Vivimos en una sociedad de contrastes. Siempre los ha
habido, pero ahora se acentúan más y más hasta límites impensables. Gente con
cincuenta años que tiene como máxima aspiración alcanzar una prejubilación para
dejar de trabajar y gente con más de setenta que sigue en la brecha. No tenemos
remedio: cada vez es más frecuente ver como la experiencia y los conocimientos
se arrinconan cuando no se ignoran directamente por aquello de que quienes los
detentan son ya… «mayores» y hay que mandarlos al retiro forzoso para dejar
paso a jóvenes que entran como elefante en cacharrería.
Como botón de muestra un par de casos. Comencé mi labor como
técnico informático de Grandes Sistemas en una empresa del sector de la banca
hoy tristemente desaparecida o cambiada de nombre cuando tenía 18 años. Cursos
de formación en IBM y sobre todo formación interna de los compañeros con más
experiencia y años en la profesión fueron los mimbres para empezar a
desarrollar conocimientos y experiencia en mi trabajo, una labor que por aquel
entonces ni siquiera se enseñaba en la universidad. En aquellos años setenta y
ochenta del siglo pasado asistí a reuniones de intercambio de información con
otras grandes empresas españolas e incluso acudí a alguna reunión internacional
representando a España. También por mi inquietud publiqué algunas
colaboraciones sobre aspectos técnicos en revistas inglesas o estadounidenses y
en el último tramo de mi vida laboral, con internet empezando a ser una
poderosa herramienta comunicativa, participaba en foros de intercambio de ideas
y programas. Transité por varias empresas, todas ellas del sector de la banca
española, hasta que, con 51 años casi recién cumplidos, un departamento de esos
llamados de recursos humanos me llamó para decirme que me tenía que marchar, sí
o sí, por aquello de la renovación de plantillas, las sinergias y no sé qué
otras zarandajas modernas que no comprendía pero que me pusieron fuera de la
circulación.
Seguí trabajando varios años ya como autónomo en el sector
desarrollando proyectos para varias empresas. Curioso es que algunas de las que
había estado como empleado me requirieron, más de una vez, para desarrollarles
algunas piezas a través de empresas interpuestas: ¡el mundo del revés! Pero a
lo que vamos, tras casi cuarenta años de experiencia en un sector muy reducido,
muy especializado, mis conocimientos si es que tenía alguno quedaron dormidos
para siempre sin capacidad de transmisión a nuevas generaciones que podían
haberlos aprovechado. Y no creo que esto sea ningún atisbo de prepotencia por
mi parte.
En la imagen que encabeza esta entrada puede ver a Antonio
Rodríguez de las Heras. A poco que tecleen su nombre en cualquier buscador
recibirán un aluvión de información de las muchas actividades en las que
desarrolla su labor. En estos momentos, septiembre de 2019, tiene 72 años y es Catedrático en la
Universidad Carlos III de Madrid en la que sigue impartiendo sus clases, sus
cursos para mayores y dirigiendo tesis doctorales. Su labor está centrada en
cómo afectan las emergentes tecnologías, no ahora sino desde hace décadas, en
la educación. He tenido oportunidad de seguir sus seminarios y en ellos siempre
se aprende y se recolocan las ideas sobre lo que puede suponer la educación en
el futuro, cada vez más inmediato, y sugerencias de cómo podemos afrontar el
reto de «llenar la mochila» de los estudiantes para su circulación futura por
el mundo.
Una de las posibilidades que ofrece la tecnología es la
formación a través de internet. La imagen de esta entrada responde a una de las
actividades de su magnífico curso MOOC titulado «Utopedia. Educación para una
sociedad del conocimiento» en el que plasma una miríada de ideas sobre el tema.
En la parte inferior de la fotografía aparecen varios alumnos en la primera
edición de este curso, de varios países del mundo, interaccionando en una
sesión en directo con el profesor aprovechando las facilidades de la red. Una
innovadora forma de educación que ahorraría muchos desplazamientos y que puede
sustituir, al menos en parte, las clases presenciales. Le sugiero que aproveche para
inscribirse en la séptima edición del mismo que comienza el próximo día 15 de
octubre de 2019 en la plataforma EDX. Yo ya lo he hecho para asistir virtualmente al curso por tercera vez.
Como digo y sin establecer comparaciones, que siempre son
odiosas: unos en la brecha a pesar de los años y otros en el dique seco. Como
dice el profesor en una de sus acertadas definiciones de vejez: «vejez es
cuando el mundo que te rodea se te hace ajeno, te desajusta». Y siguiendo con
sus ideas, ahora tenemos ABUNDANCIA de información —contrastada o no—, pero
como no podemos con todo, andamos PICOTEANDO, lo que puede conducirnos a la
DESAFECCIÓN que puede llevar al DESPILFARRO que puede conducir a la CONTAMINACIÓN.