Para las personas vorazmente lectoras, los
momentos iniciales de irse a poner en los brazos de Morfeo suelen ser dedicados
a avanzar en el libro que tienen entre manos. Los doctores se cansan de repetir
aquello de que a la cama se va exclusivamente a dormir —salvo intercambios de
fluidos— y que si queremos leer un poco lo hagamos cómodamente en el sillón. Yo,
hace muchos años, cuando leía libros en papel, abandoné la costumbre de leer en
la cama por la incomodidad que me suponía el sujetar los libros, algunos de
ellos verdaderos tochos que no había forma de mantener a raya. Al final me
quedaba dormido y acababan rodando por la cama o en el suelo. Eso sí, no se
rompían, una de las ventajas de los libros en papel.
Cuando de la mano de mi buen amigo Miguel
Ángel me asomé al mundo de los lectores electrónicos, allá por 2009, volví a
considerar de nuevo la lectura en la cama, dada su manejabilidad y poco peso,
pero la consideración me duró apenas una semana: mi flamante Kindle keyboard, comprado a Amazon en Estados
Unidos por un dineral en aquella época, acabó rodando también al quedarme
dormido y en este caso fue peor, dado que la pantalla de los e-readers es muy delicada y se destrozó.
Menos mal que Amazon, a pesar de que había sido un problema mío, me lo cambió
de una forma sorprendente al estar en período de garantía. Relataba estos
extremos en las entradas «EFI.....QUÉ? AMAZON» y «KINDLE» de este mismo blog.
Como quería volver a toda costa a mi
lectura antes de dormir, tuve que ingeniármelas y fabriqué un atril para
colocar el libro en la mesilla, con la inclinación adecuada a la que tenían mis
ojos con mi cabeza apoyada en la almohada, de forma que podía leer si tener que
sujetar el libro en mis manos: si me quedaba dormido, lo que ocurría con
frecuencia, el libro se apagaba él solito y conservaba su integridad. Este
modelo de Kindle, prehistórico ya, no disponía de luz propia por lo que tuve
que añadir un flexo portátil que me permitía leer en la oscuridad sin molestar
a mi mujer. Cuando uno se desvela por la noche, un ratito de lectura sirve para
aprovechar el tiempo y muchas veces facilita el conciliar el sueño de nuevo. En
la entrada «eREADER» del blog glosando las bondades de los libros electrónicos para las
personas mayores aparecía la fotografía de este atril al que aludo, usado desde
entonces y en uso hoy en día.
Esta forma de lectura en la cama, sin
tener que sujetar el dispositivo, la vengo usando desde hace años. Tiene un
inconveniente: el paso de página, que hay que realizar manualmente sacando el brazo
y pulsando el botón, un proceso repetitivo que llega a cansar y que es
especialmente fastidioso en invierno, cuando la temperatura de la habitación es
fresquita, te encuentras arrullado hasta el cuello en el edredón y tienes que
sacar el brazo para aporrear el botoncito de marras.
El pasado año por mi cumpleaños me
regalaron un modernísimo Kindle Oasis, que ya tiene luz propia, es de menor
tamaño que el anterior y dispone de pantalla táctil. El menor tamaño forzó una
adecuación del atril, al que tuve que añadirle algunas piezas para poderlo usar
con los dos lectores, que utilizo indistintamente. La auto iluminación del
nuevo es infinitamente mejor que el flexo y la pantalla táctil facilita el paso
de página, pero no evita el tener que andar sacando el brazo, un repetitivo y
verdadero latazo.
Dándole un poco al magín, y con la
colaboración de mi hermano Jesús, he diseñado una especie de «dedo mecánico»
que puede verse en la imagen y que mediante un pulsador «alámbrico» conectado
por cable, permite pasar las páginas con solo pulsar un botón, acción esta que
puede llevarse a cabo desde el interior del edredón, con el simple movimiento
de un dedo y sin tener que destaparse y sacar el brazo. El mecanismo funciona y
es una delicia, aunque tiene un pequeño inconveniente y es que creo que me
quedo dormido con más facilidad al no tener que efectuar movimientos físicos.
Pero los minutos de lectura, los que sean, son mucho más satisfactorios y sobre
todo calentitos ahora en invierno.
Amazon es una empresa en constante
innovación. Atriles o soportes similares hay muchos en el mercado pero son
ciertamente aparatosos y nada comparables a una funda de diseño que permitiera
la inclinación en la mesilla sin más. Lo siguiente sería un pequeño mando a
distancia que permita las funciones básicas de pasar página adelante y atrás e
incluso el apagado del aparato, aunque esta es una función que realiza el
solito al llevar inactivo un tiempo.
Cuando el diablo no tiene nada que hacer…
coge la escoba y se pone a barrer, en su versión modificada. No es que me sobre
el tiempo, pero estas cosillas tienen su punto de reto y no doy por malos los
ratos empleados. Eso sí, cuando el mando a distancia se haga realidad en un
futuro, seré el primero en apuntarme al carro. No podemos olvidar que habrá
casos de personas postradas en cama o en una silla de ruedas que no puedan
sujetar de forma continua el libro con las manos, con lo que un dispositivo de
este tipo les sería también de gran ayuda.