Con esto de la inmediatez que nos rodea por mor de las
nuevas tecnologías, estamos sometidos a sobresaltos que surgen por arte de
magia y que nos afectan sin comerlo ni beberlo. De ello hablaba en la entrada «eSOBRESALTO» en octubre de 2019. Hay múltiples
historias que todos habremos oído en estos últimos años, derivadas de malas
prácticas por las empresas por procedimientos inadecuados en sus procesos que
llevan a las personas a situaciones sin solución. Ejemplos, todos los que
queramos. Hace años, una compañera, Carmen, empezó a recibir SMS en su teléfono
móvil de operaciones bancarias —no eran suyas por fortuna— que concernían a otra
persona que seguramente habría facilitado mal su teléfono, o el empleado se
había confundido. Sea como fuere, mi compañera llamaba al banco en cuestión y
como no era cliente… no se podía hacer nada. Siguió tiempo y tiempo recibiendo
estos SMS, supongo que hasta que el verdadero destinatario los echó en falta y
subsanó el asunto.
A mí también me ha ocurrido… me sigue ocurriendo… Y lo peor
es que es con empresas que se suponen solventes en sus quehaceres pero que
deberían revisar sus procedimientos informáticos, especialmente en los momentos
de alta de clientes, para evitar errores que pueden ser cuando menos peligrosos
y que afectan a la seguridad de las personas e incluso a procedimientos legales
por aquello de las leyes de protección de datos. A mí este momento y con diferentes niveles me
están ocurriendo casos con UBER, NIKON, APPLE, SEUR, IBERDROLA DISTRIBUCIÓN y…MAPFRE
por citar los que me tocan las narices en estos días.
El más flagrante y delicado es el de MAPFRE que relataré en
esta entrada para conocimiento general.
Hace ya casi un año, en septiembre de 2019, empecé a recibir
correos electrónicos en mi correo personal, un correo que llevo utilizando
desde 2007. Como es de esos públicos y gratuitos, de Gmail concretamente, no
puedo justificar que sea mío y no de Google, pero sí que tengo justificación
documental de un uso continuado desde 2007. Evidentemente y como ocurre en esto
del correo electrónico, cualquiera que lo conozca me puede mandar lo que le dé
la real gana y yo lo único que podré hacer es marcarlo como no deseado, como spam, o mandarlo a la papelera.
Una posible solución es tratar de arreglar el problema y
evitar que me sigan mandando esos correos. Eso he tratado de hacer con los de
MAPFRE hasta llegar a puntos kafkianos que ya me provocan risa.
En los momentos iniciales recibí correos con toda clase de
datos personales de un tocayo mío de nombre y primer apellido, que no de segundo,
residente en la provincia de Ónuba por más señas. Me fueron enviando papeles y
contratos con nombre, dirección personal, dirección laboral, cuantía de sus
ingresos mensuales, teléfono móvil, DNI, cuenta bancaria, coche y su matrícula…
Yo no hice ni he hecho uso de ellos, pero MAPFRE se debería de haber cuidado de
no hacer constar un correo electrónico inexacto, el mío, antes de mandar por
ese procedimiento nada seguro tamaña cantidad de información. Eso a pesar de lo
que reza en todos los correos que parece que con esa literatura hacen la de
Pilatos…
Este mensaje y, en su caso, los ficheros anexos son confidenciales, especialmente en lo que respecta a los datos personales, y se dirigen exclusivamente al destinatario referenciado. Si no lo eres y lo has recibido por error, o tienes conocimiento del mismo por cualquier motivo, te rogamos que nos lo comuniques a través de https://www.mapfre.es/seguros/contacto/ y procedas a destruirlo o borrarlo, y que en todo caso te abstengas de utilizar, reproducir, alterar, archivar o comunicar a terceros el presente mensaje y ficheros anexos, todo ello bajo pena de incurrir en responsabilidades legales.
Cuando
envían algún documento «sensible» añaden la siguiente coletilla…
Con
el fin de proteger los datos de nuestros clientes, dicho documento se encuentra
cifrado. Para poder acceder a la información, será necesario que introduzcas tu
número de NIF/CIF/NIE (9 caracteres sin espacios, incluyendo letra/s en
mayúsculas). Para mayor seguridad, la disponibilidad de este documento será de
90 días.
Pero…
berzotas, si ya me habéis dado todo, si tengo entre otras cosas el DNI… ¿De qué
sirven estos subterfugios? Algo es, pero tampoco mucho. Por otro lado, es bastante frecuente, más de lo que sería de desear, obtener con una búsqueda en Google el DNI de una persona, pues al final casi siempre hay un boletín municipal, una multa o algo en el que figura. En este caso, figura explícitamente el DNI de mi tocayo en un boletín de la provincia de Huelva por motivo de una multa de tráfico.
