Los
usuarios del transporte público en la Comunidad de Madrid nos hemos desayunado en
el nuevo año con un cambio drástico en los títulos de transporte que ha sido
bautizado por el vulgo de forma generalizada como la «multichapuza». El
Consorcio Regional de Transportes de Madrid ha lanzado su tarjeta «Multi» y ha
retirado de la circulación, sin posibilidad de cambio o recuperación, los títulos
de transporte en cartón que llevaban funcionando desde hace muchos años. Ha
sido una medida advertida con profusión en los medios de comunicación, pero sería
interesante conocer cuántos euros han perdido los sufridos viajeros por no
poder gastar a tiempo sus billetes viejos en cartón.
Es
de suponer que un ente de la importancia del Consorcio haya estudiado con
cuidado el diseño y la implementación de esta nueva forma. Como en otras muchas
cosas, da la impresión de que los departamentos dedicados a estos menesteres
están muy lejos de ser usuarios y por lo tanto de saber cómo se bate el cobre
en el día a día del transporte. La medida ha sido anunciada a bombo y platillo
como una mejora sustancial, pero lo cierto es que por el momento para algunos
usuarios entre los que me encuentro la peora
ha sido significativa.
Durante
un tiempo, las nuevas tarjetas, una por domicilio, han podido obtenerse de
forma gratuita; la siguiente o siguientes tienen un coste de 2,50 euros cada
una. Lo normal es que un mismo domicilio, familiar por ejemplo, convivan varias
personas que viajen y que necesiten más de una tarjeta, aunque convendrá
conmigo que lo que no es normal es que un único usuario necesite dos o más
tarjetas. Hombre, tampoco es tanto, y sirve se supone para muchos años. La
tarjeta es moderna, se lee por contacto y presenta muchas ventajas en comparación
con los billetes de cartón, pero es una lástima que, al menos por el momento,
no hayan previsto los inconvenientes.
Los
usuarios que utilizan el transporte a diario no se han visto afectados por esta
nueva medida porque desde hace tiempo disponen de una tarjeta personal, con
fotografía, que les permite cargar bonos mensuales o anuales. Los que
utilizamos el transporte de forma esporádica aunque frecuente, queremos no
tener que andar con los billetes, las monedas y los cambios y funcionamos con
bonos de diez viajes. En mi caso concreto y a tenor de mis desplazamientos utilizaba
tres bonos: dos de autobús y uno de metro. Los llevaba todos en mi cartera y en
su parte trasera, simplemente a base de contar los viajes realizados impresos
por la canceladora, podía saber cuántos me quedaban y comprar los nuevos cuando
hicieran falta. En la nueva tarjeta no se sabe el saldo salvo que le preguntes
al conductor cuando la utilices y consigas que te conteste si no está de humos. Otra
solución es ir a un estanco o un puesto de venta y pedir por favor que la lean
y te digan la situación. Como se puede ver en la imagen, yo me las he apañado
con una pegatina por detrás donde voy apuntando de forma manual cada utilización
que hago. Un método muy moderno, tan moderno o más que la tarjeta.
Antes
he comentado que necesito dos tarjetas. Como son iguales físicamente, he tenido
que identificarlas con otra pegatina para saber lo que tiene por dentro cada
una. Si en un trayecto corto en autobús paso la que internamente tiene trayecto
largo, dinerito que pierdo. Y es que esta es otra de las magias de la «moderna»
tarjeta: solo se pueden cargar dos trayectos diferentes en la misma tarjeta. Menos
mal que admiten que se carguen dos bonos de cada trayecto. Como yo he dicho que
utilizo tres trayectos, las cuentas son claras: necesito dos tarjetas.
Otros
que se han visto impactados de lleno por la medida son los visitantes esporádicos
de Madrid, españoles o turistas. A modo de ejemplo, antes se compraban un bono
de diez viajes de metro y lo iban utilizando sin problemas para uno o varios
viajeros. Ahora tienen que empezar por comprar la tarjetita, cargarla y llevar
las cuentas de los viajes realizados con cuidado. Y cuando abandonen Madrid…
¿conservan la tarjeta de recuerdo por si vuelven? ¿Hay posibilidad de recuperar
el importe?
Como
todo no pueden ser maldades con las nuevas tecnologías, mi amigo Manolo me ha
dicho que hay una posibilidad de saber los viajes que te quedan: una aplicación
para el móvil llamada «Mi tarjeta TP» tiene la funcionalidad de decirte el
saldo de viajes, con lo que me ahorraría el andar apuntando a mano en la
pegatina de detrás. La instalo en mi teléfono inteligente, pulso la opción de «Consulta
de saldo» y se abren ante mí dos posibilidades. Una de ellas es introducir
manualmente los datos de la tarjeta, opción que no es válida para este tipo de
tarjetas sino sólo para las personalizadas. La otra opción es a través de la
funcionalidad denominada «NFC-Near field
comunnication», pero mi móvil es una patata vieja con cinco años y no
dispone de esa tecnología. Al final tendré que darle las gracias al Consorcio
por darme una razón para cambiar de teléfono. No hay mal que por bien no venga.