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domingo, 24 de septiembre de 2017

SPAM



No sé lo que le ocurrirá a otras personas, ya que depende mucho de la actividad que cada uno desarrolle en la red, pero el asunto del SPAM empieza a ser sino preocupante al menos cargante. Menos mal que hace años decidí abrirme una cuenta de correo secundaria que es la que facilito a los sitios en los que no tengo demasiado interés y además no son muy fiables. Con el tiempo esta dirección alternativa ha ido replicándose por la red de forma que recibo una montonera, a diario, de correos electrónicos no solicitados ni deseados que sobrecargan la red, mis comunicaciones y en los que tengo que emplear, repito lo de a diario, un precioso tiempo para su desecho.

Si se observa con detenimiento la imagen que acompaña al texto, se puede apreciar que todos esos correos son del día 20 de septiembre, esta misma semana, donde la cosa ya alcanzó cotas intratables. SPAM, vaya sorpresa, aparece en el DRAE, diccionario de la Lengua Española con el significado de «correo basura». La FUNDEU aclara además que también es «correo no deseado» y «se emplea para referirse a los mensajes de correo electrónico, generalmente publicitarios, que llegan a las bandejas de entrada mediante envíos masivos y sin haber sido solicitados».

A riesgo de estar equivocado y por experimentación en las propias carnes, he llegado a la conclusión de que es inútil tratar de acabar con estas prácticas. Si intentas anular el correo, siguiendo las algunas veces complicadas instrucciones para darlo de baja, lo más probable es que siga llegando además de perder un precioso tiempo. Una técnica que he intentado emplear es, cuando se trata de correos que llegan a mi correo «bueno», no tratar de darlos de baja sino de cambiarlos a mi correo «malo», pero en muchas ocasiones lo que se consigue es que sigan llegando a los dos.

Por todas estas consideraciones, lo único que se me ocurre es tratar de manejar la ingente marea de correos spam que me llegan de forma que pueda eliminarlos con cierta seguridad de no cargarme ninguno bueno, pues cabe la posibilidad de que por error algún correo que estás esperando sea colocado por alguna causa en la carpeta de spam, con lo que no es una buena práctica eliminar todos de golpe sin unas mínimas precauciones.

Muchos usuarios utilizan como correo principal servidores de Google (Gmail), o de Microsfot (Hotmail) u otros cada vez menos frecuentes como Yahoo, amén de correos propios de las operadoras de internet que nos hacen el servicio, tales como Timofónica, Guananoo o Yoyafone. Estas plataformas y otras existentes tienen sus propios detectores de correo basura porque al fin y al cabo son ellas los que los reciben en primera instancia y pueden detectar su similaridad o parecido entre ellos de forma que se active la sospecha. En mi caso, el correo principal o «bueno» y el secundario o «malo» son de Google, el conocido Gmail, y la carpeta de spam es engrosada a diario de forma automática como puede verse en la imagen adjunta.

Con ello, mi primer punto de control lo realizo en el teléfono inteligente, donde tengo registradas las dos cuentas. Reviso a diario el apartado de spam, que en mi caso y supongo que será general suele funcionar de forma bastante acertada, y pulso el botón de «vaciar spam ahora» con lo que consigo una limpieza efectiva y rápida. Es evidente que tendremos que tener cuidado y decidir si asumimos la recepción con nuestros datos móviles o solamente cuando estemos en una wifi personal o privada, ya que el consumo con tanta «guarrería» puede ser alto.

Pero los «enviadores» de propaganda se las saben todas y tienen verdaderos robots especializados en mandar correos diferenciados que se salten los filtros de detección de las compañías, con lo cual algunos acabarán llegando a nuestra bandeja de entrada. Mi segundo punto de control es el ordenador, donde utilizo el gestor de correo Outlook, que me permite programar el que solo me lleguen a la bandeja buena de entrada correos enviados por remitentes que figuren en mi lista de contactos. Los no detectados caerán en una bandeja especial de «Correo no deseado» que habrá que revisar para tomar decisiones en cuanto a intentar darse de baja, cambiar a la dirección «mala» o simplemente eliminar.

Los usuarios del correo electrónico tienen en general poco cuidado con el uso de las direcciones de correo. Un ejemplo: me adscribo a un club presencial de papiroflexia, facilito mi correo electrónico y mi teléfono móvil y al coordinador del grupo no se le ocurre otra cosa que mandar un correo de bienvenida a todos con las direcciones a la vista ─sin emplear por tanto el campo CCOO-con copia oculta─ y crear un grupo de wasap con los teléfonos de todos. ¡Hala! Ya tiene todo el mundo mi correo y mi teléfono cuando yo no he autorizado ni quiero que se publicite de esta manera.

Como antaño había empresas que se dedicaban a coleccionar direcciones postales para ofrecer servicios de impresión de etiquetas para envíos por correo ordinario de propaganda, hogaño supongo que habrá otras empresas que se dediquen a coleccionar correos electrónicos con los mismos propósitos. Pero la diferencia es enorme: los envíos postales costaban dinero en preparación, materiales y sellos mientras que los envíos electrónicos son gratis. ¿Será esta la clave? ¿Se seguirían enviando miles de correos electrónicos de este tipo si tuvieran un coste para el emisor?

Cuando terminaba de escribir estas líneas he echado un vistazo al asunto en mi teléfono. 77 correos en spam en las últimas 24 horas, todos ellos no solicitados ni deseados. No alcanzo a atisbar dónde puede estar la solución a este asunto, pero de seguir a este ritmo conseguiremos que se colapse el sistema.