigentes con mayoría en el Congreso anunciaban desde días antes que la iban a rechazar y en ello estaban, pero la presión popular les hizo reconsiderar su decisión y aceptarla al final. Y dicho sea como añadido, unos cuantos suicidios achacables al tema.
¿Y esto sirve de algo? Que os lo habéis creído, tontorrones, más que tontorrones. Ahora vienen los estudios de las Comisiones, que se lo pasaran a las Ponencias, que estudiarán su idoneidad y coherencia, preguntarán a los asesores, harán enmiendas parciales o totales…. La cuestión es clara ¿hay voluntad? Me temo que no. Si la hubiera, como ocurrió en la última reforma de la propia constitución, en 10 o 12 días estaba solventado. No olvidemos que de este tema de las hipotecas y la llamada dación en pago se lleva hablando años, ya desde el gobierno anterior y lo que al menos a mí me queda claro es que con la Iglesia, digo los Bancos, hemos topado. No hay nada que hacer, puede perder todo el mundo sus dineros, pero los bancos no pueden perder, son capaces incluso de estafar con malas artes a ciudadanos, recuerdes el tema de las preferentes, sin que nadie ose decirles ni pío. Todo el mundo a callar que poderoso caballero es don dinero y los gobiernos, léase los partidos políticos, tienen las manos más atadas que nadie.
La Iniciativas Legislativas Populares mueren lentamente. Es posible seguir todo su desarrollo a través de la
web del Congreso. Yo he intentado localizarlo y reconozco que no lo he conseguido aunque no he empleado mucho tiempo porque no me merece la pena ni me quiero calentar la cabeza.
Tengo entendido que las I.L.P.’s caducan con el cambio de legislatura, para lo que quedan casi tres años si no hay elecciones anticipadas. En el mejor de los casos, en tres años no hay tiempo suficiente para que sus señorías preparen y lleguen a debatir esta ley que han propuesto un millón y medio de ciudadanos ignorantes. Y aunque se votara y aprobara en el Congreso, luego tendría que ir al Senado y…
Repito la pregunta clave ¿hay voluntad? Mi respuesta es que no, por lo que mucho me temo que está será otra ley que irá a parar al cementerio de las ILP’s olvidadas. Ojalá me equivoque. Y además hay pocas soluciones, tranquilas, a esto. La única que se me ocurre es que en las próximas elecciones PP y PSOE no tuvieran un solo voto, lo cual es imposible en un país con tanta cantidad de ciudadanos tan miopes como en este. Llevan más de treinta años engañándonos, unos y otros, y seguimos erre que erre votándoles. Su
tiempo se ha acabado, pero se resisten.