Especialmente en localidades de mediano o
pequeño tamaño, solemos pasar en nuestros paseos por casonas que despiden un
aura especial. Siempre me da por pensar cómo serán por dentro y que historias
guardaran entre sus muros. En algún caso se han convertido en sitios públicos
al haber asumido su propiedad ayuntamientos o comunidades y se ha podido ver y
disfrutar de su interior, aunque la mayoría de las veces la fiebre de la
piqueta ha hecho estragos y han perdido su sabor original para adecuarse a los
nuevos tiempos y los nuevos usos a que son destinadas.
La casa de la imagen sigue siendo de
propiedad privada. Sus propietarios llevan generación tras generación
residiendo en la misma. Mi mujer, que en su niñez tuvo amigos entre sus
residentes, pudo disfrutar hace muchos años de sus jardines y de algunas de sus
habitaciones interiores. Con motivo de la clausura de un curso de la
Universidad de Cantabria hace un par de semanas, se celebraba en ella un
concierto de arpa con acceso libre lo que suponía una oportunidad quizá única
de conocer su interior. Hubo suerte, porque en principio el concierto estaba
programado en los jardines, pero luego supimos que el arpa, ese harpa, no
produce unos registros musicales adecuados para ser escuchados al aire libre.
Las propietarias actuales de la casa, en vista de que el número de asistentes,
unos treinta o cuarenta, no era muy numeroso, habilitó un salón interior para
que tuviera lugar el concierto. Un plus añadido que me permitiría no solo ver y
disfrutar del jardín, sino también de una de sus habitaciones interiores.
Pero todavía hubo más suerte adicional.
No sé si ante la sugerencia de alguno de los presentes o motu proprio, las
propietarias se brindaron a enseñar toda a la casa, lo que nos permitió
disfrutar de un interior espléndido, visitando una tras otra sus habitaciones
donde se acumulaba una larga historia en cuadros y mobiliario, complementada admirablemente
con las explicaciones de las propietarias sobre la vida de sus antepasados y los
usos de las dependencias a lo largo de los años. Algunas reformas habían tenido
lugar pero siempre con muy buen gusto y conservando la esencia de la casona.
El o la harpa, o también la o el arpa, es
«un instrumento musical de forma
triangular, con cuerdas colocadas verticalmente y que se tocan con ambas manos».
Según el diccionario es femenino pero se admite el artículo masculino para
evitar la cacofonía de las aes. Nada más entrar en el recinto, donde había una
especie de reservado como escenario, estaba en el suelo encima de una moqueta
el instrumento con el que se iba a dar el concierto. Nunca había visto un harpa
como esa y es que posteriormente el concertista, Javier Sáinz, aclaró que se
trata de un reproducción exacta del harpa medieval irlandesa tal y como era en
el siglo dieciséis y como la disfrutaban los señores medievales en sus
castillos y haciendas, donde solían tener un poeta y un arpista «en nómina»
para deleitar sus veladas. Hay que decir que el concierto fue una delicia para
los sentidos, el del oído por la musicalidad despedida por el instrumento y
para la vista por el lugar especial donde tenía lugar el evento, que te hacía
sentirte como si estuvieras en el pasado disfrutando de un acontecimiento
único. Además, entre pieza y pieza, el concertista nos aclaraba diferentes
hechos históricos relacionados con la obra interpretada, con la situación histórica de Irlanda
y su vecina Escocia, aderezado con algunas cuestiones curiosas como aquella de
que si alguien dañaba las uñas de un arpista, la multa era de tres vacas por
cada uña dañada.
A la salida del concierto pude adquirir
un disco primorosamente editado que adjuntaba un librito con un artículo del
autor muy interesante que complementaba las explicaciones dadas durante el
concierto. Es una música de fondo muy agradable que utilizo, será la novedad,
mientras estoy leyendo o haciendo cosas en el ordenador. El autor tiene una cuidada página web que puede accederse en este enlace donde podremos adquirir sus dos discos publicados y leer y disfrutar con cuestiones relativas a este instrumento
medieval, que por cierto trabaja con cuerdas metálicas y no con las llamadas
cuerdas de tripa que utilizan los instrumentos actuales. También podemos leer algunos artículos y datos biográficos de este experto concertista y profesor internacional de este
instrumento tan peculiar.
A la salida del concierto pude enterarme que
en unos días se repetiría el acto de forma similar en una casa particular. A
base de contactos, preguntas e indagaciones, y gracias al buen hacer de mi
cuñado Fernando, pude hacerme con la
posibilidad de asistir, con lo que ayer sábado 29 de julio de 2017, en la tarde
noche, pude deleitarme con algunos amigos de una velada excepcional, que acabó
con un pequeño ágape en la que entre otras conversaciones pude escuchar al propio artista referir sus experiencias, además de la confidencia de su
próximo concierto, que tendrá lugar el próximo 20 de agosto de 2017, en una
hermosa iglesia del románico palentino que forma parte del convento de santa Eufemia de Cozollos, del siglo XII, ubicada
en el recóndito pueblecito de Olmos de Ojeda. Haremos todo lo posible por estar
allí para disfrutar de nuevo de esta música que al menos a mí me embelesa.