Define
zafarrancho el diccionario de la lengua, en su segunda acepción, como «limpieza general». Toda limpieza lleva
aparejada una ordenación o colocación. A mí la palabra me recuerda tiempos muy
pasados en la que la oía y la sufría con mucha frecuencia: el servicio militar.
Éramos muchos, con mucho tiempo libre, y la mejor manera de llenarlo era
organizando zafarranchos día sí, día también.
En
estos días de pandemia general, recluídos en nuestras casas, raro es que no
hayamos oído la palabra de nuevo. Confinados como estamos en nuestros
domicilios, con muchas horas en él que antaño no teníamos, es un buen momento
de poner manos a la obra y hacer una limpieza general que nos servirá para
revolver cajones y armarios, descubrir muchos trastos que ni siquiera
recordábamos, colocar, limpiar y desechar. En mi casa se está haciendo con
alguna o más bien poca colaboración por mi parte, porque yo me estoy dedicando
a aspectos más tecnológicos, que también necesitan su mantenimiento, ordenación
y limpieza. Voy a dedicar esta entrada del blog a comentar, muy por encima,
algunas de las tareas a las que me estoy dedicando en estos días.
En
la imagen se puede ver la vorágine de cables y aparatos que por lo general existe
tras los televisores de las casas. Con el paso del tiempo han ido
desapareciendo algunos aparatos como vídeos o reproductores de CD y DVD y han
ido apareciendo otros. La colocación y orden de los cables es siempre una tarea
pendiente que no pide pan y a la que aplicamos siempre el dicho aquel de «si
funciona, no lo toques». Es un buen momento para poner orden en este caos.
Cajones,
altillos de armarios, muebles de la cocina, librería y similares son aspectos
de los que me he ido escapando hasta ahora, pero ya no tengo más excusa. A
partir de mañana toca y ya no me puedo escapar más.
Desde
el 14 de enero de este 4
año de 2020 andaba procrastinando la migración del sistema operativo Windows 7 que como ya estaba anunciado terminó sus días y se quedó sin mantenimiento. El mantener y tener al día nuestras aplicaciones informáticas es vital: no vale eso de si funciona no lo toques, porque a lo mejor tenemos que tocarlo deprisa y corriendo y la avería puede ser peor. Así que, estos días, los he utilizado para pasar a Windows 10. No ha sido tarea fácil y he tenido que echarle ganas y horas. Ganas tenía pocas y horas muchas, así que lo he conseguido razonablemente, aunque quedan flecos pendientes y cosas que todavía no me funcionan como antes, pero me voy apañando.
año de 2020 andaba procrastinando la migración del sistema operativo Windows 7 que como ya estaba anunciado terminó sus días y se quedó sin mantenimiento. El mantener y tener al día nuestras aplicaciones informáticas es vital: no vale eso de si funciona no lo toques, porque a lo mejor tenemos que tocarlo deprisa y corriendo y la avería puede ser peor. Así que, estos días, los he utilizado para pasar a Windows 10. No ha sido tarea fácil y he tenido que echarle ganas y horas. Ganas tenía pocas y horas muchas, así que lo he conseguido razonablemente, aunque quedan flecos pendientes y cosas que todavía no me funcionan como antes, pero me voy apañando.
En
mi PC fijo disponía de altavoces, pero no de micrófono y cámara que son vitales
para mantener la multitud de reuniones virtuales a las que me enfrento en estos
días. Con un muchito de tiempo y
consultas al doctor Google ese que todo lo sabe, he conseguido utilizar mi
teléfono móvil como cámara y conectar al ordenador un micrófono de la WII de mi
hija. En condiciones normales y sin confinamiento quizá hubiera optado por
comprarlos… No hay mal que por bien no venga.
Muchos
actos públicos a los que no es posible asistir presencialmente se retransmiten
por canales de internet como Youtube y similares. Pongo por ejemplo la misa de
la parroquia de mi pueblo. Ver esto en un ordenador es un poco latazo así que
lo mejor es conectar el ordenador a la televisión. Cuando lo hago me encuentro
que por el cable HDMI que conecta el portátil a la TV viaja la imagen, pero no el
sonido. Otra vez a pedir ayuda al doctor Google hasta que lo conseguí.
En
estos días y al igual que muchas personas, me he tenido que poner al día en
herramientas de vídeo conferencia. Aparte de las clásicas para reuniones familiares,
se trataba de elegir una un poco más profesional (dentro de un orden, hay
muchas críticas). Yo y otros colegas optamos por ZOOM con lo que me puse manos
a la obra de estudiar y conocer esta herramienta. Ver vídeos informativos,
leer manuales y hacer pruebas me han llevado unas cuantas horas, así como
enseñar a manejar esta aplicación a varios amigos que la necesitaban. No voy a
entrar aquí en la controversia que hay con ZOOM en las redes respecto
de su falta de privacidad y su «peligrosidad», una controversia a mi juicio
bastante infundada y que ha motivado falsedades y artículos tendenciosos en la
prensa. Cada cual que haga su valoración y actue en consecuencia.
Un
sitio en el que es muy importante no solo poner orden sino fijar unas pautas de
actuación de cara al futuro es en las carpetas de ficheros del ordenador. Cual
cajones de armario, las carpetas proliferan en un ordenador y en sus discos
externos y es bastante frecuente tener un revoltijo de ficheros de forma que
muchas veces no nos aclaramos donde tenemos cada cosa y donde meter lo nuevo
que nos llega y queremos guardar. Es un buen momento, con esta enorme cantidad
de tiempo que tenemos, dedicarnos a pensar una estructura para nuestros datos y
colocarnos en ella.
Nunca
se insistirá suficiente en lo importante que es tener un sistema seguro de
guardar las claves de acceso del correo, bancos o sitios a los que nos
conectamos. Hay quién tiene pocas y las tiene en la cabeza, aunque algunos
tienden a tener muy pocas y las repiten en varios sitios, lo cual es bastante
poco recomendable. Otros las apuntan en papeles o las guardan en documentos en
el propio ordenador. Lo mejor es tener una herramienta fiable que nos permita
generar y utilizar claves cifradas que ni nosotros mismos conozcamos. Yo
utilizo una y en estos días he visto que tengo más de cuatrocientas claves.
Muchas se han quedado en desuso y en estos días estoy colocando, verificando y
cambiando sino todas, una gran cantidad de ellas. Voy por la mitad.
Hay
muchas más cosillas, pero ya para finalizar voy a comentar la estrella de las
actividades, una cuestión que tenía procrastinada desde hace años y que una
indicación de mi buen amigo José María me ha rescatado del olvido: preocuparme
de la situación de mi contrato de suministro eléctrico. He podido dedicar
tiempo a acceder a mi contador inteligente, estudiar mis consumos, mi potencia
contratada, mis picos y mis valles y un montón de estadísticas. Tras todo ello,
he solicitado reducir mi potencia contratada y en lugar de la tarifa única para
todo el día pasar a la doble con diferente precio para las horas punta o valle.
Si mis estudios han sido correctos y familiarmente conseguimos reordenar
nuestras costumbres, podemos ahorrar un 20% al mes en nuestra factura. No es
moco de pavo, que no están las cosas para regalar el dinero.
Evidentemente
hay más cosillas que hacer en estos tiempos de confinamiento. Cada uno tendrá
las suyas y querrá o no acometerlas. No hemos hablado aquí de leer, ver televisión,
hablar con la familia o amigos y similares, que también han crecido y mucho en
estos días. Lo mejor es tener un método y unas actividades programadas para no
caer en el aburrimiento, que el tiempo es oro.