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domingo, 5 de mayo de 2019

PERTURBADOS




Deliciosamente, me atrevo a añadir. Quienes se acerquen a este blog con cierta asiduidad ya me habrán oído comentar que en algunas ocasiones lo utilizo como documentación propia, como una manera de recordar cosas que me resultan interesantes y que seguramente releeré en el futuro. También los asiduos recordarán bastantes referencias a mi admirado profesor Antonio Rodríguez de las Heras por diferentes aspectos relacionados con los desafíos que el avance imparable de la tecnología nos impone a los humanos en muchos aspectos de nuestras vidas y primordialmente en la educación. Hay numerosas referencias en entradas de este blog a este insigne humanista como por ejemplo en «INTONSOS», «DESAFÍOS», «DIRECTO», «DISTOPÍAS» o «PRÓTESIS» entre algún otro más..

Cualquiera interesado en las numerosas comunicaciones de este catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid solo tendrá que poner su nombre en cualquier buscador de internet para obtener un aluvión de referencias a vídeos en Youtube, programas en televisión y participación en numerosos actos y actividades, amén de sus libros y artículos. Su reflexión quincenal, viernes alternos,  en la revista Retina  del diario El País es de culto para mí así como sus cursos monográficos en la Universidad Carlos III de Madrid. Precisamente esta próxima semana comienza uno titulado «Para salir del presente. La urgencia y el reto de la educación» en el que no he podido conseguir plaza por ciertos procedimientos administrativos que deberían estar superados hoy en día y que no vienen al caso. Menos mal que tengo la suerte de que algún amigo si asistirá y trataré de que me resuma sus principales ideas.

La edad es un punto de inflexión y a veces inconveniente para personas inquietas como Antonio que tienen mucho que aportar tras sus más de cuarenta años de estudio dedicados a este tema tan pujante hoy en día por haber asistido en vivo y en directo —además de interesado en el tema— a las grandes transformaciones tecnológicas y culturales de los últimos años. Por ello sigue en la brecha en su condición de emérito y espero que podamos seguir disfrutando muchos años de sus enseñanzas, en directo o a través de los magníficos cursos MOOC que nos ha brindado. En esta entrada me propongo hacer un resumen de las principales ideas vertidas por este humanista que sigue en plena actividad y que lleva por título «La tiranía del teléfono nos despega del entorno», que puede encontrarse en la plataforma  de innovación patrocinada por un gran banco español y es accesible desde en este enlace. La comunicación, en formato entrevista, dura veinticinco minutos y de ella trato de hacer un resumen en las líneas siguientes transcribiendo las principales ideas que he sido capaz de atisbar.

Nuestro cerebro está perturbado, afectado directamente por estar inmerso en un proceso desafiante y muy exigente de adaptación rápida y brusca al entorno propiciado por la tecnología, procesando un aluvión de imágenes y sonidos que recibe por diferentes canales. Las posibilidades de desarrollo de nuestras capacidades serán enormes si conseguimos superar o al menos gobernar este desafío. 

El exceso de información que pulula en el ambiente es una de las características de este entorno actual. Nos encontramos de golpe inmersos en esta atmósfera que contiene mucho ruido al lado de la información relevante. Todo ello lleva a posibles estados de desatención y disipación que tendremos que evitar o al menos controlar en la medida de nuestras posibilidades y conocimientos. En todo caso, la confusión está servida, con grades implicaciones en nuestros modos de vida y en nuestras actividades, entre ellas la Educación. Esta Educación era hasta hace pocos años una compensadora de las carencias de información, pero ahora su foco tiene que estar dirigido a mostrar a los alumnos cómo superar el reto de metabolizar tan ingente aluvión de contenidos para convertir esa abundancia en conocimiento efectivo.

El cerebro es capaz de generar mundos virtuales más allá de los tangibles por los sentidos, por ejemplo, en los sueños. Es una de las características principales de los humanos, capaces de imaginar el diseño de un futuro incierto. En los procesos de la memoria la recuperación es clave, como también lo es el saber olvidar para evitar el colapso (aquí una referencia obligada a «El memorioso» de Borges). A la memoria llegan multitud de piezas sueltas que requieren un proceso continuo de asimilación, ajuste, engarce con lo ya almacenado y recomposición. Pero la memoria no es rígida, se malea con el paso del tiempo, recombinando continuamente nuestros recuerdos y nuestras experiencias.

