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domingo, 17 de noviembre de 2019

RECOGER




Hay ya algunas entradas en este blog relativas a este asunto de las compras por correo, pero más concretamente poniendo el foco en  la recepción de los pedidos, verdadero meollo de la cuestión. Una entrada muy relacionada la escribí en marzo de 2016 con el título «ENVÍOS» que puede accederse pulsando en este enlace.

Salvados todos los asuntos de elección de vendedor, confianza en él, elección de las mercancías y pagos telemáticos con tarjetas bancarias, el quid de la cuestión es establecer el destino del envío y las condiciones del mismo. En estos últimos tiempos, las empresas han sido conscientes de que este asunto puede ser un verdadero cuello de botella en la posibilidad de ser elegidos por los compradores, que presentan una gran variedad de condicionantes.

Tengo amigos que reciben sus paquetes en sus centros de trabajo, aunque ya ha ocurrido que algunas empresas lo han prohibido por el volumen y las incidencias que se producían al tener que dejar entrar a los mensajeros en las dependencias o tener que salir el empleado a la recepción, cuando no siempre este está disponible por estar en una reunión, en otro departamento o, simplemente, visitando a Roca cuando desde la recepción tratan de localizarle. Yo tuve una época en la que recibía los paquetes a nombre de mi madre en su residencia de ancianos… hasta que me llamaron la atención.

Una cosa que tengo clara es que intentaré por todos los medios evitar envíos a mi domicilio particular, salvo casos en que no quede otro remedio, no tenga alternativa y me interese por el precio. Hace poco tuve una compra especial con una empresa que solo admitía envíos por mensajero al domicilio y que me supuso tres días de «secuestro» (posibilidad de entrega entre las 09:00 y las 20:00): el día que llegó el paquete, el día que tuve que devolverlo por un problema y un tercer día para recibirlo de nuevo. Un verdadero horror. Y es que pocos pueden estar en su domicilio todo el día a la espera del mensajero.

Yo hace años compraba mis productos electrónicos en la empresa PCCOMPONENTES, solicitando los envíos por Correos a un apartado que tengo contratado en la oficina cercana a mi domicilio. Por razones de organización y eficacia, dijeron, suprimieron este tipo de envíos, con lo que hace años ya dejé de ser cliente suyo y no me he molestado ni creo que lo haga en ver si han dado una pensada al asunto y han vuelto a recurrir a otros medios alternativos de envío.

Las tiendas físicas —PIXMANÍA en Madrid fue un ejemplo de ello hace muchos años— no han proliferado salvo la franquicia «APPINFORMÁTICA» que si utiliza este medio a entera satisfacción, siempre y cuando, claro está, tengas una tienda cercana y accesible. Este es mi caso y lo utilizo: hago el pedido por internet y establezco como punto de recogida la tienda, recibiendo el correspondiente aviso cuando está disponible el pedido para su recogida.

Cómo no, uno de los «grandes» de las ventas por internet, Amazon, se ha puesto las pilas desde hace tiempo en este asunto. En otros países ha llegado, he oído, hasta disponer de una llave del domicilio del cliente para poder dejar el paquete en el recibidor. Se están probando posibilidades ultramodernas como el envío mediante drones que serían capaces de dejarte el paquete en la terraza de tu piso o funcionalidades novedosas de futuro que permitieran al mensajero conocer la ubicación física de tu coche en un momento dado y poder abrir el maletero con una clave numérica para dejarte el paquete.

Mientras todas estas cosas y más que veremos llegan a concretarse, el gigante de las ventas por internet permite la recogida de paquetes en oficinas de Correos, con su limitación de horarios correspondiente y a veces con sus colas, y también en tiendas normales: yo venía recogiendo mis envíos en un estanco de mi localidad al que me acerco andando desde mi domicilio en el momento que la recogida está disponible y mejor me conviene por mi horario, por la mañana o por la tarde.

Pero desde hace un tiempo hay una posibilidad más: los armarios electrónicos. Podían verse ya en estaciones, centros comerciales y universidades los de PUDO y CORREOS. Amazon los denomina «lockers» —taquillas— y dependiendo del sitio donde estén ubicados pueden estar accesible las 24 de horas del día 7 días a la semana. Yo vengo utilizando últimamente el que pueden ver en la imagen, ubicado en una gasolinera por la que paso frecuentemente y que me permite recoger los envíos a cualquier hora.

Sin embargo, no todo son bendiciones en esta vida. Observen que la taquilla de la imagen está colocada sobre una peana de cemento que la eleva un poco sobre el nivel de la acera. El acceso es muy sencillo: se teclea el número de seis cifras que te han enviado desde Amazon y automáticamente se abre la puerta correspondiente a la ubicación en la que está tu paquete, que solo tienes que recoger y eso sí, por favor, cerrar la puerta para no dejarla inutilizada. Cómodo, rápido, sencillo, ni siquiera hace falta parar el coche en el que se llega hasta la taquilla. Pero… parece que los diseñadores de estas taquillas se han basado en algún estudio estadístico de la altura de la población española que últimamente ha debido aumentar en algunos centímetros.

Al recoger la segunda entrega solicitada en esta taquilla, se me abrió una puerta de la segunda fila empezando por arriba. Los cubículos son algo profundos, de forma que mis 1,66 centímetros de altura fueron insuficientes para recoger el paquete. ¡Y ni siquiera era la última fila! Tuve que entrar en la gasolinera y pedir por favor una banqueta para subirme en ella y poder recoger el paquete; «No es Vd. el primero», me dijo la amable vendedora.

Desde aquel día, tengo la precaución de llevar una escalerita —que se ve en la imagen— en el maletero del coche cuando voy de recogida. Nunca la he vuelto a utilizar porque no me ha tocado un cubículo elevado. Pero, con este sucedido se me ocurre que Amazon debería hacer un par de cosas para poner remedio: o bien añadir una escalerilla —sujeta con una cadena, eso sí, para que no se la lleven o, más tecnológico, solicitar la altura en centímetros de la persona que va a recoger el envío para colocarlo en un sitio accesible. Ahí lo dejo. Yo, de momento, seguiré llevando mi escalerilla por si acaso. Estaría bien un programa de esos de tipo «ventana indiscreta» para ver cómo se buscan la vida los clientes bajitos.