Llevaba tiempo pensando en escribir una
entrada dedicada a este asunto, que aunque no está generalizado todavía empieza
a despuntar. Y ya se sabe, cuando a alguien se le ocurre una idea «genial», el
resto se apunta al carro hasta que se toma la cosa como un estándar. Y no es
que esté bien o mal, pero lo que realmente no es de recibo, valga la
redundancia con el título de la entrada, es que nos lo impongan sin consultar.
Hace no tantos años recibíamos en
nuestros domicilios una montonera de cartas del banco con una copia de los
recibos que íbamos pagando con cargo a nuestra cuenta bancaria. La verdad es
que a medida que pasaba el tiempo el número iba in crescendo, lo que suponía un
coste no desdeñable para los bancos que empezaron a desarrollar técnicas para
acabar con el asunto. Una de ellas, la recuerdo, era cobrarte la correspondencia
como una comisión. Un banco llegó a cobrarte el importe del sello en cada
operación aunque luego te mandaba tres o cuatro comunicaciones en el mismo sobre, con lo cual encima
ganaba dinero con este tema.
Lo normal ha sido ir eliminando estas
comunicaciones y sustituyéndolas por sistemas electrónicos basados en internet.
Al principio algunos bancos y empresas consultaban al cliente, e incluso te
ofrecían algún aliciente para que fuera el propio cliente el que decidiera
pasarse a la factura o el recibo electrónico. He revisado mis datos y desde
1999 guardo estos recibos en mi ordenador. Al principio la única posibilidad
era escanearlos según iban llegando, lo que suponía un trabajo ímprobo, así que
yo fui uno de los que me apunté al carro de la distribución electrónica por mi
propio interés. Ahora los descargo y los guardo en el disco duro del ordenador.
Simplificando, hay dos tipos de recibos
que acaban alcanzando tu cuenta bancaria. Un buen número de empresas ya han
habilitado mecanismos en la red de que tú puedas consultarte la factura
mensual, bimestral (que no bimensual), trimestral o anual. Son raras o
inexistentes las empresas comunes de servicios en los hogares que te envían la
factura mediante el correo ordinario con sobre y sello. Empresas de
electricidad, telefonía, gas o similares tienen los documentos accesibles a
través de sus páginas web, con lo que aquellos usuarios que dispongan de acceso
a internet pueden consultar los conceptos y los importes en línea y decidir si
descargar a su ordenador una copia o, como hacen la mayoría, pasar de ello, y dejar que se vayan eliminando por sí mismas, pues no
todas las empresas guardan TODAS las facturas sino solo las de los últimos
meses.
En este tipo de empresas, lo más común
que en el concepto del recibo cargado en el banco consten generalidades del
tipo, recibo mes xxx, factura xxx o similares. Realmente lo único que tenemos
que hacer es cuadrar el importe de la factura con el cargo en la cuenta. Sería
interesante conocer el porcentaje de usuarios que controla de forma efectiva
este tema. Yo me imagino que si una empresa de telefonía, por ejemplo, se «equivoca»
y carga en la cuenta unos centimillos de más, pocos usuarios se enterarían.
Pero ha surgido una nueva forma de hacer
las cosas. En mis relaciones con este mundo lo sufro en un par de casos y uno
de ellos es el que quiero comentar aquí. Sin preguntar ni ofrecer la
posibilidad, el ayuntamiento ha tomado la decisión de hacerlo y… allá penas. Yo
no tengo problemas pero pienso de qué forma en aquellas personas mayores que no se manejen en internet van a saber lo que están pagando.
En la imagen adjunta a esta entrada se
puede ver un ejemplo, aunque obviamente están tapados los datos sensibles. El
ayuntamiento me carga un recibo trimestral en mi cuenta bancaria de xx euros. No
tengo ni idea de los conceptos ni este ayuntamiento al menos tiene página web
donde pueda consultar el recibo y el detalle de los importes. Toda la información
que figura en el concepto del recibo es: Más
información en www.ealia.es/recibos con la clave XXXX.
Me obligan a ir a un sitio vía internet
para saber lo que estoy pagando. Ya digo que en mi caso y en el de cada vez más
gente esto no es problema, pero entiendo que no se puede decidir de forma
unilateral, sin consultar. Una vez accedo a la página web a la que remiten y
usando la referencia proporcionada tengo acceso al recibo o factura y me la
puedo descargar a mi ordenador. El sistema es parecido al comentado
anteriormente para grandes empresas pero insisto en que no todo el mundo,
estamos hablando de impuestos locales, tiene posibilidades.
Otra asunto es la interpretación de los
conceptos, que en este caso ni aun sabiendo latín sería incapaz de descifrar. Está
claro el de basura, pero ¿Lac, Con, Ag…? Tengo previsto en los próximos días,
aprovechando las vacaciones, pasar por el consistorio a ver si me lo explican.
Y aquí aprovecho para «denunciar» otro
asunto. No me parece de recibo que sin mi consentimiento, una empresa ajena
tenga datos sensibles míos como mi dirección, mi cuenta bancaria y demás. Esta
empresa, Ealia o la que sea, que se dedica a almacenar recibos y facturas de
usuarios de diferentes corporaciones, ayuntamientos o empresas tiene unas
fuentes de información que hacen que luego no nos extrañemos si recibimos
llamadas u ofertas en nuestro domicilio para que compremos una colonia o un jamón
de bellota.