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sábado, 30 de julio de 2016

WIFI




Pocas son las personas, incluso desde muy jóvenes, que no llevan ya un smartphone en el bolsillo. Lo de «phone» es un derivado de su función original, que es una de las cosas que menos se utiliza hoy en día; la de hablar por teléfono. Se trata de potentes ordenadores, cada vez más, capaces de hacer muchas cosas pero que por lo general dependen para un uso completo de su conexión, de lo que todo el mundo llama «los datos». Tener un teléfono hoy en día sin posibilidad de conexión lo deja capitidisminuido en sus prestaciones y pocas personas son proclives a renunciar a esto.

Una alternativa a «los datos» es el o la wifi, un término que a todos nos suena y que vamos buscando como agua de mayo, especialmente los más jóvenes, grandes consumidores de información por el envío de fotografías y vídeos cuando no su consulta y visionado en plataformas como Youtube, Vimeo o similares, amén de redes sociales que proliferan con los días en las que la base es la imagen. Un ejemplo: yo dispongo mensualmente en mi contrato de la misma cantidad de datos que mi hija, 1 Gb, pero a mientras a mí me sobran megabytes todos los meses por el contrario a mi hija le faltan; cuando se van acercando los finales de mes, la cantinela de «papá, habilítame la wifi con tu teléfono» es constante. La diferencia está en el uso, esporádico en mi caso para ver el correo o twitter, mandar o recibir guasaps pero siempre con la opción de no descargar fotografías o vídeos salvo que yo lo indique, mientras que mi hija prolifera sus comunicaciones en las redes con mensajes de voz, fotografías y vídeos, con el consiguiente consumo alto de datos. Por ello, muchos jóvenes transitan con el teléfono como antena buscando hasta debajo de las piedras las wifi gratuitas. Ayer, sin ir más lejos, entramos en una cafetería a tomar un refresco y mi hija tardó poco en detectar que disponía de wifi y pedir la clave al camarero.

Pero… ¿Qué es wifi? Lo asociamos a la disponibilidad inalámbrica de conexión a internet susceptible de ser usada por un sinfín de aparatos electrónicos, no solo teléfonos sino también tabletas, ordenadores, e-readers y hasta cámaras fotográficas o navegadores GPS. En sus inicios era una marca, «Wireless Fidelity», aunque Phil Belanger (miembro fundador de la Wi-Fi Alliance que presidió la elección del nombre «Wi-Fi») dice que no significa nada, solo un nombre más utilizable que «IEEE 802.11b».

Cada vez es más común cuando salimos de vacaciones llevar con nosotros el ordenador portátil de forma que podamos seguir teniendo cierta capacidad de realizar ciertas operaciones que se han colado en nuestras vidas. Aún en periodo vacacional es cómodo tener acceso a la red para planificar una excursión o sacar entradas para un espectáculo. Muchas de las operaciones se pueden hacer, con ciertas incomodidades, desde el teléfono, pero seguimos estando más cómodos ante una pantalla y un tecleado, por lo que es normal cada vez más acarrear el portátil y utilizar las wifis de los hoteles en los que nos alojamos. Aunque esto representa algunos inconvenientes en los que no solemos reparar.

Uno de ellos es que por lo general estos accesos inalámbricos no llegan a las habitaciones, con lo que hay que bajarse a los anexos a la recepción para conectarse, en donde nos juntaremos según los horarios con una legión de personas que están haciendo lo mismo que nosotros y en algunos casos con problemas para encontrar un sitio físico donde estar cómodos. Mientras estemos navegando para leer el periódico, ver información de zonas geográficas próximas, atracciones o lugares recomendados, no hay problema. Pero en un momento determinado nos puede ser necesario consultar nuestra cuenta bancaria, nuestro correo electrónico o incluso utilizar nuestra tarjeta de crédito para comprar unos billetes de autobús o unas entradas a un espectáculo al que queremos asistir. En estos casos… ¡peligro! Estamos conectados en una red pública, sin ninguna seguridad y en la que si se encuentra algún hacker puede obtener nuestras claves con mucha facilidad. En algún caso hasta los propios empleados del hotel pueden estar ojo avizor para conseguir la clave de nuestra tarjeta de crédito que en pocos minutos estará siendo utilizada por alguien en un país lejano hasta desplumarnos todo lo posible.

Por ello es necesario tomar conciencia de que tipo de red estamos utilizando y para ciertas operaciones delicadas no utilizar redes públicas en hoteles, cafeterías, estaciones  o aeropuertos. En casos puntuales o esporádicos, la solución es generarnos con nuestro teléfono una red privada y con clave de acceso para esas operaciones. Si necesitamos por razones de trabajo u otras una conexión segura más prolongada, mi recomendación es hacerse con un router inalámbrico y una tarjeta SIM específica para generar esa red que nos permita trabajar cómoda y sobre todo seguramente.

En mi caso y para este verano, he optado por esta última solución y tras mucho investigar el mercado, he adquirido un router transportable, del tamaño de un paquete de tabaco y con una autonomía de alrededor de diez horas en funcionamiento gracias a su batería recargable, para el que he obtenido una SIM específica en modalidad de prepago que voy cargando en función de mis necesidades. Aunque es hacer un poco de propaganda, no me importa porque me está funcionando de maravilla, a una velocidad que despeina y el coste no me parece desproporcionado; todo sea por la seguridad y la fiabilidad, ya que funciona prácticamente en cualquier parte, incluso en el propio coche mientras vamos circulando con lo que nuestros teléfonos, tabletas y ordenadores pueden ignorar su consumo de datos y utilizar la wifi que genera este cacharrito. Al conductor le sirve de poco pero el resto de pasajeros están encantados de poder ir trasteando con conectividad fiable y segura. El router es un TPLINK M7350 en el que utilizo una tarjeta SIM de SIMYO que dispone de unos bonos de datos que me parecen muy asequibles: en estas fechas del verano de 2016, 1 Gb en horario nocturno o en fin de semana cuesta 1,99 euros y hay muchas posibilidades en función de nuestras necesidades.

Aunque yo no lo utilizo –por el momento—este router permite la inserción de una tarjeta microSD donde podemos cargar documentos, fotos e incluso películas para compartir entre todos los dispositivos que se conecten. Obviada la compra del router y de la SIM, añadir unos pocos euros al coste de nuestro viaje de negocios o vacaciones no representa un gasto desproporcionado y la fiabilidad y seguridad no tienen precio. Cuando consigo una conexión 4G, lo que ocurre la mayoría de las veces según los lugares en los que me encuentre, la conexión va como un tiro, casi mejor que en el ADSL de casa. Me tengo que pasar a la fibra, pero por el momento solo me la ofrece Timofónica y yo con ellos no quiero nada. Voy a tener que utilizar este router inalámbrico también en casa…

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