En un libro que me está entusiasmando esta semana, llevo toda ella leyendo (sin mosquearme) la palabra que sirve de título a esta entrada. Resulta que ni viene en el diccionario oficial ni siquiera la «FUNDEU» tiene nada que decir al respecto salvo que yo no haya buscado bien. La alternativa es el mundo de internet donde sí figura profusamente, por ejemplo en la Wikipedia, donde se indica que es… «es el arte o la ciencia de medir el tiempo». Y añade que «relojes, relojes de sol, clepsidras, temporizadores, grabadoras de tiempo y cronómetros marinos, son ejemplos de instrumentos utilizados para medir el tiempo».
El tiempo, como concepto, es un asunto que ha acompañado a la humanidad desde sus albores con una decidida preocupación por establecer y fijar sus medidas. Pudiera parecer que «horología» debería significar el estudio de las horas, de los relojes, pero si nos atenemos a la definición anterior, es mucho más profundo: el tiempo. Los seguidores de este blog habrán apreciado que es un tema por el que tengo debilidad, pues hay numerosas entradas en el blog tratándole. Entradas como «NÚMEROS», «CUCO», «HORA», «RELOJ» o «CALENDARIOS» entre otras muchas dan fe de ello.
En el caso de la presente entrada me quiero centrar en las horas y los relojes. Una de las cuestiones podría ser el plantear por qué el día se dividió en 24 horas y no en 10 o en 100 que hubiera sido mucho más cómodo, especialmente para los que somos usuarios del sistema métrico decimal. También, por la misma razón, las horas en 100 minutos y los minutos en 100 segundos. Pero en las épocas en que se establecieron todavía no existía y se funcionaba más en bases numéricas de doce que de diez.
Como digo, esta semana estoy disfrutando con la lectura del libro de David Rooney, titulado «A tiempo. Una historia de la civilización en 12 relojes». Parece mentira la importancia que han tenido los relojes a lo largo de la historia y cómo se han servido de ellos los gobernantes para «meter en cintura» a sus súbditos. Y hoy en día, en mayor o menor medida, somos esclavos del reloj y del tiempo y nuestras relaciones con los demás están siempre bajo el paraguas de los horarios. Podemos estar de vacaciones sin mirar tanto al reloj, pero los restaurantes tienen sus horarios, los cines o espectáculos empiezan a una hora concreta y los transportes públicos salen con hora.
Y ya que hablamos de libros, dejaré referenciados aquí otro par de ellos sobre este asunto que recuerdo me han gustado e impactado por contar historias sobre el mundo de las horas y su medición, desde los antiguos relojes de sol hasta los modernos relojes atómicos que a través de los satélites ponen en hora de forma automática nuestros relojes y teléfonos. El asunto de cambiar las pilas de la estación meteorológica que tengo en el salón de casa es una operación sencilla porque… a los pocos segundos, la fecha y la hora se muestran de forma automática sin tener que estar unos minutos dándole a los botoncitos para arriba y para abajo
José Rodríguez Losada nació en 1801 en La Iruela, un pueblo de la provincia de León, en una familia ganadera en la que desde muy niño se ocupaba de llevar y traer el ganado a los pastos. Sufriendo continuas vejaciones y palizas de su padre y ante un futuro incierto y gris, decidió escapar de allí, llegando tras diversas vicisitudes a Madrid. Acabó siendo un relojero de prestigio mundial en Londres. En esta entrada de la página web de la Real Academia de la Historia hay una sucinta biografía suya, pero el libro delicioso que me acercó a esta historia está escrito por Emilio Lara y se titula «El relojero de la Puerta del Sol». Hay una reseña del mismo en el blog amigo de ALQS2D en este enlace.
John Harrison fue un relojero inglés del siglo XVIII famoso por haber construido el primer reloj marítimo de alta precisión, gracias al cual se pudo determinar la longitud a bordo de un barco cuando se han recorrido largas distancias, logrando el no depender de las estrellas o del sol para determinar la posición exacta de los barcos en medio de los océanos. El libro, también delicioso como el anterior, que relata con mucho detalle los pormenores de esta historia está escrito por Dava Sobel y lleva por título «Longitud». También hay reseña de este libro en el blog amigo de ALQS2D en este enlace.
Por meter los perros en danza, decir que es importante llevar nuestros relojes en hora. Y entre ellos el de nuestro ordenador. No será un asunto especialmente importante si lo destinamos a usos caseros, pero sí lo será si hacemos un uso profesional. Hay muchas maneras de poner en hora un PC utilizando los servidores de tiempo exacto a través de la conexión a internet. El mejor y más recomendable de los españoles es el servidor horario de la Armada Española conocido como ROA (Real Observatorio de la Armada), alcanzable electrónicamente en ntp.roa.com y visualmente en https://www2.roa.es/hora/index.html.
En el caso de WINDOWS 10 podemos controlar de forma automática y manual la hora de nuestro ordenador a través de la configuración de fecha y hora como puede verse en la imagen siguiente.
Y ya puestos y antes de despedir esta entrada, una película encantadora sobre este tema es «La invención de Hugo», de Martin Scorsese, que nos habla de la infancia de Hugo Cabret, quien ha perdido a su padre y vive oculto entre los mecanismos de los relojes de la estación de tren de Montparnasse, en París.