Durante prácticamente toda la semana pasada el buque
“Juan Sebastián de Elcano” ha estado fondeado en la bahía de Santander, tras su periplo comenzado en enero de este año que le ha llevado a atravesar el océano Atlántico en los dos sentidos. Rematando su viaje, costeará España y Portugal hasta llegar a su base en el Arsenal de La Carraca, en San
Fernando, Cádiz.
Como es bien sabido, este bergantín goleta de la Armada Española es el buque escuela por donde han pasado numerosas promociones de Guardia Marinas en su proceso de formación como marinos profesionales. Toma su nombre del ilustre marino que en 1522 completó la primera vuelta al mundo al tomar el mando en la expedición promovida por Fernando de Magallanes, debido al fallecimiento de este. El casco fue diseñado por la compañía Echevarrieta y Larrinaga y fue botado en Cádiz el 5 de marzo de 1927, cerrando así un período en el que la Armada no dispuso de buque escuela tras el desmantelamiento del anterior denominado “Nautilus”. A modo de curiosidad, decir que el coste de este barco fue de 7.569.794 pesetas de las de aquella época. Tras unos viajes iniciales para comprobar sus defectos y virtudes y reparar aquellos, se inició su primera vuelta al mundo en un crucero de instrucción que tuvo lugar entre el 1 de agosto de 1928 y el 29 de mayo de 1929. Ha dado un total de diez veces la vuelta al mundo y ha realizado prácticamente tantos cruceros de instrucción como años tiene, pues si bien algunos años como los de la Guerra Civil española no surcó los mares, hubo años en los que realizó dos viajes.
El pasado jueves y debido a la jornada de puertas abiertas, tuve la oportunidad de realizar una visita al interior del barco. Numerosas personas tuvieron la misma idea y la cola era interminable, además de que todos, una vez a bordo, nos deteníamos haciendo fotografías a los innumerables detalles que llamaban nuestra atención, pues 113 metros de barco dan para mucho. En todo momento, el personal del barco estaba a tu disposición para atender cualquier cuestión que surgiera e incluso realizarse fotografías con los visitantes, especialmente los niños que disfrutaban enormemente. Más de uno habrá pensado en hacerse marino cuando sea mayor tras su visita al barco. Yo también lo he pensado pero ya no es tiempo.
Pero yo y mis acompañantes teníamos una baza especial bajo el brazo. Nos acompañaba nuestro sobrino Javier, que es uno de los 68 Guardia Marinas que este año ha realizado el crucero de instrucción, en su cuarto año de formación como marino de la Armada Española. En todo momento nos refería detalles de su reciente viaje, que todavía no ha finalizado, con pelos y señales de las diferentes partes del barco, de la jerga marinera que ya se sabe, entre otras cosas, que en los barcos no hay cuerdas sino cabos, que se “come” con la estribor y no con la babor, que la proa es lo de delante y la popa lo de detrás y decenas y decenas de acepciones del lenguaje que son específicas de este mundillo de la marinería. En mi caso, y dado que realicé hace muchos años dos navegaciones en velero por el Mediterráneo me sirvió para rememorar algunas cosillas que permanecían olvidadas.
Y lo mejor vino al final: cuando a todos los visitantes les llegaba la hora de abandonar el barco, iniciamos una visita especial a las dependencias interiores, comedor, escuela, capilla, camaretas… donde hacen la vida los Guardia Marinas. Con muy poco espacio para tantas personas, la atmosfera en pleno bullicio de actividad tiene que resultar asfixiante, pero según nos comentó a todo se acostumbra uno. Aquello de las sardinas en lata, bien colocaditas y sin moverse, es de aplicación a esto pero con personas.
Y como colofón, cuando ya nos tocaba a nuestra vez abandonar el barco, apareció por allí nuestro primo, el padre de Javier, que estaba recordando viejos tiempos, de cuando el a su vez hizo el viaje en 1976, y saludando a sus conocidos entre la dotación del barco, como oficial de la Armada que es. Esto nos permitió una visita a la zona de oficiales y a la residencia del comandante del buque, con una atmósfera especial llena de recuerdos de tantos años. Ya se sabe que en los barcos hay mucha madera y por lo tanto riesgo de incendio, por lo que al revés que en la vida civil no se puede fumar fuera y hay que hacerlo dentro: una camareta especialmente acondicionada y muy coqueta sirve de sala de fumadores al capitán.
Y ya ayer domingo asistimos a la salida de puerto del barco, a la que pertenece la fotografía que ilustra esta entrada. Con prácticamente todo su velamen desplegado, el J.S.Elcano dejó el puerto de Santander acompañado de numerosas pequeñas embarcaciones que le rendían su homenaje particular.
Muchos más datos y curiosidades sobre los más de ochenta años de historia de este barco, emblema no solo de la Armada sino también de España pueden encontrarse a poco que busquemos en internet, y especialmente en la
página oficial del barco.