Hemos
hecho comentarios en este blog con anterioridad acerca de las diferencias en el
tratamiento de los residuos en diferentes países, concretamente en la entrada «CASCOS» publicada hace ahora seis años,
en julio de 2009. Qué duda cabe que la mejor basura es la que, sencillamente,
no se produce, como ocurría hace años y comentábamos en otra entrada «JABÓN» de
la semana anterior, donde las casas se gestionaban su propia basura y no salía
nada al exterior. Ahora producimos montañas y montañas de residuos, porque
desde hace unos años y por la presión de los sistemas de compra y envasado de
los productos, hemos asistido a un desmesurado crecimiento de los envoltorios,
lo que genera una cantidad enorme de basura. En el fondo, desechamos cantidad
de materiales muy útiles y muy costosos de obtener, por lo que ya desde hace
tiempo nos quieren convencer de que participemos activamente en los procesos de
reciclado. Para ello deberíamos tener una enormidad de sitio en casa donde
colocar varios cubos o recipientes para cada una de las modalidades de
reciclado que se nos ofrecen, tales como envases, papel, vidrio, orgánica,
aceite, pilas y alguno más que habrá por ahí y en este momento no me viene a la
cabeza.
Dentro
de este programa, disponemos en casa de una bolsa donde vamos acumulando el papel
y el cartón con vistas a su depósito en el contenedor de reciclado, el azul,
sirva de recordatorio para despistados. No es muy costoso, es limpio, y parece
que así aportamos nuestro granito de arena a la conservación del medio ambiente,
que buena falta le hace al pobre. Antes de llevar la bolsa al contenedor, me
gusta hacer una pequeña revisión de su contenido para eliminar posibles papeles,
tales como aquellos que puedan contener algún dato sensible como nombres,
direcciones, teléfonos, cuentas bancarias o similares. La gente tira las cosas
a la basura sin tener un mínimo de precaución en estos asuntos, que nunca está
de más. Vean sino la imagen de una caja encontrada AL LADO DEL contenedor, ni
siquiera dentro, donde se pueden leer multitud de datos del destinatario, el
producto, la empresa, fechas, etc. etc. que yo he tachado por razones de
confidencialidad y porque no quiero desvelar datos, que si caen en manos
inadecuadas pudieran producir un disgusto. La foto está hecha con mi teléfono
móvil: en un periquete me llevé toda la información.
Aquellos
profesionales o aficionados al mundo de los espías o la antropología saben que
una de las mejores fuentes de información es la basura. Siempre se ha comentado
que un empleado de limpieza en una oficina que sea un poco avispado y eche un
vistazo a las papeleras puede recabar información muy valiosa. No en vano en
muchos sitios se dispone ya de trituradoras de papel para dar buena cuenta del
material con información sensible, aunque por comodidad o vaguería no siempre
se hace uso de estos aparatos y se lanzan directamente a la papelera normal.
Recientemente he estado laborando un tiempo en las oficinas de un gran banco
nacional y era curioso ver en las papeleras, algunas de ellas en sitios accesibles
para cualquiera como la sala de impresoras, multitud de
documentos con información más que sensible, no solo de titulares de cuentas, sus
números de identificación y sus saldos, sino también documentos nacionales de identidad, CIF’s
de empresas y autónomos, facturas con datos de matrículas de coches, datos de
hipotecas y créditos, nombres de empresas y sus direcciones, empleados de las
mismas con sus correos electrónicos y teléfonos… Vamos, una mina a poco que
caigan en manos de algún desalmado que los utilice de forma torticera.
Se
dice por activa y por pasiva que no se impriman documentos si no es
estrictamente necesario, que se conserven bajo control y llave, especialmente
en horarios fuera de trabajo, que no se depositen en contenedores y papeleras
normales y se pasen por la trituradora, pero a pesar de ello el problema
continúa. Y hoy en día en que es frecuente en las empresas contratar personal
de forma temporal, esto puede ser una fuente de problemas de tamaño
considerable.
Como
decía, hago una revisión de los papeles míos y de mi familia antes de llevarlos
físicamente al contenedor. Alguna vez me he encontrado alguno que he hecho
trocitos con mucho cuidado, depositando parte en el contenedor de papel y parte
en la basura convencional, para minimizar el riesgo. En algún momento he
llegado a pensar en adquirir una trituradora, pero además de la falta de sitio
y de que en casa tampoco el problema es tan grande, el ejercicio físico para manos
y dedos de hacer trocitos una hoja de papel siempre es saludable en la
prevención de la artrosis.
Supongamos,
en el caso de la imagen que acompaña esta entrada, que en vez de haber comprado
naranjas de zumo por internet, la señora Teresa XXX hubiera comprado una televisión,
una aspiradora, un aparato de aire acondicionado o una estufa. En unos días se
podía presentar en su casa, con todos sus datos perfectamente dispuestos en un
formulario «oficial», un operario de una empresa ficticia con la intención de
hacer una revisión o cualquier otra excusa…
Y siempre pueden existir beneficios añadidos. En mi última revisión antes de ir
al contenedor, he encontrado un dominical atrasado, de hace varios meses, con
un artículo enjundioso en el que en su día no había reparado y titulado «Colesterol: fármacos bajo sospecha». Me
sirve de pie para la entrada de la próxima semana en la que lo reproduciré para
enlazar con mis desavenencias con el colesterol, porque poco a poco van
saliendo a la luz datos que confirman el engaño que estamos sufriendo
colectivamente en este asunto.