En los primeros meses del año 2012, las cadenas oficiales o
nacionales de radio y televisión sufrieron una remodelación bestial por cambios
de los profesionales que dirigían o realizaban los diferentes programas. Como
comentaba en mi entrada «RADIO», yo era
en aquellos tiempos y desde hacía años un asiduo de Radio Nacional y en
concreto de algunos programas, uno de los cuales sigo recordando y sigo
convencido que tendrá que pasar mucho tiempo hasta que haya otro similar: «Asuntos propios», un programa fresco y
sobre todo tolerante con las opiniones y las opciones de los entrevistados
conducido de forma magistral y exquisita por un profesional como la copa de un
pino cual era y supongo sigue siendo Toni Garrido. La política tiene estas
cosas y los nuevos gobernantes elegidos en las urnas a finales de dos mil once
metieron la mano hasta el corvejón. El tiempo ha sido testigo de las
consecuencias de aquella maniobra brutal y la caída de las audiencias en RTVE y
RNE han sido espectaculares, tanto que costará mucho tiempo que se vuelvan a
recuperar si es que alguna vez ocurre, aunque eso poco importa.
Sin embargo, al menos un programa y desconozco si alguno
más, sobrevivió a aquella caza de brujas y sigue haciendo las delicias de los
oyentes: «No es un día cualquiera»
conducido por Pepa Fernández y que los fines de semana llena las mañanas de
muchos oyentes. Yo no puedo por lo general escucharle en directo, pero la magia
de internet me brinda la opción de escuchar de forma selectiva ciertos apartados
a través de los «PODCASTS». En todo caso y para aquellos que no se manejen en
estos mundos que pueden parecer modernos pero que llevan ya unos años entre
nosotros, la página web de RTVE denominada «ALACARTA» permite volver a ver y
escuchar todos los programas de las cadenas nacionales. Y en el caso de este
programa de radio, que dura cinco horas, con la enorme ventaja de estar fraccionado
y permitir seleccionar los apartados que nos resulten interesantes y que son
los podemos descargar a nuestro teléfono móvil para ir escuchando poco a poco a
lo largo de la semana, bien en la radio del coche bien en el transporte público
con auriculares para no molestar a nuestros compañeros de viaje.
Como digo, selecciono diferentes secciones del programa. Una
que temporalmente ha finalizado por la entrada en política de su conductor y
que me gustaba mucho era «Verba volant»,
en el que un profesor nos deleitaba tomando como base diferentes latinismos,
su etimología, su uso y su influencia en nuestro lenguaje actual. Eran poco más
de diez minutos semanales que como digo han desaparecido por el momento. Además
de entrevistas y otros, escucho el titulado «Concohistorias» en el que una humorística y didáctica Nieves
Concostrina nos ilustra con piezas curiosas de la historia.
Ahora ando enganchado a uno nuevo, desconozco su título, en
el que la boticaria del programa Marian García nos trae a colación historias
prácticas de la vida de su farmacia, chascarrillos y sobre todo información muy
jugosa sobre aspectos prácticos de la medicina y las enfermedades comunes. El
programa del sábado pasado versaba sobre heridas, antisépticos y desinfectantes
y me ha resultado tremendamente revelador, al venirse abajo todas mis
concepciones acumuladas por la experiencia a lo largo de unas cuantas décadas
de vida.
Cuando de pequeños resultábamos heridos, lo normal era un
buen lavado de la herida con agua oxigenada seguido de un buen unte de
Mercromina. Los niños españoles, especialmente en verano y por los juegos en la
calle, llevábamos decorados codos y rodillas con tintura roja un día sí y otro
también. ¿Qué ha sido de la Mercromina? Era la reina de la cura casera de
heridas pero hace ya años que desapareció de los botiquines por la irrupción
del Betadine, que al parecer era mucho mejor y más apropiado para la
desinfección de heridas superficiales que no requieran puntos de sutura. Sin
embargo, la Mercromina sigue estando disponible en las farmacias españolas si
bien ya con muy poca demanda por el público, aunque ha sido retirada en EE.UU.
país desde donde se importó en los años treinta del pasado siglo veinte.
Pero el tiempo no perdona y a tenor de lo comentado en el
programa referido, el Betadine tiene que dejar paso por diferentes motivos a la
clorhexidina y jubilar de una vez por todas al alcohol, agua oxigenada, Mercromina
o Betadine en el tratamiento de heridas: un buen lavado de la herida con agua y
jabón y la correspondiente ración de clorhexidina es lo que procede en los
tiempos actuales, aunque con el tiempo será destronada para dar paso a nuevos
productos, caerá en desuso y desaparecerá por las leyes de la vida o del
comercio. Su principal ventaja a decir de los entendidos es que no enmascara el
color del tejido, de la piel, y permite seguir de forma más fiable la evolución
de la herida. Claro que la Mercromina no solo se usaba para las heridas y
precisamente era su coloración roja lo que perseguía un cliente de la botica de
Marian que demandaba «agua colorá» para marcar a sus gallinas y poderlas
encontrar y demostrar que eran suyas cuando se escapaban de su gallinero.