La letra equis es una de las veintisiete que componen el alfabeto del idioma español, una vez retiradas de forma definitiva las compuestas «ch» y «ll» que al decir de la RAE «… no son letras, sino dígrafos». Los que tenemos la cabeza amueblada un poco informáticamente siempre nos resistimos a considerarlas como integrantes del alfabeto. En esa secuencia de veintisiete, la «x» es una letra enigmática que ocupa la antepenúltima posición del abecedario, tan solo seguida por la «Y» y la «Z» aunque no debemos perder de vista la anterior, la «W».
Menos de una cincuentena de palabras españolas empiezan por ella, por equis. De hecho, en algunos concursos, citemos al famoso Pasapalabra, cuando la dinámica alcanza la letra equis, se escucha siempre antes de la pregunta aquello de «Contiene la X». En nuestros estudios y en las fórmulas matemáticas, era la incógnita por excelencia cuyo valor teníamos que resolver. También es el número 10 en la numeración romana que aún seguimos utilizando, por ejemplo, en los siglos o en los capítulos de libros. En medicina tenemos los muy utilizados Rayos X y en las tallas de ropa se impone aquello de XL, XXL o incluso XXXL. La equis está por todas partes.
Y como no podía ser de otra manera, la equis se ha incorporado a temas de señalización. En la imagen superior, en los símbolos que nos ayudan a recorrer rutas a pie por senderos señalizados, la equis indica que nos hemos equivocado, que «por ahí no es», algo que podemos asociar a prohibido. En las autopistas, una señal luminosa con una equis roja encima de un carril es señal de que la circulación por él está prohibida. Podemos tener la sensación, quizá falsa, de que la equis es sinónimo de incorrecto, fallo, error, rechazo… prohibido, en suma. En las etiquetas de la ropa, una equis encima de una plancha significa que no se puede planchar, con lo que la equis se utiliza a modo de tachadura para indicar prohibición: encima de un cigarro o un puro…
Sin embargo, no siempre la equis tiene esta connotación negativa. En temas religiosos, por ejemplo, se ha utilizado para otras cosas. Recordemos como los soldados romanos de Herodes I El Grande marcaban una equis con pintura en las puertas de los hogares donde había niños recién nacidos para señalizar la matanza de los inocentes, aunque ahora los amigos de lo ajeno marcan sus objetivos en nuestras casas con pequeñas pegatinas, casi imperceptibles, en las que la «X» significa que los propietarios están de vacaciones. En los planos de los piratas, una equis señalaba el lugar donde estaba escondido el tesoro.
En todo caso, en el lenguaje, la x se utiliza poco. Si recuperamos una versión digital del Quijote, la cargamos en un documento de tipo Word y utilizamos el buscador, la letra equis aparece tan solo 1.627 veces en un texto que tiene cerca de un millón ochocientas mil letras en sus alrededor de trescientos noventa mil vocablos. Quizá don Miguel no fuera muy amigo de la equis, pero está contenida en palabras como excelencia, extraño o expiriencia.
Pero volvamos al tema de la señalización y la utilización de la equis en las instrucciones. La pandemia que llevamos ya casi un año sufriendo ha obligado a comercios y empresas a señalizar todos los aspectos relacionados con la observación de ciertas normas para la circulación y estancia de las personas en sus locales. La cosa vino de sopetón y cada cual se las ingenió como pudo para crear sus símbolos y sus instrucciones. Ahora incluso se puede comprar cartelería generada específicamente para todo lo relacionado con la COVID, pero seguimos encontrando las más variopintas formas de indicar o señalizar. Tantas hay, que yo me atrevería a pensar que ni las leemos. Y ahí es donde quiero llegar a un sucedido de esta misma semana.
Entramos en una iglesia y nos encontramos los bancos señalizados con equis. ¿Qué significan esas equis? ¿Aquí SÍ nos podemos sentar? ¿Aquí NO nos podemos sentar? Me temo que la primera opción que se nos viene a la mente es la de prohibición, que sería la lógica a tenor de lo descrito en los párrafos anteriores. Las interacciones, en algunos casos, recriminaciones y discusiones entre las personas por aspectos relacionados con la pandemia están a la orden del día. Estaba yo sentado justo encima de una de esas equis, cuando un señor mayor, más mayor que yo, junto con su señora, comenzaron a afearme la conducta por no cumplir las normas. Cuando le pregunté por las normas, me decía una y otra vez que estaba indebidamente sentado. Y de ahí no le sacaba. Al final, como no atendía su requerimiento de que me moviera, optó por irse a otra parte y sentarse, como no, en un banco que no tenía la equis.
A la entrada de la iglesia está este cartel informativo que reproduzco en la imagen a continuación.
Ya no sé a qué atenerme. Yo he leído el cartel, lo volví a releer tras la interacción, y creo, ya no estoy seguro de nada, que estaba correctamente sentado en mi banco marcado con una equis, al menos a tenor de la interpretación que yo hago de las instrucciones. Otra cuestión es si las instrucciones son claras o no, pero lo que sí parece es que no leemos las indicaciones y nos lanzamos a actuar como nuestro parecer nos da a entender. Si en lugar de tratarse de un señor más mayor que yo hubiera sido una persona más joven, de esos a los que la adrenalina se les dispara a la mínima …
Voy a recomendar al párroco que quite las equis de los bancos y en su lugar los decore con esta otra señal que posiblemente se entienda mejor, por lo menos para las personas que sepan leer… y que miren la señal.