No
voy a entrar en detalles de lo que ocurre si intentas hacer algo a través de la
página web que mencionan, o incluso de un teléfono que aparece por algún lado
de atención al cliente donde te graban la conversación, te piden datos que no
puedes dar (aunque los tengas como en este caso) y te marean más y más, hasta
que cuelgas harto de aguantar por un tema que ni te va ni te viene. ¿Algún
directivo de MAPFRE tendrá la ocurrencia de llamar con cualquier excusa para
verificar cómo funciona su empresa?
Harto
de estar harto, me dio por llamar telefónicamente a mi tocayo, que en el fondo
supuse que era el interesado: craso error. Hablé con él, varias veces, por
teléfono, ocultando el mío en las llamadas y me dijo que se ocuparía de ir a la
oficina y arreglarlo. Debió tardar algunos días, no recuerdo, quizá semanas.
Pero algo debió de hacer, porque recibí el siguiente y escueto que parecía que
pudiera deberse al tema, pero no, era producto de un recibo devuelto
Rogamos
se ponga en contacto con nosotros en el telf. 918366315 o 954289141 indicando
la referencia en el asunto indicada en plazo máximo de siete días.
Gracias
Los correos
me llegaban con remitentes personales, no de esos automatizados a los que no se
puede contestar, donde figuran nombres reales — María del Pilar, Cristina,
Beatriz…—, con teléfonos de oficinas de Huelva, Sevilla o Madrid. Con todo tipo
de documentos adjuntos: renovación de pólizas del hogar o del automóvil,
recibos pagados, recibos impagados, arreglo de partes de accidentes del
vehículo… En algunas ocasiones he contestado con textos parecidos a los que
figuran a continuación, pero si alguien los ha leído se ha llamado a andanas…
Estoy
hasta las «narices» de estos correos, que no son míos y que ya en su día tanto
Vds. como su cliente dijeron que iban a solucionar.
…
Solo
falta que sea yo, encima, el que tenga que ponerme en contacto con Vds. Olviden
mi correo y subsanen el error.
…
Sigan,
sigan, mandando estos correos. Lo que tenían que hacer era verificar los
correos que les facilitan sus clientes antes de empezar a mandar documentación,
por cierto, con datos, MUY sensibles.
…
Les
pido por favor, UNA VEZ Más, me dejen en paz. YO NO SOY CLIENTE SUYO.
…
Parece
mentira que una compañía de esa solvencia tenga unos procedimientos tan
obsoletos de verificación de datos, y den por buenos los que les facilitan sus
clientes SIN VERIFICARLOS.
…
Yo
no soy su cliente XXXX XXXX XXXX y este es mi correo electrónico desde HACE
TRECE AÑOS.
…
No
solo no son para mí, sino que contienen datos personales sensibles de otra
persona, su cliente, que no sé cómo sigue con Vds.
…
Estoy
hasta la CORONILLA de Vds. Les pido por favor, UNA VEZ Más que me dejen en paz.
YO NO SOY CLIENTE SUYO. Parece
mentira que una compañía de esa solvencia tenga unos procedimientos tan
obsoletos de verificación de datos.
…
Váyanse
a freír gárgaras.
…
Estas
y otras contestaciones por el estilo han caído en saco roto. A lo mejor María
del Pilar, Cristina o Beatriz son nombres ficticios utilizados para hacernos creer que nos atienden personas que se preocupan por los clientes. Si no es
así, me gustaría preguntarlas que han pensado o hecho con este tipo de correos
que he dirigido como contestación a los suyos y que han obtenido la callada por
respuesta y, lo que es peor, ninguna acción por su parte para reparar el
desaguisado, al menos de cara a su cliente que no recibe todas estas
comunicaciones y al que no se le nota muy preocupado.
Por
si alguien de MAPFRE lee esto, tiene alguna afición pesquisidora y le da por
ocuparse del asunto, ahí va una imagen con un código en claro del último
documento que he recibido:
En
el «saco» en el que guarda Google los miles de correos emitidos o recibidos por
mí a lo largo de estos trece años y los que vengan, seguirán cayendo estos de MAPFRE,
con todos sus documentos adjuntos, guardados hasta la eternidad por lo que
parece, induciendo a alguien no enterado a pensar que soy cliente de MAPFRE,
nada más lejos de la realidad al menos por ahora. Yo los seguiré echando a la
papelera, y vaciándola con frecuencia. Ahora bien, a ver quién da
razón de lo que Google —o algún hacker que se los pille— pueda hacer con ellos
y con todos los datos sensibles de mi tocayo onubense, al que estaba pensando
en llamar por teléfono de nuevo pero… para qué.
Así que,
señores de MAPFRE, hagan el favor, validando… que es gerundio.
Algún
día habrá que hablar de la función del desaparecido correo electrónico oficial
de CORREOS.ES o de algún otro organismo del Estado que debiera ocuparse de este
tema, un correo oficial que deberíamos tener derecho todos los españoles con
unas ciertas garantías de identificación y custodia, para no vernos casi obligados a poner en manos
—sacos— nada fiables de multinacionales todas nuestras entretelas electrónicas.