La palabra científica correcta para describir esta especie
humana extinguida es «Homo
neanderthalensis». El nombre fue asignado al descubrir los primeros restos
fósiles en el valle alemán de Neander en 1856. Convivieron con nosotros los «Homo sapiens» durante miles de años pero
se extinguieron hace treinta mil años de las zonas europeas y asiáticas donde
residían. Como ocurre con muchos vocablos técnicos o científicos, acaban por
ser usados con insinuaciones despectivas y utilizados como insultos para referirse
a personas rudas, toscas e incluso carentes de rasgos de inteligencia humana,
cuestión bastante lejos de la realidad.
A lo largo del tiempo han existido muchas connotaciones infundadas
sobre esta especie. Los modernos estudios, especialmente los de genética, van
poniendo las cosas en su lugar para determinar de forma más fehaciente las
características de esta especie y actualizar los conocimientos en cuanto a su
aspecto físico, sus formas de vida y sus capacidades, en suma, su cultura. La
propia fisonomía que durante años se asemejaba más a simios que a humanos, ha
sido dulcificada y acondicionada a tenor de los nuevos descubrimientos,
presentando unas formas humanas bastante similares a las actuales. Es obligado
mencionar que los sapiens compartimos con ellos parte de nuestros genes.
Hay veces que se tienen las cosas muy cerca y uno no se
entera, a pesar de un demostrado interés por estos temas. Resulta que en el
valle del Lozoya, muy cerca de Madrid, en el pueblo de Pinilla del Valle,
existe un yacimiento en el que moraron neandertales durante miles de años y que
está en estudio activo con realización de excavaciones anuales. Uno de los
directores es el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, que también participa en el
más famoso yacimiento de Atapuerca al que dediqué una entrada que se puede
consultar en este enlace, siendo los otros codirectores el arqueólogo Enrique Baquedano y el geólogo
Alfredo Pérez-González. Actualmente es visitable, de forma gratuita, con guías
expertos que procuran un agradable paseo por un entorno privilegiado y hacen
las delicias de grandes y pequeños con sus esquemas, sus indicaciones y sus
explicaciones. Es necesario reservar la visita con antelación, lo que se puede
hacer a través de la página web del yacimiento donde hay más información.
Aprovechando las festividades españolas de la semana pasada,
el dedicado a conmemorar la Constitución fue un buen día para evadirse de la
ciudad y dedicarse a enriquecer la cultura personal y ensanchar un poco el
espíritu en contacto con la naturaleza. Elegimos como hora de visita las 12:30
aunque es un poco tarde como pudimos descubrir después, ya que acabamos cerca
de las tres, buena hora si hubiéramos sido previsores y nos hubiéramos llevado
comida campestre pero un poco tarde para los restaurantes. Desde el punto de
encuentro con los guías en la localidad de Pinilla, perfectamente descrito en
la página web y en el correo electrónico de confirmación que te remiten, hay un
paseo de cerca de media hora por los alrededores del embalse que el guía
aprovechó para ilustrarnos sobre las condiciones geográficas y orográficas de
la zona. Una vez llegados al yacimiento, cuya entrada puede verse en la
fotografía que acompaña a esta entrada, se nos pasó el tiempo volando siguiendo
las explicaciones sobre la especie, el yacimiento, la cultura, las
herramientas, las formas de vida y mil y una anécdotas y comparaciones que
hicieron las delicias de todos los participantes.
Acabada la visita, el paseo de retorno no fue tan agradable
por la premura de tiempo y lo tarde que se hacía para buscar un restaurante,
aunque los propios guías nos recomendaron algunos en Pinilla y en la cercana
localidad de Lozoya. En resumen, una visita muy recomendable que deberíamos
tratar de hacer con buen tiempo ya que toda la visita transcurre al aire
libre.