Como es de bien nacidos ser agradecido, empezaré por decir que el título de esta entrada no se me ha ocurrido a mí, sino que lo he visto en una campaña de FACUA sobre el día de hoy, viernes, el día del consumismo por excelencia y que en realidad se conoce como el «blackFRIDAY», que equivaldría en su traducción al español a «viernesNEGRO». Adelanto la publicación de mi entrada semanal que normalmente se produce los domingos para hacerla coincidir en el día apropiado.
En un tuit emitido esta semana por el conocido escritor Arturo Pérez Reverte se decía lo siguiente: «Hay colegios donde ya se celebra el Día de Acción de Gracias gringo y los niños dibujan pavos. Como dije alguna vez, los españoles estamos siendo gilipollas por encima de nuestras posibilidades». Sin comentarios. Este día muy especial, quizá tanto o más que la propia Navidad, se celebra en Estados Unidos el último jueves de noviembre.
Parece que el comercio estadounidense no podía esperar a materializar las compras navideñas hasta dentro de un mes y se han inventado esto del blackFRIDAY al día siguiente de Acción de Gracias para incitar a los ciudadanos al consumo desaforado y, lo que es peor, muchas veces incontrolado. Y claro, aquí, que no podemos resistirnos, lo hemos importado corregido y aumentado, por si teníamos pocos días del padre, de la madre, de San Valentín… Ya no es un día, llevan toda la semana bombardeando al personal con anuncios, mensajes, correos electrónicos… ¿Queda alguien en este país que no sepa que hoy es el viernesNEGRO? Y por si fuera poco ya se ha acuñado y puesto en marcha la continuación el próximo lunes con el nombre de «cyberMONDAY».
Palabras tales como rebajas, descuentos, ofertas o gangas son mágicas y parecen que disparan las neuronas cerebrales y nos impulsan a comprar sin control, aunque no lo necesitemos, simplemente porque nos creemos que está rebajado. Desde hoy a las cero horas e incluso ayer a las 22:00 se podían ver colas en los centros comerciales de compradores deseosos de hacerse con mercancías en las que están ilusionados y les van a salir mucho más baratas que si las hubieran comprado hace una semana o las comprasen dentro de quince días. Algunos amigos me han dicho que aprovechan este día para hacer todas las compras de Navidad. Yo les sugeriría que comprasen también las del año que viene, así ahorrarían más.
Inicialmente este evento estaba dedicado primordialmente a la tecnología, focalizándose en los ciudadanos conocidos como «GEEKS» a los que ya dediqué una entrada en este blog que puede verse en este enlace . Pero ahora ya todo el comercio se apunta, sea cual sea la mercancía que venda. Como digo, he sido bombardeado por todos lados con sugerencias de lo más estrambótico. Una de ellas ha sido de una agencia de viajes ofreciéndome grandes descuentos por adquirir en firme un viaje para el verano de 2018. Otra ha sido de un par de supermercados de alimentación.
Al mismo tiempo que toda esta parafernalia de anuncios, se han podido ver en prensa y en las redes sociales todo tipo de recomendaciones alertando de los peligros que supone dejarse llevar por la fiebre del día y lanzarse a un consumo descontrolado. Muchas de las indicaciones son de sentido común y habríamos de tenerlas en cuenta todos los días del año tanto si compramos presencialmente en una tienda como si lo hacemos a golpe de ratón a través de internet.
Por ejemplo, en la red social Twitter, la GDT —no confundir con DGT— de la Guardia Civil (Grupo de Delitos Telemáticos) ha lanzado estos días numerosas recomendaciones sobre el particular. No hacer clic en direcciones que nos lleguen por correo o wasap que pueden ser lo que no parecen (phising), intentar recabar datos sobre el vendedor, desconfiar si está en el extranjero, si la redacción presenta giros sospechosos en español, especial atención si los precios son extraordinariamente bajos, si podemos comprar presencialmente en lugar de por internet, si conocemos el portal y es de confianza, si los plazos y condiciones de devolución o cambio están claras, si conocemos el precio con anterioridad y está realmente rebajado, si el producto es actual o son saldos a los que se quiere dar salida… En fin, lo de siempre, más de lo mismo, pero que por mucho que se recuerde no es suficiente. La clave está en si necesitamos realmente lo que vamos a comprar y si lo vamos a utilizar y en los refranes: «las apariencias engañan» y «no es oro todo lo que reluce».
Y para muestra un botón que me ha ocurrido a mí personalmente hace unos instantes. En la imagen que acompaña a esta entrada puede verse una oferta de un portal contrastado, que he glosado en varias ocasiones en este blog y del que no tengo queja alguna en las numerosas transacciones que he realizado con ellos desde hace varios años. El precio para un disco duro SSD de 2 Tb en 10,99€ era imbatible. ¿Quién se puede resistir a comprar tres o cuatro? Pero casi cuando estaba decidido a la compra, reparé en «cartucho de externo para tarjeta», un texto mal redactado que podía ser un error pero que llamó mi atención. Me fui a ver la opinión de un cliente y ahí estaba claro que se trata de una simple carcasa, vacía, sin disco que valga.
Me gustaría saber cuántos clientes han picado en esta oferta, que diría que es involuntaria por parte del vendedor porque su política de devoluciones está contrastada y es fiable. Lo que seguramente ocurrirá es que los que caigan en esta oferta no se molestarán en devolver el producto cuando lo reciban por el engorro que suponen los trámites.