Ocurre en ocasiones que hemos visto lugares a grandes
distancias de nuestro domicilio y por el contrario desconocemos cosas
sorprendentes que tenemos relativamente cerca. Este ha sido el caso que me ha
ocurrido esta semana.
Una vez al año realizo una excusión sorpresa en coche con mi
buen amigo Miguel Ángel. Es sorpresa para mí porque él se encarga de preparar
el periplo consistente en ir haciendo algunos kilómetros en coche y visitando
localidades y sitios curiosos de las inmediaciones. Una cuestión parecida
inició otro amigo, Arturo, cuando se dedicaba a recorrer en moto todos los
pueblos de la provincia de Madrid para hacerse una foto delante de la Casa
Consistorial; no sé si llegaría a consumar y tener en su álbum todos y cada uno
de los al parecer 179 ayuntamientos existentes en la provincia.
En este año hemos transitado por una zona desconocida para
mí cual es la de Alcalá de Henares, habiendo dado pequeños paseos sin
pretensiones por localidades como Los Santos de la Humosa, Santorcaz,
Villalbilla, San Fernando de Henares, Paracuellos del Jarama y Mejorada del
Campo. Paracuellos es la única en la que había estado con anterioridad hace ya
muchos años de una forma fugaz con ocasión de degustar un cocido madrileño en
un afamado restaurante local llamado «El
Pela», en el que intentamos realizar la comida del mediodía sin éxito, ya
que se encuentra cerrado y con el local en venta. Parecía un restaurante de
esos que llevaban toda la vida y seguirían por muchos años, pero se ve que la
historia no perdona y todo tiene su final. La verdad es que comimos bien y
barato en un mesón cercano indicados por un parroquiano de la localidad que
tuvo a bien informarnos, aunque como dijo con cierto gracejo «él no comía allí ya que lo hacía en su casa».
Un paseo distendido y relajado por los pueblos un día de
diario sin muchas pretensiones da para ver ciertas cosas curiosas, apreciar los
cambios que se van produciendo con el paso de los años por la diferencia entre
las construcciones, tomar un vino en el bar del pueblo y pulsar la vida
callejera que cada vez es más escasa.
Pero lo que supuso una sorpresa mayúscula en el viaje fue la
llamada Catedral de Mejorada, totalmente desconocida para mí y que puede verse
en la imagen que acompaña esta entrada. Hay muchos casos excepcionales de gente
particular que acomete tareas asombrosas como la «Casa de piedra» en Alcolea
del Pinar o «El palacio ideal» del cartero francés Cheval, pero lo contemplado
en Mejorada del Campo raya lo inexplicable. Supongo que será conocida por
muchos de los lectores del blog pero para mí ha constituido un enorme asombro
visitar este edificio que una sola persona, Justo Gallego, lleva construyendo
desde hace 55 años. Hay mucha información en internet sobre la vida de este
hombre de 90 años que ha levantado un singular edificio en un huerto propiedad
de sus padres con una sorprende animosidad, materiales diversos de desechos o
regalados por colaboradores. La obra es ingente, enorme, extraordinaria y el
hecho de que esté inacabada y llena de materiales diversos por todos lados le
confiere un aspecto que merece muy mucho la pena visitar con calma. Parece
imposible que un hombre sin formación técnica en arquitectura pueda concebir
los espacios y los volúmenes que pueden contemplarse allí y acometer de forma
individual su construcción. Una visita obligada que repetiré con tranquilidad
en cuanto me sea posible.