La obsolescencia nos perturba y más en nuestra generación actual: nuestros padres y nuestros abuelos serían incapaces de asimilar cómo nos desprendemos de cosas que están en perfecto estado de funcionamiento por la innovación continua de la tecnología. Nos desprendemos sin más de cosas queridas, que no fallan y que nos dan un buen servicio para arrojarnos en los brazos de novedades que las superan. Es un proceso de disfunción por las novedades, no de fallo.

Almacenamos huellas en nuestros discos duros que probablemente nunca volveremos a ver ¿Por qué guardamos cosas? se pregunta este profesor. Es una normal adherencia a aquello que nos ha acompañado durante años. Podemos llegar a convertirnos en torpes si nos desprendemos de ellas antes de adquirir nuevas habilidades. El problema son los tiempos —ahora todo va muy rápido—, pero no todo es lineal, la evolución amasa las cosas y con el tiempo las integra en lo nuevo, con lo cual pueden reemerger bajo nuevas interpretaciones. 

La cultura digital reverbera la oralidad, posibilita la recuperación de la palabra hablada de forma sencilla y al alcance de todos. El teléfono solo servía antaño para mantener la oralidad a distancia. Hogaño, una de sus características, por desgracia, es romper y evitar la conversación entre gente cercana. Si comparamos el tamaño y potencia de un teléfono inteligente actual que llevamos en el bolsillo con el ordenador Colossus que ocupaba una habitación entera hace menos de un siglo nos quedaremos asombrados de las diferencias. Es un morir de éxito, el fenómeno de la contracción y miniaturización nos reclama constantemente, más de lo que sería normal, mantener en nuestras manos esa «pastilla negra», esa pantalla y altavoz que son una ventana al mundo: mirar, escuchar, manipular, caer voluntariamente en las redes de un tirano que nos quiere desligar del entorno y que requiere toda nuestra atención en su pantalla, un espejo negro penetrable que no nos devuelve nuestra imagen sino que nos muestra la virtualidad. 

Llegan nuevas formas de organizarnos, de repensar y estructurar nuestras relaciones con este mundo virtual con el que podemos interaccionar, preguntar y recibir respuestas incluso orales para que podamos seguir concentrando nuestra atención en las imágenes de la pantalla.

La inteligencia artificial está en pleno desarrollo, aplicándose cada vez más a todo lo que nos rodea e incluso llegando a intervenir directamente en nuestras vidas más de lo que sería deseable. La hipertextualidad, con ya varios años entre nosotros, aportó nuevas formas de relación con la máquina: alargamos el brazo, pulsamos un enlace y recibimos el retorno explicativo. La relación con el mundo digital era hasta ahora tocando y recibiendo la respuesta, pero estamos empezando a saber «hablar» con la red, a interaccionar con nuestra voz  para recibir retorno. 

Progresaremos cada vez más hacia una relación simbiótica con la red, sometiendo nuestro despiste y reubicándolo, controlando nuestra atemorización ante las invasiones virtuales a nuestro territorio, reaccionando cada vez con más inteligencia y controlando este proceso imparable de simbiosis entre el mundo de lo humano y el mundo de lo digital/virtual. Como consecuencia de todo ello, emerge una nueva sociedad y un nuevo ser humano de estos encuentros.

Nuestro profesor se declara «tecnooptimista». ¿Entendemos esta perturbación sin temores? Este no es sino un paso más en el proceso evolutivo fascinante que siempre ha caracterizado la naturaleza humana, no diferente en esencia de golpear unas piedras para generar un bifaz, frotar dos palos para generar fuego, la escritura y tantos y tantos otros procesos que jalonan la historia de la humanidad. Es una etapa más de nuestra naturaleza, no es ajena a nuestra condición humana. Eso sí, va muy rápida. La simbiosis máquina-hombre se humaniza a pasos agigantados, el futuro está en construcción, un reto al que no tenemos otro remedio que apuntarnos.

Hasta aquí la transcripción de esta magnífica comunicación que recomiendo escuchar (y varias veces). Espero haber sido fiel a las ideas contenidas en ella en este escrito; y es que yo, todavía, me manejo mejor con lo escrito que con lo oral, al menos en este tipo de enseñanzas.