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domingo, 7 de enero de 2018

RECLUSIÓN





Es este un tema recurrente, pero a medida que pasa el tiempo surgen nuevas variantes que no dejan por menos de sorprender. Como dice el buen amigo Murphy en sus conocidas leyes, todo es susceptible de empeorar. Lo lógico es que con el paso del tiempo mejorara y no quiero yo ser tan agorero que niegue que eso ocurre, pero otros aspectos suponen peorar manifiestamente aspectos que se creían superados.


Desde hace años se viene incrementando de forma gradual la venta por internet de todo tipo de archiperres. Un amigo mío ha comprado de esta forma los muebles de un salón para un pueblecito perdido en la provincia de Ávila donde se los han llevado y casi instalado sin ningún problema. Es de suponer que este sistema de ventas vaya ganando en adeptos de manera progresiva de forma que mucha gente se vea abocado a utilizarlo. No sólo en pueblos retirados donde no hay o se han ido cerrando los comercios tradicionales sino en las grandes ciudades para evitar los desplazamientos y recibir en casa aquello que deseemos sin movernos del sillón.


Hay varios puntos ásperos que subyacen a este entramado y que con el paso del tiempo se van limando. Uno de ellos es la confianza, que se va ganando o perdiendo a medida que se incrementa su uso y los comentarios proliferan en las redes sociales. ¿Recuerdan Vds. PIXMANÍA? Fue una de las primeras en manejarse en este asunto de las ventas por la red, con ofertas muy buenas e incluso con presencia física mediante tienda en algunas ciudades como Madrid. Yo la utilicé en alguna ocasión hasta que tuve un problema que no me solucionaron satisfactoriamente, con lo que la puse la cruz y nunca más. Otros portales o distribuidores, no hace falta decir nombres, se van ganando credibilidad a base de sus actuaciones, especialmente cuando hay problemas y hay que gestionar garantías o devoluciones. Por ejemplo, yo no tengo ningún problema, al menos por ahora, en comprar por internet en conocidas como AMAZON o PCCOMPONENTES y si tengo algunos respetos, no voy a entrar en detalles aquí, en IBERLIBRO o APPINFORMÁTICA.


Pero el aspecto que a mi juicio sigue candente y no solucionado todavía de forma global y definitiva es el de los sistemas de envío de los productos. Cualquier solución que no obligue al receptor a estar secuestrado en su casa sería satisfactorio. Muchos compradores emplean el truco de poner como ubicación su empresa, donde los días laborables hay alguien que se encarga de los paquetes, pero ya sé de alguna empresa que ha prohibido está práctica por resultar problemática en sus sistemas de control de accesos o negarse los empleados de recepción a hacerse cargo de más y más paquetes. Yo en alguna ocasión he empleado el truco de enviarlo a una residencia geriátrica a nombre de mi madre, pero se han dado cuenta de que mi madre no hace compras por internet dada su edad y en realidad eran para mí, por lo que me han dado un aviso.


La mejor solución a mi modo de ver es utilizar establecimientos de apertura continuada al público tales como tiendas, supermercados, oficinas de correos o gasolineras donde puede uno dirigirse a la hora que más le convenga a recoger el paquete cuando por mensaje o correo electrónico le avisen de que está disponible. También están surgiendo las taquillas inteligentes ubicadas en estaciones de tren, metro o autobús donde puedes dirigirte con la clave remitida y recoger el envío.


Pero quedan algunas empresas recalcitrantes que siguen instaladas en el sistema clásico de envío por mensajería al domicilio puro y duro. Algunas como PCCOMPONENTES tuvieron disponible durante un tiempo el envío a una oficina de Correos, sistema que yo utilicé en varias ocasiones. Sin embargo, en un momento dado lo retiraron y volvieron al de mensajería. Por más que por correo y sugerencias les insistí en que no retiraran el sistema, lo hicieron, por lo que desde entonces no he comprado nada allí: no estoy dispuesto a estarme secuestrado, recluido, en mi casa un día o más a la espera de que llegue el mensajero, que además llama al timbre justo en el momento en que has salido un momento a por el pan o estás haciendo algo y no le puedes abrir. Y lo digo por experiencia, porque me ha ocurrido.


Pero al final acabas dándote de bruces con lo que a toda costa quieres evitar. Hace unos días he encargado un trabajo a una imprenta que me han recomendado. Es un trabajo delicado y me han dicho que utilice esa, que está nada más y nada menos que en Italia. Todo se hace a través de una excelente  página web donde tienen cuidado hasta el más mínimo detalle. Cuando tienes todo preparado llega el momento de establecer el sistema de envío y entonces constatas que es solo mensajería, ¡mensajería! La opción está en abandonar y buscar otro sitio pero para este asunto concreto no es fácil. 


Parecía que el sistema de envíos lo tienen muy controlado pues incluso te ofrecen precios diferentes según la celeridad con que quieras el trabajo. A más tiempo más barato, con lo que de forma indirecta te dan la fecha exacta en que te llegará. Para el caso concreto que he sufrido, ponía que sería entregado el día 4 de enero. Estamos en vacaciones y o bien yo o bien alguien de mi familia podría cubrir la reclusión el jueves 4 de enero de 2018. Adelante con el pedido, pues.


El 29 de diciembre recibo una comunicación que me indica que el pedido ha salido de origen y me facilitan un número de seguimiento de la empresa ENVIALIA. Al visualizarlo constato que la fecha de entrega está fijada en el 2 de enero; revolución familiar de turnos para cubrir el día 2 en lugar del 4. En la mañana del 2 accedo al seguimiento y la fecha había cambiado al 3, lo que forzó un nuevo reajuste familiar de la guardia. Pero el 3 volvió a cambiar al 4 y el 4 ya no teníamos escapatoria pues habíamos planificado estar fuera de casa toda la mañana y hasta las cuatro de la tarde no llegaría alguien. ¡Qué sea lo que Dios quiera! se decía antaño confiando en la suerte.


Es mejor no leer las cláusulas de entrega de la empresa de mensajería. Todo es a favor de ellos, como no podía ser de otra manera. Al final, renuncié a mi escapada y me quedé en casa, estando a las ocho de la mañana —no hay horarios— preparado para abrir al mensajero. Llegó a las 17:26, lo que supone nueve horas y media de secuestro en mi propio domicilio. Al final di por bien empleada la reclusión, aunque me podría haber evitado el perderme la actividad familiar programada.


El trabajo ha llegado a mi entera satisfacción en todo menos en el sistema de envío. ¿Qué hacer si en el futuro decido encargar otro trabajo a esta empresa? Salvo que cambien las cosas, tendré que estar dispuesto a admitir una nueva reclusión, que como reza en el diccionario, es un «encierro o prisión voluntaria o forzada».