Viejos, ancianos, mayores… La voz de la experiencia silenciada. Érase una vez un (posiblemente muy buen) técnico con 28 años de experiencia en un desempeño técnico muy crítico cuando una fusión empresarial dio al traste con él en un departamento de la empresa resultante, departamento «gobernado» por directivos y personal de la «otra» empresa. Su experiencia no sirvió para incrementar los conocimientos de todos sino que se volvió en su contra y acabó vilipendiado y arrinconado durante cuatro años hasta que por fin salió de allí; toda una experiencia perdida que sin embargo arrojó paradojas en los años posteriores: en cuatro ocasiones, actuando ya como freelance, fue contratado por empresas interpuestas para realizar trabajos en su antiguo departamento dado que sus antaño coincidentes laborales —nunca llegaron a ser compañeros— no tenían ni la más remota idea de hacerlo.
Antaño la experiencia y los conocimientos eran transmitidos de unos a otros, pero hogaño eso parece que se ha olvidado en el mundo empresarial: todos sirven para todo. Pero noticias como la que puede verse en la imagen ponen un punto de inflexión de vez en cuando en este mundillo. El telescopio Hubble llevaba muchos años funcionando cuando sobrevino un fallo en uno de sus ordenadores (30 años de antigüedad) que dejó parado su sistema informático. Los actuales responsables de su mantenimiento tuvieron que llamar —menos mal que no les dolieron prendas ni se les cayeron los anillos— a empleados jubilados para aunar sus conocimientos y su experiencia con los actuales y conseguir reparar el problema.
Un caso aislado, sí, pero no tanto. En Estados Unidos e incluso en España se buscan en estos días del año 2021 programadores informáticos de COBOL, un lenguaje de programación que empezó sus andares en 1959. En algún momento se llegó a considerar antediluviano y las empresas no se han cuidado de mantener su legado informático sin observar que hay muchos programas, algunos vitales, funcionando en las instalaciones. Un caso parecido está sucediendo, en menor escala, con otro lenguaje de grandes ordenadores IBM: ASSEMBLER. Cada vez hay menos programadores que lo dominen y todavía quedan algunos programas codificados en ese lenguaje que pueden llegar a ser críticos y que o bien deberían ser sustituidos por otros o bien se debería formar a técnicos que aprendieran y lo mantuvieran. Ni una cosa ni la otra…
La transmisión de la experiencia es una cosa denostada y hasta casi mal vista, casi casi como la enseñanza conocida como de formación profesional por la que optan todavía muy pocos alumnos. En los diarios se pueden ver en estos días peticiones alarmantes de las empresas para contratar camioneros y albañiles sin poderlos encontrar. Un maestro albañil no se hace ni en un año ni en cinco. Y hablando de albañiles, en julio de este año 2021 publicaba en este mismo blog la entrada «ALBAÑILES» haciendo referencia a una calle adoquinada que bordea el monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
En 1963, supongo que expertos albañiles remodelaron la calle, adoquinándola, y lo debieron hacer bien pues estuvieron años pasando por ella vehículos, camiones y autobuses sin que se moviera un solo adoquín. Cuando el tráfico pesado se retiró, alguna mente sesuda decidió volver a adoquinar la calle, pero se conoce que los albañiles contratados al efecto y también sus ingenieros dirigentes no tenían los mismos conocimientos y oficio que aquellos que lo hicieron en 1963. El resultado es que la calle está llena de multitud de hundimientos y baches que han tratado en varias ocasiones de remendar sin éxito. Quizá como los de la NASA podrían haber tratado de encontrar alguno de aquellos albañiles de hace sesenta años que con su experiencia asesorara la forma de hacerlo, pero han debido desistir y reconocer que no saben porque han tirado por la calle de en medio: rellenar con asfalto los baches y agujeros como puede verse en la imagen a continuación.
Un aspecto deplorable, lamentable, un reconocimiento de impotencia, de falta de conocimientos y profesionalidad, que bien puede servir de ejemplo al tema de esta entrada. No se cultiva la transmisión de conocimientos y los resultados a la vista están. Por puro egoísmo, deberíamos respetar la sabiduría de los ancianos, tomar sus consejos y aprender de sus enseñanzas. Pero seguimos con los prejuicios hacia los mayores, creyendo con prepotencia que lo joven es superior.
«Envejecer y saber hacerlo suele ser una obra difícil, admirable. Por eso, sentar en el sillón a esa sabiduría y ponerla a darse balance en soledad y silencio es uno de los mayores e imperdonables desperdicios».