Alguno de los personajes de la imagen ha
muerto y otros han mutado, pero la ilustración que publicó el diario El Mundo
en octubre de 2014 sigue de plena y rabiosa actualidad. «Hasta en la sopa», que diría un castizo, me encuentro desde hace
meses, especialmente el último, con «ese»
tema como si no hubiera otro y el mundo se fuera a acabar con él. Prensa,
radio, televisión, tertulias… son medios que puedo manejar a mi antojo
encendiendo y apagando, pero hay otros que me invaden y me dejan poca capacidad
de ignorarlos como los correos electrónicos y los guasaps que circulan en
cantidades ingentes por la red. Pero quedaré inmerso, salvo que salga
corriendo, en las conversaciones con amigos, las clases, las tertulias, en la
presentación de un libro… En ningún sitio se quiere hablar del «asunto», que ya cansa, pero en todos se
atisba, flota en el aire, se menciona y ya entramos al trapo.
De cuestiones de política y de otras como
la religión es mejor no hablar. Opiniones tenemos todos pero si nos las
guardamos nos evitaremos algún que otro disgusto o enfrentamiento que además
quedará grabado a sangre y fuego para siempre en el ADN de los intervinientes y
conducirá nuestras interacciones futuras. Por ello no quiero reflejar aquí mi
opinión directa sobre «ese» tema.
En esta semana han otorgado el Premio Nacional
de Narrativa 2017 a Fernando Aramburu , supongo que por toda su trayectoria
pero especialmente por su libro Patria, una joya cuya reseña puede verse en
el blog amigo de A leer que son dos días haciendo clic en este enlace. Es un libro de ficción que está ambientado en un pasado reciente en otra
región de España diferente, concretamente el País Vasco, y que relata a lo que
pueden llegar los miembros de dos familias íntimas por dejarse llevar por
sentimentalismos. Menos mal que solo se trata de un libro de ficción literaria.
Hago mención a este libro porque me parece que debería ser de obligada lectura
para todo ciudadano del mundo para llegar a hacerse una idea de por dónde
pueden transitar las emociones y los actos cuando no se tienen claros ciertos
criterios y se deja uno conducir por rondamisas .
El punto al que hemos llegado y que está
lejos de acabar tiene raíces. Creo que mi opinión sobre el tema de las Autonomías
Españolas está claro por otras entradas en este blog, la muy específica «AUTONOMÍ…suyas»
y otra algo colateral sobre descentralización sanitaria como «AUTONOMÍ…desemejanza».
El «Café para todos» de los años setenta del siglo pasado fue un parche,
posiblemente el mejor que se podía poner en aquella época y en aquellas
condiciones, pero hoy en día ─cuarenta años después─, se nos muestra como
completamente acabado o cuando menos desfasado. Los acontecimientos recientes
lo están dejando claro. Bien es verdad que una herida que no se trata y se
cierra en falso, lo más probable es que se infecte, siga supurando y al final
explote causando mucho más daño y haciendo mucho más difícil su cura.
Yo me pregunto porque no aprovechan otras
de las 17 existentes, más dos ciudades, para lanzarse al río revuelto en busca
de su particular ganancia de pescadores. Gallegos, manchegos, extremeños,
andaluces, asturianos, cántabros, riojanos, melillenses… Quizá sean sensatos y
antepongan otras cosas a sus emociones. Y cuando menciono otras cosas, me
refiero a las materiales, la comida, la vivienda, la sanidad, la educación…
Solamente cuando uno tiene el estómago lleno, un lugar digno donde vivir, una
sanidad aceptable que vele por su salud y otras cosas básicas puede empezar a
pensar en si se hace seguidor activo del Betis, del Málaga o del Rayo
Vallecano. Y todos estos asuntos, materiales, los tiene que percibir la persona
en propias carnes, no vale con que se lo cuenten porque cada uno sabrá por su
propia experiencia si está siendo engañado. Los anuncios del tren son muy
bonitos porque los hacen empresas expertas en hacer anuncios pero los
ciudadanos que realmente utilicen el tren todos los días sabrán si la cosa va
bien o menos bien, por no decir mal.
Los políticos son, o deberían ser,
expertos en manejar las emociones del personal. Muchas veces es suficiente un
poco de humo para encandilarnos y llevarnos por donde ellos quieren. Somos por
lo general muy desmemoriados y poco aficionados a la historia, que se repite
una y otra vez machaconamente. Y algunos lo hacen muy bien, llevando al
ciudadano a unas situaciones extremas en este terreno de las emociones, cuando
sus necesidades básicas no están cubiertas con unos mínimos razonables. Y lo
que es peor, seguir por ese camino de la emociones conduce a un empeoramiento, está
demostrado, de esas condiciones básicas. Prometen el oro y el moro, lo bonito
que va a ser todo en el futuro, cuando nosotros seamos dueños de nuestro
destino. ¿Quiénes somos nosotros? ¿Quiénes son ellos?
Hay ciertas cuestiones de no son
descentralizables, por mucho que nos esforcemos. ¿Podemos imaginarnos un
ejército descentralizado, con 17 o 19 jefes de igual nivel teniendo que tomar
decisiones? Todos hemos asistido a los sucedidos entre las fuerzas de seguridad
del Estado y las fuerzas de seguridad autonómicas. Y en esa categoría de no
descentralizables incluyo las básicas como la educación, el trabajo y la
sanidad. Bien es verdad que las fronteras son entelequias que se han ido fijando
con el paso de los siglos y que pueden volverse a negociar. Pero cuando
llevamos un porrón de años tirando todos a una, con solidaridad y sin
desarrimar el hombro, no es muy bonito abandonar el yugo cuando las condiciones
particulares son más boyantes.
El caso no es aislado. A otro nivel más
internacional lo estamos viendo con el BREXIT, un bocado muy difícil de digerir
que está provocando no pocos sinsabores a muchos ciudadanos ─ingleses fuera de
su país y extranjeros dentro─ y eso que ni siquiera ha empezado a rodar. Ya a
nuestro nivel hemos llegado a un punto álgido, feo, que está trayendo muchas
consecuencias emocionales y personales que será muy difícil de olvidar en el
futuro.
En todo caso, no olvidemos quién ha
comenzado las hostilidades. Nadie habla de él porque está un poco en segundo
plano en la actualidad, pero está en la imagen que acompaña está entrada. Claro
que no ha sido el sólo sino con mucha gente detrás. Cuando las inversiones y
la industria iban para allá en años pasados en lugar de ir a otras zonas del
país, todo parecía bien. Ahora que lo tengo, me lo quedo y que os den…
Como esta entrada puede ser leída
en el futuro, por las normas de etiqueta de los escritos en internet hay que
aclarar que «ese» tema es realmente el de la declaración unilateral de
independencia de Cataluña que tantos gastos espirituales y materiales está
condensando en estos meses finales de 2017.