Me ha ocurrido en varias ocasiones a lo largo de mi vida.
Serán simples coincidencias he pensado siempre, pero en estos últimos días me
ha ocurrido en dos ocasiones y por ello me decido a contar aquí estas
historias, que aburrirán al más pintado pero que a mí me sirven de recuerdo y
archivo. No son de miedo pero sí que adquieren tintes esotéricos. Sigo pensando
que es una mera casualidad, pero no quita para que manifieste mi extrañeza y un
cierto estupor. La definición que arroja el Diccionario de la Lengua del
vocablo «telepatía» es «Coincidencia de
pensamientos o sensaciones entre personas generalmente distantes entre sí, sin
el concurso de los sentidos, y que induce a pensar en la existencia de una
comunicación de índole desconocida». En una segunda acepción redunda en lo
mismo aclarado que se refiere de forma familiar a «Transmisión de contenidos psíquicos entre personas, sin intervención de
agentes físicos conocidos». En la Wikipedia se puede leer que «Es considerada como una forma de percepción
extrasensorial o cognición anómala, además se piensa que esta es instantánea».
En algunas ocasiones me ha ocurrido el estar pensando en
hacer una determinada cosa o llamar por teléfono a una persona y en ese preciso
instante recibir una noticia sobre el particular, por ejemplo a través de la
televisión o la radio, o incluso recibir la llamada telefónica de esa persona
como si hubiera sido capaz de leerme el pensamiento. Sigo insistiendo en que
científicamente, por lo menos en la actualidad, se trata de una circunstancia
que no podemos explicar y que debemos atribuir a la casualidad. Quién sabe si
con el avance de las ciencias se puede llegar a determinar que esto sea posible
bajo ciertas circunstancias o con determinadas personas. Si es una cuestión
personal es como para tener respeto al asunto cuando no algo de repelús.
Hace un par de semanas escribía en este blog la entrada
«TRAMPANTOJO», que contenía el siguiente literal extractado «A mi buen amigo Antonio G.N., al que por
cierto hace tiempo que no veo y va siendo hora de llamar, se le ocurrió…».
Suelo publicar las entradas el domingo por la mañana pero en algunas ocasiones
las voy dando forma a lo largo de la semana para irlas preparando y revisando.
Cuando estaba escribiendo el texto mencionado, recibo una llamada telefónica de una compañera de trabajo de ambos, Ángeles, con la que hace años que no
tengo relación ni personal ni telefónica, para anunciarme que Antonio G.N. había muerto de un cáncer. Será una casualidad pero es como para mosquearse el
estar escribiendo o pensando en una persona y recibir una noticia directa de
ella o sobre ella.
Estas letras las escribo el jueves por la tarde y hacen
referencia a un hecho que me ha ocurrido en la oficina esta mañana y que ha
vuelto a dejarme sorprendido y me ha animado a escribir esta entrada. Recibo
una llamada telefónica del responsable de otro departamento, con el que hablé
de un asunto hace un par de meses o tres, no recuerdo bien, pero quizá fuera
antes de fin de año. En aquella conversación le facilité el nombre de un
responsable de un departamento en el Reino Unido con el que tenía interés de
contactar de nuevo para resolver unos asuntos. Mientras manteníamos la
conversación telefónica, ambos estábamos buscando en nuestros repositorios de
correo tratando de localizar el supuesto mensaje que yo le envié en su día para
comunicarle los datos de esta persona, cuyo nombre no viene a cuento pero que
responde a las iniciales B.T. Al final y al no encontrar ni él ni yo el correo,
evaluamos la posibilidad de que se lo hubiera facilitado por teléfono, con lo
que varié mi foco de búsqueda a otros documentos archivados en mi ordenador,
siempre mientras estábamos al teléfono. Una vez encontrado el nombre y el
correo electrónico, cuando se lo estoy facilitando, escucho un «no me lo puedo creer» al otro lado de la
línea, con lo que le pregunto qué es lo que ocurre y me contesta que en ese
preciso instante le acaba de entrar un correo electrónico en su buzón
procedente de… el mismísimo B.T. y además para tratar del mismo asunto que
tenía entre manos. Hay que tener en cuenta la diferencia horaria existente
entre los dos países pero como esto de la telepatía es instantáneo…
Ya no sé qué pensar. En este caso puede ser que las
sincronías telepáticas sean mías o de mi interlocutor o una concordancia de los
dos. En todo caso el hecho ahí está, así ha ocurrido y aquí queda fielmente
reflejado. Parece que por el momento no hay explicación, pero quién sabe si la
habrá en el futuro. Hay una rama de la psicología denominada «parapsicología» o
«parasicología» que se dedica al «Estudio
de los fenómenos y comportamientos psicológicos, como la telepatía, las
premoniciones, la levitación, etc., de cuya naturaleza y efectos no ha dado
hasta ahora cuenta la psicología científica». En la Wikipedia puede leerse
el siguiente texto: «algunos investigadores
señalan que, con la tecnología necesaria, en un futuro será posible interpretar
las ondas cerebrales mediante algún dispositivo y enviar mensajes textuales a
un receptor de manera inalámbrica. Sin embargo, descartan que este proceso
pueda llevarse a cabo de cerebro a cerebro sin mediación tecnológica. Hasta la
fecha, las únicas pruebas de la telepatía son las narraciones testimoniales,
pues jamás se ha podido reproducir un fenómeno telepático en laboratorio».
Hace ya muchos años, más de tres décadas, participé en el
curso conocido internacionalmente como Método Silva de Control Mental que sigue
impartiéndose en la actualidad y del que guardo mi carnet que es la imagen que
ilustra esta entrada. En alguno de los ejercicios y en un estado que en la
actualidad califico como hipnótico aunque en aquella época no lo sabía, los
participantes «conectaban» con otras personas e incluso plantas en la misma
sala. Sin mediar palabra, con los ojos cerrados y sin saber con qué persona o
que planta —como ser vivo que es—, se generaba información del ser
«conectado». Hay que decir que en una gran cantidad de pruebas, que pienso no
estaban preparadas, la información facilitada era real y fiable.
Pues nada, aquí quedan mis narraciones testimoniales al
tiempo que me brindo a que me estudien, a ver si llegamos a alguna conclusión.